Por qué hay tantos problemas para cubrir las elecciones presidenciales de EU

Intentar una buena e igualitaria cobertura entre Kamala Harris y Donald Trump conduce a una desconexión cognitiva; gran parte de los medios aún no descubre cómo reportar el proceso de forma útil

La demócrata es más pulida y políticamente astuta. AFP
Rana Foroohar
Nueva York /

Al ver a Kamala Harris y Tim Walz dar su primera gran entrevista a los medios de comunicación con Dana Bash, de CNN, la semana pasada, no pude evitar pensar en las falsas equivalencias que surgen cuando intentan cubrir a los candidatos presidenciales como si ambos fueran normales. Harris es el tipo de persona que esperamos que se presente para contender por el cargo más alto: tiene el currículum, las habilidades y el tono adecuados. Trump no tiene nada de eso y es un delincuente condenado.

Ahora bien, uno puede adorar u odiar a cualquiera de estos candidatos, pero tratar de hacer una cobertura de la misma manera conduce a una verdadera desconexión cognitiva. Tomemos en cuenta que apenas unas horas antes de que Bash interrogara a Harris sobre si el pueblo estadunidense debía confiar en ella después de que cambió su postura sobre el fracking, Donald Trump trataba de grabar una película de campaña en una zona restringida del Cementerio Nacional de Arlington, donde están enterrados los muertos de guerra de Estados Unidos. Afirmó falsamente que tenía permiso y cuando un miembro del personal intentó detenerlo, la empujaron a un lado y la acusaron de estar mentalmente enferma. Pero sí, claro, todos debemos tener la preocupación de si Harris es digna de confianza porque tomó una decisión políticamente astuta al moderar su postura sobre la fractura hidráulica, un tema en el que la gente inteligente a menudo no está de acuerdo.

Los medios estadunidenses se toman a sí mismos mucho más en serio que la prensa británica, y esto es especialmente así en el caso de las instituciones de renombre. La idea cuando se cubre a los candidatos presidenciales es ser neutral y cuestionar a cada persona de la misma manera que a los demás, profundizando en las declaraciones erróneas, los cambios de opinión y cualquier tipo de comportamiento cuestionable en igual medida. El problema es que este planteamiento en realidad crea una equivalencia injusta, porque pone un tema pequeño a la par de uno mucho más grande y serio.

Con Trump, por supuesto, no hay otra cosa más que comportamiento cuestionable. Todo se mezcla, lo que lleva a una especie de insensibilidad y fatiga tanto por parte de los periodistas como del público. Ya lo hemos oído todo antes, sabemos quién es, ¿qué queda por decir?

El ex mandatario republicano es “un delincuente condenado”. REUTERS

De hecho, ese fue el enfoque que la propia Harris adoptó cuando se le preguntó sobre el comentario de Trump de que ella “se volvió negra” en los últimos años, después de identificarse como india (siempre ha reconocido ambos lados de su identidad). Simplemente dijo “la misma vieja y cansada estrategia: siguiente pregunta”. Bash respondió: “¿Eso es todo?” Y ella dijo: sip, eso es todo.

Si bien me gusta ese enfoque viniendo de Harris, para los medios funciona mucho menos bien. Bash, que es un profesional, terminó haciendo el ridículo mientras pasaba varios minutos analizando seriamente si Tim Walz —un miembro de la Guardia Nacional que trabajó con armas durante el entrenamiento— tergiversó deliberadamente su historial militar cuando dijo que “portó armas en la guerra” en lugar de “de guerra”. Digo, ¿en serio? ¿Estamos perdiendo el tiempo en esto mientras su contraparte intenta limitar las libertades civiles de las personas que no tienen hijos?

Walz, al igual que Harris, respondió de la manera adecuada, no solo al decir que su esposa, profesora de inglés, a menudo tiene que corregirle la gramática (algo entrañable para el ciudadano estadunidense común), sino que la gente “sabe quién soy” y “sabe dónde está mi corazón”. Es muy cierto, y también refleja la forma en que el ex presidente Bill Clinton solía desviar las preguntas tontas de los medios de una manera políticamente astuta al decir que “el pueblo estadunidense entiende”, X, Y o Z, elevándolos por encima del periodista que hacía la pregunta.

Aparte de pensar que gran parte de los medios todavía no descubren cómo cubrir esta elección de una manera realmente útil, me fui pensando que Harris y Walz son incluso más pulidos y políticamente astutos de lo que pensaba. Lo que quería era un contenido más sustancial. Ojalá la entrevista se hubiera enfocado mucho más en sus visiones personales y políticas en lugar de en los pequeños errores que se pueden sacar a la luz para hacer parecer que los medios estaban siendo igual de duros con ellos que como lo son con Trump y Vance.

