Los estadunidenses prefieren las zonas de riesgo climático alto

La situación se agravó aún más por el hecho de que el huracán Helene acababa de arrasar Florida y las Carolinas, matando al menos a 225 personas

Helene y Milton arrasaron las costas de Florida. AFP
Rana Foroohar
Nueva York /

La migración a regiones con tendencia a incendios forestales ha aumentado 146% desde 2020, mientras que 40% de la población de EU vive ahora en los condados costeros más propensos a huracanes

La semana pasada, cuando el huracán Milton se dirigía a toda velocidad hacia la costa oeste de Florida, un conocido meteorólogo de televisión que cubría la tormenta se puso a llorar durante una transmisión. “Pido disculpas, esto es simplemente horrible”, dijo con la voz entrecortada.

La situación se agravó aún más por el hecho de que el huracán Helene acababa de arrasar Florida y las Carolinas, matando al menos a 225 personas y destruyendo no solo las zonas costeras, sino también pueblos de montaña como Asheville, una comunidad a unas 500 millas (800 kilómetros) de donde la tormenta tocó tierra. Los videos de YouTube de las inundaciones en esa ciudad mostraban edificios flotando en ríos embravecidos.

Todo esto ocurre en medio de los habituales incendios forestales y sequías en el oeste. Durante un viaje reciente a Denver, empecé a manifestar una tos seca por la neblina llena de humo que se cernía sobre el horizonte.

Por eso vale la pena preguntarse por qué el sur y el oeste de Estados Unidos, los lugares más expuestos a incendios, inundaciones, huracanes y calor extremo, son también los lugares a los que los estadunidenses se han mudado en masa en los últimos años.

Desde la década de 2010, los estadunidenses se han ido alejando de las ciudades del norte, como Boston, Nueva York, Chicago y Filadelfia, hacia el Cinturón del Sol. Pero esta gran migración hacia el sur y el oeste del país se aceleró durante la pandemia, cuando estados como Florida, Texas, las Carolinas, ciudades como Phoenix y partes de las montañas de Sierra Nevada se convirtieron en destinos de moda.

La migración ocurre por muchas razones. Durante la pandemia, muchas personas buscaron espacio y menos restricciones a las actividades diarias, lo que las llevó a los estados republicanos del sur y el oeste. Otros querían una mayor cercanía con la naturaleza, dadas las mayores oportunidades de trabajo remoto, así como los climas templados, las bienes raíces más baratas, los impuestos más bajos y la regulación empresarial más suave que se ofrece en estos lugares.

Florida y Texas se promocionaron como refugios liberales frente a los estados demócratas encerrados. Elon Musk fue uno de los íconos de esta migración libertaria, al trasladar la sede de Tesla de Silicon Valley a Texas.

El patrón migratorio más pronunciado fue el de Nueva York a Miami. Los trabajadores adinerados del sector financiero, tecnológico y de servicios se trasladaron en masa de una ciudad costera vulnerable a otra aún más riesgosa, mientras los fondos de cobertura y las startups de tecnología se instalaban en Silicon Beach.

A escala nacional, en un estudio reciente de la aseguradora hipotecaria federal Freddie Mac se concluyó que la llegada de personas de zonas de riesgo climático bajo y moderado a zonas de alto riesgo se duplicó desde la pandemia; 40 por ciento de la población de EU ahora vive en los condados costeros más propensos a los huracanes. La migración neta a zonas de alto riesgo de incendios forestales registra un aumento de 146 por ciento desde 2020.

Entonces, no sorprende que en un estudio de la Junta de la Reserva Federal de 2023 sobre la economía y la toma de decisiones de los hogares se encontrara que 16 por ciento de los adultos estadunidenses informaron algún tipo de disrupción personal o de la propiedad a causa de un desastre natural en los últimos 12 meses. Si bien el país experimentó un promedio de mil millones de dólares en desastres naturales cada cuatro meses en la década de 1980, esa cifra aumenta a uno cada tres semanas según el informe de la Quinta Evaluación Nacional del Clima del gobierno publicado el año pasado.

El costo total de los desastres climáticos y meteorológicos en EU en 2023 fue de la friolera de 165 mil millones de dólares y 2024 probablemente superará esa cifra. Hasta ahora, tanto los individuos como las empresas han estado dispuestos a ignorar el riesgo financiero y humano a largo plazo de todo esto en favor de las ganancias a corto plazo que vienen en forma de grandes subsidios a las empresas, regulación laxa y bajos precios de bienes raíces e impuestos.

Pero me pregunto si no llegamos ya a un punto de inflexión. Las primas de seguros se están volviendo completamente inasequibles. Registran un aumento de 33 por ciento a escala nacional desde la pandemia y en las áreas más vulnerables el incremento de su costo es en los niveles altos de dos dígitos o incluso llegan a tres.

Además, EU corre un mayor riesgo físico por el cambio climático que muchas otras grandes economías, como Alemania, Italia, Indonesia o Brasil. Así como la política y los niveles de deuda pueden justificar primas de riesgo más altas, también lo pueden hacer sus vulnerabilidades climáticas.

Por supuesto, hay una gran cantidad de acciones que se pueden tomar y se están tomando para mitigar ese riesgo tanto a escala estatal como federal: desde fortalecer las redes de servicios públicos y modernizar la infraestructura costera hasta desarrollar planes de calefacción urbana y un mejor manejo de los bosques para reducir el riesgo de incendios forestales. A pesar de esto, es revelador que pocos estadunidenses quieran prohibir la construcción en áreas de riesgo o forzar la reubicación de sus habitantes, de acuerdo con un estudio de Pew. Como siempre, queremos tenerlo todo.

Pero hay evidencia de una tendencia contraria que está surgiendo. En un reciente estudio del Banco de la Reserva Federal de San Francisco titulado “Snow Belt to Sun Belt Migration: End of an Era?” (Migración del Cinturón de Nieve al Cinturón del Sol: ¿el fin de una era?) se encontró una notable disminución en los patrones de migración de zonas frías a cálidas entre los jóvenes con educación universitaria, que son los más preocupados por el cambio climático.

Mi propia hija, recién graduada de la universidad, me dijo que tomó la decisión de quedarse en Chicago no solo por la vivienda relativamente asequible, sino porque es “un clima frío cerca de una gran masa de agua dulce”. Esos son los cálculos distópicos de una generación nacida en un mundo en calentamiento.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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