Qué debe hacer Kamala Harris cuando sea la candidata oficial

Una vez que las piezas estén en su lugar, es crucial que los demócratas sigan apoyando el cambio hacia un mundo posneoliberal; esa es la estrategia ganadora entre los votantes más jóvenes

La vicepresidenta ya estuvo en el Senado. EFE
Rana Foroohar
Nueva York /

Finalmente sucedió. Después de semanas de espera, Joe Biden se bajó de la contienda electoral de noviembre y dio paso a un candidato más joven, muy probablemente su vicepresidenta Kamala Harris, a quien respaldó para la nominación demócrata. Harris es una persona conocida, ya que antes contendió para la presidencia y sirvió en el Senado de Estados Unidos.

Si bien Harris, al igual que Biden, se quedó rezagada respecto a Donald Trump en las encuestas, sus cifras mejoraron durante las últimas semanas. Es más, pocos demócratas quieren el caos y las posibles batallas legales que pueden surgir con una convención abierta. Por estas y otras razones, el partido parece alinearse rápidamente para respaldarla como la nueva candidata presidencial demócrata.

Suponiendo que ella sea la candidata demócrata, ¿cuáles deben ser sus próximos pasos? A continuación presento mis tres principales reflexiones.

En primer lugar, debe reafirmar y apropiarse con rapidez de la transición de política económica posneoliberal que se lleva a cabo en el partido.

Una de las muchas razones por las que los demócratas discutieron durante tanto tiempo sobre si Biden debía renunciar a la candidatura es que se ha convertido en sinónimo de ese cambio, alejándose de las ideas de que el mercado es el que sabe, propugnadas por Bill Clinton y Barack Obama, y hacia un papel más importante del gobierno. Hacia allí se dirige el país en su conjunto, en ambos lados del pasillo.

Pero, ¿qué es la Bidenomía sin Biden? Eso es algo que los demócratas deben resolver pronto. Si bien el candidato Joe Biden puede ser problemático, las políticas que implementó funcionaron muy bien. De hecho, creó la recuperación económica más sólida en el mundo rico en los últimos años.

Dicho esto, aquí existen grandes problemas de percepción a corto plazo debido a la inflación y el precio que ha cobrado entre los estadunidenses más vulnerables. Eso me lleva a la recomendación número dos, que es que Harris debe pulir su posición entre los trabajadores. Se la conoce como una brillante californiana amada por Wall Street, no como una mujer del pueblo.

Y es importante para ella reconocer que solo 18 por ciento de los votantes registrados dicen que se sienten mejor desde que Joe Biden asumió la presidencia, de acuerdo con la última encuesta de FT-Michigan Ross. Ese sentimiento se debe en gran medida a que los trabajadores no pueden hacer frente a la crisis del costo de vida, a pesar de los aumentos salariales.

También es importante decir que ninguna de estas cosas es culpa de Biden o Harris. Los problemas de la cadena de suministro, la geopolítica y la especulación de precios en gran medida son los responsables de la inflación de alimentos y combustibles que afectó tan fuerte a los trabajadores en los últimos años. Mientras tanto, la crisis del costo de vida en vivienda, atención de la salud y educación se ha ido acumulando durante décadas.

Pero, por supuesto, quienquiera que esté en la Casa Blanca recibe de forma injusta tanto el crédito como la culpa por todo lo que sucede en materia económica. Y muchos trabajadores no se han sentido todavía suficientemente beneficiados por la Bidenomía.

Como escribí en mi columna de esta semana, los trabajadores juegan cada vez más en ambos lados del pasillo, y no se puede contar con ellos para votar directamente por la fórmula demócrata (testigo de esto es la selección por parte de Trump del autor de Hillbilly Elegy, J. D. Vance, como su compañero de fórmula y el ardiente discurso a favor de los sindicatos que pronunció el presidente de los Teamsters, Sean O’Brien, en la Convención Nacional Republicana). Kamala necesita encontrar una manera de conectarse rápidamente con los votantes de la clase trabajadora, sobre todo en los estados columpio (estados en disputa) como Michigan, Wisconsin y Pensilvania, donde se pueden ganar o perder las elecciones.

