Siguiendo con el tema de los cuentos de hadas de Ed de la semana pasada, pienso en Ricitos de Oro a la luz de todas las buenas noticias económicas que siguen llegando a Estados Unidos. Ya este año tuvimos el mayor salto de productividad desde la pandemia, una cifra buenísima de crecimiento en el tercer trimestre de 4.9 por ciento y un crecimiento de los ingresos que (finalmente) superan la inflación subyacente. La semana pasada, las acciones tuvieron su mayor ganancia semanal del año, después de una cifra de crecimiento del empleo moderada, pero respetable, y una decisión de la Fed de mantener las tasas estables.
Parece, al menos en este momento, que esta recuperación es todo lo que podíamos esperar. Sin duda, es mucho mejor que la que ha tenido cualquiera de nuestros pares. Para ser justos, todavía hay muchos comodines en el horizonte. El conflicto en Medio Oriente puede aumentar los precios del petróleo (el Banco Mundial advirtió hasta 75 por ciento de un escenario de “gran disrupción” que se expuso en un informe). Tampoco está claro dónde van a estar los empleos dentro de uno o dos meses más (con el colchón de ahorro de los consumidores durante la pandemia que ya se agotó, la mayoría de la gente no puede darse el lujo de estar desempleada).
Pero creo que la situación económica actual en EU refleja algo importante: el tipo de recuperación que tenemos es una elección. En el pasado, elegimos principalmente un alto desempleo en lugar de más estímulo fiscal, que muchos economistas temían que provocaría un aumento demasiado rápido de la inflación (pensemos en Larry Summers y Jason Furman y toda la idea de que el estímulo fiscal debe ser “oportuno, temporal y dirigido”).
Esta Casa Blanca eligió de otra manera. Biden y sus principales asesores, muchos de los cuales son veteranos de Obama y vieron cómo las decisiones posteriores a 2008 tuvieron como resultado precios de activos más altos pero una caída con los ciudadanos comunes y la economía en general, razonaron que era mejor gastar mucho en alivio de la pandemia para mantener la economía real y el empleo a flote, incluso con el riesgo de inflación, que gastar menos y dejar al estadunidense promedio desempleado.
En este punto, parece que apostaron correctamente. Si bien la inflación sigue siendo más alta de lo que nos gustaría que fuera, ya tuvimos un enfriamiento bastante decente al tener en cuenta todos los vientos en contra que existen. Mientras, la acción laboral mantiene los salarios por encima de la inflación general y, sin embargo, no son tan desproporcionados como para que se produzcan despidos importantes. Los subsidios para el cuidado de los niños ayudaron a mantener a las mujeres en el trabajo, lo que a su vez ayudó a equilibrar lo que pudo ser un mercado laboral mucho más restringido. El estadunidense típico es más rico ahora que antes de la pandemia y, sin embargo, no hemos visto ningún colapso importante en Wall Street, lo que desmiente la idea de que debe haber una compensación entre ambos.
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Como me dijo la ex asesora económica principal del Consejo de Seguridad Nacional, Jennifer Harris, en una muy interesante entrevista de Economists Exchange la semana pasada: “Esto equivale a un análisis de cómo se mueve el poder político a través de la economía; cómo el poder económico puede deformar nuestro sistema político, y el papel necesario —no exclusivo pero sí necesario— tanto del gobierno como de la inversión pública en la solución de los grandes problemas actuales, comenzando con un desarrollo de energía limpia que no cambie simplemente la dependencia energética de Medio Oriente por la dependencia de la cadena de suministro de China”.
En resumen, el tipo de recuperación que tenemos es la que elegimos. Ed, ¿ves la imagen de manera diferente? ¿Habrías elegido otro tipo de recuperación, desde el punto de vista político? ¿Y crees que Ricitos de Oro está aquí para quedarse durante las elecciones?
Lecturas recomendadas
-Tal vez la demografía es el destino después de todo: Jamelle Bouie, de New York Times, habla sobre cómo los votantes más jóvenes dan un giro a la izquierda y se mantienen ahí, sin importar lo que digan las encuestas.
-Bill Janeway, capitalista de riesgo y profesor de Cambridge, tiene razón al afirmar en Project Syndicate que disponer de mucho capital no es en sí mismo una estrategia de negocios. Es obvio, pero es un punto que vale la pena recordar, sobre todo ahora que Sam Bankman-Fried se enfrenta a 110 años de cárcel.
-En Financial Times de esta semana se publicaron muchos artículos de opinión interesantes, como el del profesor de Harvard Willy Shih sobre cómo Estados Unidos está a punto de perder a su último fabricante nacional a gran escala de jeringas, algo que parece absurdo al tener en cuenta todo lo que hemos vivido en los últimos años. Otro texto es el de Pilita Clark sobre lo que no se detecta en las evaluaciones de desempeño. Respuesta: la mayoría de las cosas. Las empresas siguen haciendo un trabajo terrible a la hora de averiguar quién hace qué y lo bien que lo hace.
Edward Luce responde
Rana, estoy de acuerdo en que podemos dar forma al tipo de recuperación que queremos, y Biden merece el crédito por garantizar que Estados Unidos sea más fuerte de lo que pudo ser. EU superó a otras economías occidentales, pero hay vientos en contra bastante fuertes de cara a las elecciones de 2024 y motivos razonables para temer profundamente el rumbo que tomará el electorado estadunidense el próximo año. Como dices, el crecimiento de los ingresos ahora supera a la inflación, pero las tasas de interés más altas pesan mucho más en la mente de los consumidores. Pensemos en lo caro que es en la actualidad comprar una casa o arrendar un coche. Es muy poco probable que eso cambie en los próximos doce meses.
Como he señalado, es muy poco lo que Joe Biden ha podido hacer al respecto desde que la Cámara de Representante se volvió republicana en las elecciones de mitad de mandato del año pasado. La Reserva Federal de Estados Unidos puede llevar a cabo o no el aumento de tasas final que se indica en su diagrama de puntos. De cualquier manera, es probable que los rendimientos de los bonos a largo plazo se mantengan altos y realicen gran parte del trabajo antiinflacionario de la Fed.
Estados Unidos ahora enfrenta déficits presupuestarios federales crecientes y cada vez más caros en un clima de altas tasas de interés, lo que significa que el servicio de la deuda consumirá una proporción cada vez más grande del desembolso público. En algún momento será necesario realizar recortes en el gasto, posiblemente en los programas de prestaciones sociales. Mi prioridad, y me imagino que la tuya, es aumentar los impuestos a los más ricos, pero no cubrirán lo suficiente del déficit, por lo que también tiene que haber un aumento de la tasa de impuestos en una base amplia. Tal vez debamos considerar un impuesto gradual al valor agregado que excluya los bienes que consumen los presupuestos de los pobres, como alimentos y ropa, y que aumente en el caso de los bienes de lujo.
En cualquier caso, las perspectivas económicas a mediano plazo son difíciles. Independientemente de quién gane en 2024 —y rezo para que no sea Donald Trump— se enfrentará a un reto nada envidiable. Tal vez en otra ocasión podamos debatir si el oponente de Trump debe seguir siendo Biden u otra persona. Su vida política útil se ve cada vez más amenazada.