Mientras nos preparamos para cubrir las votaciones primarias de Nueva Hampshire (Edward Luce y yo estaremos publicando en vivo en un blog junto con diversos colegas), está claro que la apuesta ya no es de si Donald Trump va a ganar la nominación presidencial republicana (lo hará), sino más bien sobre quién debe ser su vicepresidente.
Ron DeSantis ya se retiró de las primarias, pero no lo veo como un contendiente a la vicepresidencia: ya en el pasado dijo que “no es un número 2” y que prefiere mantenerse como gobernador que como vicepresidente; sin embargo, se están barajando varios nombres, desde Nikki Haley hasta Vivek Ramaswamy, así como candidatos que no participaron en las primarias, como el senador de Ohio, JD Vance; la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, y la congresista de Nueva York Elise Stefanik.
Finjamos que somos estrategas políticos republicanos y comencemos con las personas que no deben ser el próximo vicepresidente de Estados Unidos si Donald Trump quiere superar a Joe Biden. Yo pondría a JD Vance en la parte superior de esa lista, solo marginalmente por delante de Vivek Ramaswamy (quien, como Ed señaló en Swamp Notes anteriores, no tiene gracia alguna).
- Te recomendamos Circula audio falso de Biden pidiendo no votar en caucus de New Hampshire Estados Unidos
En apariencia, Trump adora a JD, pero una fórmula Trump-Vance es demasiado igual con igual. Tienen conductas similares y las mismas opiniones sobre el comercio, la inmigración, las fronteras, la relación con China, etcétera. Juntos no tienen esperanzas de cambiar a nadie que no esté ya con ellos.
Kristi Noem también es tu clásica equivalente de Trump, pero tiene la ventaja de ser mujer, lo que marca una gran diferencia dado quién es Trump. Ella está a favor de la prohibición musulmana, en contra del aborto y está de acuerdo con la marca MAGA (Make America Great Again) en la mayoría de las demás áreas. Ella es una negacionista electoral, por supuesto, y tiene las credenciales rurales que ayudarán a equilibrar lo neoyorquino que irradia Trump. Abandonó la universidad para hacerse cargo de la granja familiar y tiene una postura hiperconservadora en materia de impuestos, Obamacare, etcétera, que funciona bien en las zonas rurales de Estados Unidos. Además, tiene mucho ese look de Chica Trump: vestido de tubo (o ajustados) en tonos joya, cabello al estilo Kardashian y, además, una ex snow queen (reina de las nieves) de Dakota del Sur. Con suma facilidad los puedo ver juntos en el escenario. De hecho, se parece a muchas de las mujeres que ya fueron empleadas del ex presidente.
Algunas personas piensan que es más probable que Donald Trump se decida por Elise Stefanik, quien tenía esa cualidad de pitbull que parecía gustarle cuando fue por Claudine Gay, la destituida primera rectora negra de Harvard, y otros presidentes de universidades durante su testimonio fulminante ante el Congreso. Pero, repito, no sé si redoblar la ira en verdad ayude a Trump en una elección general. Ya pudo demostrar que la nominación republicana es suya y ahora necesita trabajar para cultivar esa vibra más tranquila de: “¿por qué no podemos llevarnos bien todos?” que mostró después de ganar el caucus de Iowa. Ese discurso fue eficaz porque el ex mandatario se sintió lo suficientemente seguro, dada su enorme victoria, como para ser cortés y reconocer los esfuerzos de los que estaban a su alrededor. También se mostró divertido, lo que puede ser cuando no está a la defensiva, bromeando sobre las opciones atléticas de Barron y lo alto que llegó a crecer comiendo la comida de la abuela, etcétera. Sospecho que ser divertido le va a servir más que la ira, al menos en general.
Por todas estas razones, yo diría que lo mejor para Donald Trump es elegir a Haley como compañera de fórmula. Si asumimos que no estamos ante un Trump paranoico e inestable que no puede trabajar con nadie excepto con las personas que están de acuerdo con él en todo momento (lo cual todavía es posible, como argumenté en una columna anterior), entonces Haley es la opción correcta porque atraería a algunos never Trump republicans (republicanos de Trump jamás) y demócratas favorables a las empresas que de otro modo se habrían visto obligados a votar por Joe Biden. Supongo que la pregunta es: ¿Haley podrá soportar el trabajo y el ex mandatario podrá soportarla a ella? Ed, ¿qué piensas sobre eso y sobre quién debe ser el compañero de fórmula de Trump?
