El deporte de alto rendimiento en México presenta retos irreemplazables. Está muy pero muy lejos de lograr los triunfos y reconocimientos que un país como el nuestro debería de tener en cada ciclo olímpico, pasando por los campeonatos mundiales de cada disciplina.
Un primer requisito que deben llenar los directivos que tienen este apartado como su responsabilidad, tanto en el espectro gubernamental como en el privado, es el de trabajar unidos. Casi nunca se consolida este principio. Por un lado, trabaja quien es designado al frente de la Conade. Por el otro, a veces en sentido francamente diferente, quien dirige el Comité Olímpico Mexicano (COM).
Ahora que Rommel Pacheco, el recién designado por la Presidenta de la República como el máximo responsable en la Conade, empieza a hacer sus primeras apariciones públicas ha decidido mandar un primer mensaje: intentará trabajar de la mano de Marijose Alcalá, dirigente del COM. Ahí están por el momento como prueba las fotos y videos de ambos juntos y sonrientes.
Vamos a ver, con el firme deseo de que sea por muchos años, cuánto tiempo dura esta fraternidad.
Más allá de la foto referida, el reunirse y ponerse objetivos comunes implica construir una agenda seria y comprometida.
No se trata de construir complicidades que en otros sexenios para lo único que han sido utilizadas es para cubrir desfalcos, fraudes y francas raterías con muchos presidentes de federaciones como beneficiarios descarados.
Se trata de construir una agenda que ponga al deportista de alto rendimiento en primerísimo lugar. Que los recursos financieros que se designen a este rubro sean utilizados de forma absolutamente diáfana en la preparación óptima de estos atletas. En remuneraciones atractivas y justas a los entrenadores, médicos, psicólogos y demás integrantes de los equipos de trabajo. En campamentos y viajes de preparación.