Los gringos han cacareado durante años que el suyo es un país de migrantes, pero están habituados a discriminar a los extranjeros. Los miran como si les debieran la vida.

Su rostro hierático, sin sonrisas ni enojos, borrada cualquier gestualidad, confería a sus apariciones un tenso, dramático momento de crispación. El silencio era tal vez la llave de su modo actoral.

El ingeniero japonés que inventó el oxímetro murió en abril a los 84; habrá quien le deba la vida.

Nada de solemnidades. Sencillo, tímido, modesto, se llenó muy pronto de amigos y admiradores.

La luz comienza apenas a llegar al rostro de la pequeña rubia.

Sintiendo ese extraño miedo he recordado también en estos días a Howard Hughes como una metáfora muy cercana de la condición que compartimos millones en todo el mundo.

Trump intentó comprar los resultados de una investigación alemana contra la pandemia.

Von Sydow no solo era una garantía de solvencia en cualquier papel. Era también uno de los contados casos en que un actor podía convertirse en otra persona frente a los ojos del espectador.

El expresionismo fílmico alemán está lleno de misterios y premoniciones.