La frontera entre México y Estados Unidos se ha sellado como resultado del covid-19, afectando a las principales fuentes de ingresos de cárteles mexicanos de la droga: los flujos de contrabando de dólares y narcóticos literalmente se han secado en el último mes, al igual que el tráfico ilegal de personas, justo cuando la cuarentena se ha vuelto más estricta.
De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) entre febrero y marzo, cuando comenzó la emergencia y Washington ordenó el cierre de la frontera al tráfico no esencial, bajaron de manera sustancial los decomisos de drogas y dinero en efectivo.
Las últimas actualizaciones de las cifras de drogas incautadas por la CBP, reflejan una caída inédita en el trasiego de sustancias ilícitas como cocaína, fentanilo, metanfetamina y heroína, aunque se detectó un ligero aumento en el contrabando de mariguana. En conjunto, las cuatro drogas, cuyo flujo ha disminuido, representan el grueso de los ingresos de los cárteles mexicanos.
La reducción en flujos de drogas contrasta con el incremento en el número de personal militar y policiaco estadunidense en la frontera. En marzo, cuando la pandemia comenzó a golpear tanto a México como Estados Unidos por igual, el Pentágono ordenó el despliegue de 500 militares adicionales para reforzar a los más de 20 mil elementos que ya tiene la Patrulla Fronteriza en la zona, donde el tráfico vehicular —y los cruces de mulas ocultas en el flujo normal— se han reducido de manera dramática.
En plena crisis sanitaria, “no es fácil para los cárteles ocultar sus embarques”, consideró hace unos días Víctor Manjarrez, ex jefe de la Patrulla Fronteriza en El Paso, Texas, y Tucson, Arizona.
Las cifras van en ese sentido: embarques de fentanilo disminuyeron 8.6 por ciento y pasaron de 126 kilos en febrero a 115.2 al siguiente mes, mientras que la metanfetamina siguió la misma tendencia: el tráfico se redujo 31.3 por ciento, pasó de 6.1 toneladas incautadas a 4.2 en el mismo lapso.
Por su parte, la cocaína —traída desde Colombia y Bolivia— se redujo casi a la mitad, pasando de 5.8 toneladas en febrero a 2.9 en marzo, es decir, una caída de 49.2 por ciento. La heroína también vio una contracción en sus flujos y decomisos de 16 por ciento; pasó de 177.3 kilos interceptados en febrero a 149.2 en marzo.
Otro flujo que también se ha secado es el de las ganancias de los cárteles. De acuerdo con las cifras de la CBP, en marzo se redujo 61.3 por ciento el decomiso de efectivo; en febrero, se reportaron 14 millones 169 mil dólares incautados contra solo 5 millones 486 mil en marzo.