Eso me lleva a mi tercera recomendación: suponiendo que Harris sea la candidata, debe elegir un candidato a vicepresidente que realmente compense sus puntos débiles. Eso puede representar elegir a alguien que tenga un fuerte respaldo sindical y que provenga de un estado del Medio Oeste o del Sur.

Una vez que estas piezas estén en su lugar, creo que es crucial que los demócratas sigan apoyando —y mejoren sus mensajes al respecto— el cambio a largo plazo hacia un mundo posneoliberal. Esta es una estrategia ganadora, particularmente entre los votantes más jóvenes.

Es más, deben hacerlo tanto a escala local como global, lo que los separará de la multitud de MAGA (Make America Great Again). En ese sentido, hay algunos frutos al alcance de la mano antes de la reunión de ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 que se celebrará esta semana.

El problema es el impuesto a los multimillonarios. Brasil presentó una propuesta para gravar a los más ricos del mundo, tema sobre el que mi colega Martin Sandbu escribió aquí en Financial Times y también discutió en el pódcast Unhedged con su colega Rob Armstrong. Es una idea que aborda el problema crucial de cómo los gobiernos pueden recaudar ingresos, evitar una carrera global hacia el abismo en materia de arbitraje fiscal y hacerlo de una manera que sea lo suficientemente popular como para ser aprobada por las legislaturas.

Tomemos en cuenta que no solo en Estados Unidos, sino en otros 16 países del G20 encuestados, la mayoría de los adultos (68 por ciento) apoya una política en la que los ricos paguen impuestos más altos como medio para financiar cambios importantes en nuestra economía y estilos de vida.

Sorprendentemente, incluso a los propios ricos no parece importarles. En Estados Unidos, 62 por ciento de los 800 millonarios encuestados apoyan la acción internacional para establecer estándares sobre cómo gravar a los multimillonarios.

Estados Unidos aún tiene que dar señales de apoyo a la idea, pero esta semana será un buen momento para hacerlo y será una gran idea dejar que Kamala salga y haga ese anuncio. Le ayudará a profundizar su conexión con los trabajadores estadunidenses promedio y a posicionarla como alguien que está impulsando una agenda económica verdaderamente progresista. Trazará una importante línea divisoria entre cómo los demócratas y los republicanos, que buscan regresar a un mundo del siglo XIX sin impuestos sobre la renta y aranceles de ciento por ciento, en realidad tratan con los superricos. Mostrará el liderazgo estadunidense en el exterior. Y creará un viento a favor continuo detrás del trabajo incipiente para replantear la economía del laissez-faire, que debe tener futuro más allá del presidente Joe Biden.

Peter está fuera esta semana. Cuando regrese, estoy segura de que tendrá más que decir sobre la posibilidad de una candidatura de Harris.

Lecturas recomendadas

-Hubo una gran cobertura de la Convención Nacional Republicana, pero no se pierdan el despacho de Susan Glasser en The New Yorker.

-Encontré un artículo de Vanity Fair sobre la New Right (la Nueva Derecha), y dónde se encuentra J. D. Vance en este extraño mundo, es, en el mejor de los casos, inquietante. ¿Alguien realmente cree que es un hombre del pueblo? Me parece un tipo cínico y despiadado.

-Pienso que mis colegas de Financial Times hicieron un gran trabajo al exponer lo que la gente realmente encuentra atractivo sobre Donald Trump, desde la determinación hasta el espectáculo. Y no se pierdan a Jemima Kelly escribiendo sobre Melania, que, a pesar de todo, parece que tiene lo mejor de dos mundos.

Sus comentarios

Y ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes…

En respuesta a: “Los paralelismos con la caída de la República Romana son evidentes. Un sistema roto en el que la corrupción política, la compra de votos y el tráfico de influencias por parte de los ricos es endémico (Crassus, Thiel, Musk); una enorme disparidad de riqueza que brinda oportunidades fértiles a los populistas (Clodio, César, Trump); violencia política y brutalidad contra cualquiera que se interponga en el camino de los populistas (Bibulus, Pence); la convicción de que los mejores días de Roma /Estados Unidos ya quedaron atrás; desilusión total con la democracia y la creencia de que cualquier forma de gobierno (incluso la dictadura) solo puede ser mejor. Por desgracia, en la dramatis personae contemporánea solo echamos de menos a Catón y a Cicerón”. Chris Millerchip.

Financial Times Limited. Declaimer 2021

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