Estupendo fin de semana, hasta estos momentos, para los aficionados mexicanos. Primeramente, la Suprema Selección Nacional de Patabola le asestó dos golazos a los guerreros canadienses (más allá de lo futbolístico, andan muy engallados frente al primer bully del planeta, responden muy peleones y desafiantes a las bravatas de Trump, vaya que sí) con todo y que el árbitro de la hermana nación de Honduras no marcó un claro penalti a favor de nuestros otros socios comerciales norteamericanos.
Jesse Marsch, el entrenador de Les Rouges (seamos declaradamente francófonos, por simple y natural adhesión a la latinidad), se quejó amargamente del arbitraje.
Y sí, en efecto, hay decisiones arbitrales que te cambian totalmente el desenlace de un partido, tal y como lo hemos podido constatar cuando juegan los futbolistas de Coapa en la muy reñida etapa final de doña Liga MX.
Pero, bueno, quedémonos con la victoria y reconozcamos el desbordante talento de Raúl Jiménez, por más que Faitelson diga que el equipo no manejó el partido (este escribidor creyó advertir que el Tri desplegó una estupenda estrategia defensiva pero, bueno) y que los canadienses hayan podido marcar la pauta en muchos momentos con un futbol arrollador.
No metieron goles, sin embargo, así fuere que contaran con una estrella del tamaño de Alphonso Davies (el mejor jugador de Concacaf, según parece, al punto de que está en la mira del mismísimo Real Madrid).
Naturalmente, las cosas se pueden agriar hoy mismo si los canaleros de Panamá nos pasan por encima. Nos evitaron, miren ustedes, el engorroso trámite de enfrentar a los Estados Unidos en estos momentos de gran tensión geopolítica y eso se agradece, faltaría más. Esperemos, eso sí, que se repita la disfrutable actuación del Tri del pasado jueves; con decirles a ustedes que hasta Alexis Vega anduvo ejemplarmente cumplidor y disciplinado, por no hablar de los estupendos desempeños de Edson Álvarez, de Jesús Gallardo y de todos los demás.
Segundamente, en el apartado de los grandes agravios deportivos que hemos sobrellevado, podemos complacernos mezquinamente con la pobrísima actuación de Liam Lawson: el neozelandés habrá arrancado esta madrugada en el último lugar de la parrilla en el Gran Premio de China y comienzan ya a escucharse voces que especulan sobre un cambio de piloto en plena temporada.
Así de duro es el ambiente en la suprema categoría automovilística y podemos imaginar, más allá del oscuro placer de que se rehabilite la figura de Checo a expensas del recién llegado, la enorme presión que está sobrellevando el joven corredor siendo, encima, que el descartado Tsunoda está obteniendo mejores resultados en Racing Bull, la escudería satélite de los austriacos.
En fin, hoy domingo veremos qué tan redondo habrá sido este fin de semana. Ocasiones para celebrar, mezquindades aparte, no nos sobran a los mexicanos en estos tiempos.