Peter, ¿estás de acuerdo? ¿Y qué te hubiera gustado que Bash les hubiera preguntado a los candidatos y no lo hizo?

Lecturas recomendadas

-The New Yorker publica otro artículo interesante sobre el cambio climático, esta vez analizando cómo se han registrado históricamente los niveles del mar y qué nos dice sobre nuestro planeta y nuestra sociedad.

-Mi antiguo colega de la revista TIME, Bill Saporito, ahora en Inc., publicó un artículo divertido e inteligente, como es habitual, sobre por qué la complejidad del café es la raíz de los problemas de Starbucks. A decir verdad, el problema de la complejidad está muy extendido: demasiadas opciones equivalen a ninguna compra.

- Me sorprendió ver al columnista progresista de The New York Times, Nicholas Kristof, criticar la regulación europea, pero tiene razón.

-Y, por último, en Financial Times disfruté mucho de este artículo de Big Read sobre la promesa económica de los textiles y cómo una camiseta puede darle un empujón a una economía (o no), escrito por David Pilling, nuestro editor de África. Además, no se pierdan el almuerzo de Robin Wigglesworth con el economista Eugene Fama, quien dice que en los últimos años los mercados se han vuelto menos eficientes.

Peter Spiegel responde

Rana, por primera vez desde que empezamos a intercambiar opiniones aquí en público —en lugar de hacerlo mientras tomamos unos tragos en Brooklyn— me haces una pregunta que me da un poco de miedo responder. Siempre suelo adoptar un enfoque de “honor entre ladrones” cuando se trata de criticar a colegas periodistas, así que creo que voy a hacer como Kamala Harris (“¡siguiente pregunta!”) sobre cómo pudo haber manejado la entrevista del jueves pasado de una forma diferente que Dana Bash, de CNN.

Sin embargo, lo que voy a abordar es la cuestión relacionada de por qué Kamala Harris tardó tanto en acceder a su primera gran entrevista y por qué es importante que rápidamente se vuelva mucho más accesible para el cuerpo de prensa política. Nuestro compañero de Swamp Notes, Ed Luce, la semana pasada presentó el argumento de que los votantes indecisos a los que la candidata necesita convencer no se van a conformar con los tópicos de la campaña y las entrevistas personales son la única forma real de convencerlos.

Creo que Ed tiene razón, pero yo presentaré un argumento un poco más cínico a favor de interactuar con los medios tradicionales. Pensemos en la campaña presidencial de 2000 de John McCain, cuando el candidato republicano se sentaba en la parte trasera de su autobús “Straight Talk Express” y hablaba durante semanas con cualquier periodista que quisiera dedicarle una o tres horas mientras recorría los primeros estados en disputar las primarias. Ocurrió algo extraño: a medida que más periodistas hablaban con McCain, más entendían su visión del mundo y más favorable se volvía su cobertura. Una vez incluso bromeó diciendo que la prensa política era “mi base”.

Al comparar eso con el actual presidente Joe Biden, cuyo equipo lo protegió de la prensa, incluida una negativa mezquina a sentarse para una entrevista con el periódico más influyente de Estados Unidos: The New York Times. ¿Qué ocurrió cuando su campaña entró en una crisis existencial luego de su desastrosa actuación en el debate? Nadie en la prensa había pasado tiempo con él para refutar la narrativa de que se mostraba demasiado desconcertado como para presentarse a la reelección. No había nadie cerca para contar su versión de la historia, porque Biden no había interactuado con ninguno de ellos.

Para Harris, es inevitable que algo salga mal en las próximas 10 semanas. Habrá un error, o un pequeño escándalo, o una revelación que la hará perder el ritmo. Si eso ocurre mientras ha estado interactuando con la prensa, los periodistas que la cubran podrán poner el percance en contexto; después de todo, la habrán escuchado directamente a ella. Si no ha estado interactuando, será difícil encontrar aliados en los medios sobre la marcha.

El pequeño secreto sucio sobre los periodistas es este: somos humanos. Si te sientas y nos cuentas tu historia, es más probable que entendamos tus puntos de vista y te demos el beneficio de la duda. Si crees que puedes llegar a las elecciones de noviembre sin hacernos caso… bueno, pues buena suerte.

Sus comentarios

Y ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes…

En respuesta a: “Me parece sorprendente que los republicanos sugieran, en apariencia con toda seriedad, que los chinos prepararon a Walz. Dejando a un lado como la Plaza de Tiananmen probablemente habría socavado ese resultado esperado, las pruebas (que sin duda van a resurgir) de que Rusia desempeñó un papel tan importante para salvar el negocio del ex presidente de Estados Unido Donald Trump me parece que es un tema que preferirían dejar pasar” - Gail Berney.

Financial Times Limited. Declaimer 2021


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