Por: Miguel Equihua y Griselda Benítez
Ilustración: Estelí Meza, cortesía de Nexos
Hay que observar que la vida, al igual que la cultura, se proyecta en el tiempo a través de la codificación de la información. Hay siempre millares de mensajes fluyendo a nuestro alrededor, todos buscando una oportunidad de entrar y formar parte de nuestros pensamientos y trascender. Lo mismo que hay millares de partículas de ADN (y ARN) flotando en nuestro entorno, esperando la oportunidad de entrar en nuestros cuerpos, incluso al grado de formar parte de nuestro genoma, pues ahora sabemos que parte de él es de origen viral (los llamados retrovirus endógenos, constituyen alrededor de 8% de nuestro genoma). Los científicos creen que los incorporamos en nuestra dote genética hace millones de años, pero seguramente este proceso de asimilación genética todavía sigue ocurriendo cada día. Estas “adiciones virales” a nuestro genoma pueden ser benéficas o pueden hacernos susceptibles a enfermedades. Quizás todavía sea temprano en la ciencia biológica para comprender a plenitud los mecanismos e implicaciones de la incorporación de estos fragmentos genéticos extraños.