Lecturas recomendadas
-Este maravilloso artículo de Kurt Andersen en The Atlantic, en el que analiza a fondo la figura de Bill Ackman, me hace añorar los últimos días dorados de la redacción de artículos en las revistas. Solía haber muchos artículos excelentes como éste, escritos por gente como Andersen, que define el género. En cualquier caso, me alegro de que todavía esté por aquí y de que escriba cosas estupendas. Y que en The Atlantic siga viva la buena edición.
-The Washington Monthly hizo un largo pero fascinante análisis de por qué es tan increíblemente difícil hacer minería limpia y políticamente aceptable de minerales críticos en Estados Unidos. Hay que ponerlo en la categoría de “legislación que necesita con mucha desesperación una actualización”.
-David Brooks estuvo en su mejor momento sobre el aumento de la burocracia en Estados Unidos, no solo en el gobierno, sino en la educación, los negocios y en todas partes, y cómo eso tuvo como resultado “la muerte por mil cortes de papel”. No podría estar más de acuerdo. La atención de salud es la tormenta perfecta para todo eso: ¿puede haber una industria con más oportunidades para el despilfarro y la búsqueda de rentas? Todo eso lo puede leer en la sección de opinión de The New York Times.
-Por último, creo que nuestro colega Janan Ganesh presentó algunos argumentos inteligentes en su artículo de opinión en Financial Times sobre por qué Estados Unidos no se va a retirar del mundo, incluso bajo el gobierno de Donald Trump.
Edward Luce responde
Rana, déjame retomar tu supuesto de que no vamos a tener un Donald Trump paranoico e inestable que no puede trabajar con nadie excepto con las personas que están de acuerdo con él en todo. Esa es la definición de Trump. Así fue en su primer mandato y ahora lo es todavía más.
En el último Swamp Notes debatimos el plan del Proyecto 2025 para la próxima administración republicana y señalamos que en 2017 no existía ese tipo de proyecto porque la victoria de Trump tomó por sorpresa a los conservadores del movimiento. En 2016, Trump hizo campaña con un plan bastante coherente, construir un muro, poner fin a la supuesta estafa mundial de Estados Unidos a través del comercio, dirigir las críticas a los musulmanes y proteger la Seguridad Social, Medicare y Medicaid.
Esta vez el ex presidente hace campaña para ser la represalia del pueblo estadunidense contra el sistema que lo persigue. Eso es todo. Sin duda, existe la islamofobia y las diatribas habituales sobre los inmigrantes indocumentados; sin embargo, la mayor parte de su mensaje es personal. Ya que es una víctima del sistema de justicia estadunidense, personificará el victimismo de todos los demás. Así que 2025 es el reflejo de 2017. Hay un plan más amplio, pero Donald Trump quedó reducido a una caricatura tremendamente divagante de sí mismo.
Sin duda el magnate republicano sufre de deterioro cognitivo. Por curioso que parezca, no creo que el declive mental de Joe Biden haya sido tan dramático. Mezcla oraciones y suelta malas palabras, pero estas tendencias siempre han sido parte de su personalidad. Es el declive físico de Biden lo que se nota con mayor claridad.
Trump, por otro lado, en apariencia se ve físicamente fuerte. Por tanto, la gente reacciona ante la fragilidad física de Biden. Si se juzgara por la capacidad cognitiva, no creo que Trump estuviera mentalmente apto para ser presidente. La semana pasada confundió en repetidas ocasiones a Nikki Haley con Nancy Pelosi, alegando que Haley estaba “a cargo de la seguridad” durante el ataque del 6 de enero de 2021 al Capitolio de EU.
Casi no existe un discurso en el que Donald Trump no cometa errores igual de gigantescos. Imagínense el día de campo que tendríamos si Joe Biden cometiera un error tan garrafal. Entonces, para no extenderme demasiado, no creo que importe en absoluto a quién elija Trump para convertirse en vicepresidente durante su mandato. Es muy posible que ese cargo sea ocupado por una mujer; Kristi Noem o Elise Stefanik parecen las apuestas más razonables. Aunque, sea quien sea, será un eco de él; sin embargo, el empresario tiene un carácter tan autoritario y desenfrenado que su número dos será casi irrelevante, al menos de acuerdo con los cálculos electorales.
Sus comentarios
Y ahora unas palabras de nuestros lectores de Swamp Notes. En respuesta a: “Donald Trump está obsesionado con ganar, no con gobernar. Después de la victoria en Estados Unidos, hará que Ronald Reagan parezca un estudioso de la política; sin embargo, esto no significa que la Heritage Foundation vaya a gobernar. Más bien, será una camarilla de lamebotas, cada uno con su agenda, elegidos más por su lealtad que por su capacidad”.