Invasión rusa amenaza la estabilidad de Occidente

El peligro es que Putin alargue la lucha durante muchos meses, lo que presionará la economía con aumento de precios, escasez de energía, pérdida de empleos y una fractura en la unidad entre naciones

Refugiados dentro de una estación de metro durante un ataque a la ciudad ucraniana de Kharkiv. Roman Pilipey/EFE
GIDEON RACHMAN
Londres /

Hay una confianza cada vez mayor en la alianza occidental sobre el curso de la invasión en Ucrania. Esa confianza está justificada y es potencialmente peligrosa.

La invasión ha resultado mucho peor para Rusia de lo que la mayoría se atrevía a esperar en Occidente. Los aliados occidentales incluso se han sorprendido a sí mismos con la fuerza, la velocidad y la unidad de su respuesta, con la imposición de sanciones sin precedente contra Rusia y el envío de ayuda militar a Ucrania.

El ánimo cada vez más optimista de Washington y parte de Europa se reflejó en el polémico comentario de Joe Biden de que Vladímir Putin “no puede permanecer en el poder”. En general, se considera que el presidente de Estados Unidos habló de forma poco meditada y que sus asesores tuvieron que retractarse pronto, pero sus comentarios reflejan la sensación en Washington de que es posible y deseable algún tipo de “cambio de régimen” en Rusia.

La posición nacional e internacional de Putin parece más peligrosa que antes de la invasión, pero la realidad de la que se habla menos es que la guerra plantea grandes y crecientes riesgos políticos para los gobiernos de Occidente.

El peligro es que Rusia logre continuar la lucha durante muchos meses, con un número creciente de muertes y destrucción. Mientras, los efectos de la ruptura económica con Moscú comenzarán a sentirse de forma mucho más aguda en Europa en forma de aumento de precios, escasez de energía, pérdida de puestos de trabajo y el impacto social de intentar absorber hasta 10 millones de refugiados ucranianos.

Estados Unidos está menos expuesto económicamente que Europa, pero la guerra comenzó con la inflación estadunidense a niveles ya altos y los índices de popularidad de Biden bajos. Los precios de la gasolina se dispararon y eso siempre cae mal con los votantes.

Las facturas de energía para los consumidores y las empresas en Europa también tenían fuertes aumentos incluso antes de la guerra. Ahora se van a disparar. En Reino Unido, los hogares pueden registrar un aumento de 50 por ciento en las facturas de energía en abril, seguido de otra alza de 50 por ciento en octubre.

El objetivo de la Unión Europea de reducir la dependencia del gas ruso en dos tercios para finales de año es criticado por algunos como una respuesta demasiado débil, ya que significa que Rusia sigue recibiendo miles de millones de euros a la semana en ingresos por exportaciones. Sin embargo, en la conferencia sobre materias primas de Financial Times, que se celebró la semana pasada, los comercializadores advirtieron que incluso esa reducción de las compras será muy difícil de lograr. Algunos creen que la escasez de diésel procedente de Rusia puede provocar un racionamiento de combustible en Europa este año.

También es probable que los precios de los alimentos se disparen, lo que refleja la importancia de Ucrania y Rusia para los mercados mundiales de trigo y fertilizantes. Como resultado, aumentará el número de europeos que recurran a los bancos de alimentos o que necesiten ayuda de emergencia.

Mientras tanto, en Medio Oriente, donde los gobiernos tienen menos recursos para amortiguar el impacto de los incrementos de los precios de los alimentos, puede producirse un fuerte aumento del hambre. Esto, a su vez, provocará una nueva oleada de personas desesperadas que intenten huir a Europa. Los gobiernos europeos, que ya tienen dificultades para hacer frente a millones de ucranianos, pronto tendrán que lidiar con muchos más posibles migrantes procedentes de Medio Oriente y África

La respuesta pública a estos acontecimientos en Europa y EU será volátil y contradictoria. La atención que los medios prestan a Ucrania disminuirá, a medida que la guerra pierda su valor de conmoción. Para el otoño, la crisis económica dominará la política. Ello proporcionará un terreno fértil para el resurgimiento de populistas como Donald Trump, en Estados UnidosMarine Le Pen, en Francia, o Matteo Salvini, en Italia, todos ellos destacados seguidores de Putin en el pasado.

Por supuesto, la presión económica sobre Rusia será mucho más intensa, pero Putin dirige una dictadura. Los líderes de las democracias occidentales tienen que preocuparse por sus votantes. Saben que, históricamente, pocos gobiernos pueden sobrevivir a la estanflación y a la crisis del costo de la vida que la acompaña.

A medida que aumenta la presión económica, la unidad de Occidente puede fracturarse, lo que provocará presiones contradictorias sobre los líderes políticos. Más atrocidades en Ucrania, como la destrucción de Mariupol, llevarán a exigir una respuesta de Occidente aún más dura, hasta llegar a una intervención militar directa en el conflicto.

Al mismo tiempo, habrá un resurgimiento de los “que entienden a Putin”: una facción de la opinión de Occidente (particularmente alemana) que por el momento ha permanecido en silencio. Exigirán el fin del conflicto, incluso si eso significa retirar el apoyo a Ucrania y hacer concesiones a Rusia que ahora parecen inaceptables.

Esa tensión ya empieza a aflorar entre los gobiernos occidentales. Emmanuel Macron, presidente de Francia, reprendió implícitamente a Biden al instar a los líderes occidentales a evitar una retórica de escalada que haga imposible lograr un acuerdo de paz en Ucrania.

Pero Macron puede estar invirtiendo demasiadas esperanzas en las perspectivas de las negociaciones de paz. A pesar de los actuales titulares sobre las conversaciones de paz en Turquía, las dos partes todavía están muy alejadas. Hay pocas señales reales de que Putin esté dispuesto a aceptar cualquier cosa que no sea la victoria que le prometió a Rusia.

Una guerra prolongada aumentará la presión política y económica sobre los gobiernos occidentales. La exigencia de Biden de que Putin se vaya puede haber sido poco diplomática, pero seguro tiene razón al sugerir que las relaciones normales entre Rusia y Occidente son inconcebibles mientras Vladímir Putin siga en el poder. El cambio de régimen en Rusia puede ser necesario para evitar la agitación política en Occidente.


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