Posible, pulir los bordes más ásperos del sistema capitalista

FINANCIAL TIMES

Editorial. El coronavirus arrojó una severa luz sobre las partes más vulnerables de los empleos en los países ricos, pues no todos tienen ingresos estables y adecuados.

Muchos de los héroes anónimos están mal remunerados en el mundo laboral. (Nathan Frandino Reuters)
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Londres /

La tranquilidad de la temporada navideña es un momento para recordar cómo la historia de la Natividad describe a la familia de Jesús: tuvo que tomar camino por absurdas reglas administrativas, se quedó sin alojamiento y entró en labor de parto en condiciones indignas. También podríamos notar lo bien que su precariedad podría describir una clase baja en las sociedades más ricas que la humanidad haya conocido.

La pandemia arrojó una severa luz sobre las partes vulnerables de los mercados laborales de los países ricos. La mayoría de nosotros dependemos —a veces literalmente para nuestras vidas— de las personas que abastecen estantes, entregan alimentos, limpian hospitales, cuidan a los ancianos y enfermos. Sin embargo, muchos de estos héroes anónimos están mal remunerados, tienen sobrecarga de trabajo y sufren de oportunidades laborales impredecibles e inseguridad mientras están en el trabajo. Es adecuado un neologismo que se acuñó para describirlos, “el precariado”. 

Durante las últimas cuatro décadas, el trabajo no logró asegurar ingresos estables y adecuados para un número creciente de personas. Esto se manifiesta en salarios estancados, ingresos erráticos, falta de colchones financieros para emergencias, baja seguridad laboral y condiciones de trabajo brutales, hasta el punto de episodios tan grotescos como la mujer que dio a luz en un cubículo de baño por temor a perder un turno. Muchos sufren un riesgo cada vez mayor de quedarse sin hogar y epidemias de enfermedades relacionadas con las drogas y el alcohol. Los sistemas de beneficios pueden ayudar, pero también pueden atrapar a personas que ya son vulnerables en complicadas situaciones laberínticas al estilo Catch-22.

Este problema existe desde hace mucho tiempo, pero se intensificó drásticamente en 2020. La mayoría de los trabajos del precariado requieren presencia física para el trabajo de servicio manual, lo que deja a los trabajadores más expuestos tanto al contagio del coronavirus como a la pérdida de ingresos debido a los confinamientos.

Es un imperativo moral ayudar a los más necesitados. Pero sacar a las personas de la precariedad económica también redunda en gran medida en el interés propio de los más acomodados.

Los grupos que quedan abandonados por el cambio económico llegan cada vez más a la conclusión de que a los que están a cargo no les importa su situación o, peor aún, que manipularon la economía para su propio beneficio contra los marginados. Poco a poco, pero seguramente, eso ejerce una tensión en el capitalismo y la democracia.

Desde la crisis financiera mundial, la sensación de traición alimentó una reacción política negativa contra la globalización y las instituciones de la democracia liberal. El populismo de derecha puede prosperar con esta reacción negativa mientras deja los mercados capitalistas en su lugar. Pero como no puede cumplir sus promesas a las personas que están frustradas económicamente, es cuestión de tiempo antes de que los tridentes salgan en contra del propio capitalismo y de la riqueza de quienes se benefician de él. Como Franklin Roosevelt, John Maynard Keynes y otros fundadores del orden de posguerra se dieron cuenta ya en la década de 1930, que se acepte la política del capitalismo requiere que sus adherentes pulan sus bordes más ásperos.

CLAVES

Incapacidad

La epidemia de trabajos mal remunerados e inseguros refleja la incapacidad de difundir los métodos de producción más avanzados.

Vientos de cambio

Los políticos, desde Joe Biden hasta Boris Johnson, tienen el mandato de “reconstruir mejor”.

Desigualdad

Los guardianes de la ortodoxia económica ya abandonaron la idea de que la desigualdad es el precio del crecimiento.

Dignidad

Se puede hacer un capitalismo que asegure la dignidad a todos; las alternativas son peores para todos.


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