• La caída del Cártel de Santa Rosa de Lima. Los señores del huachicol

  • Reportaje
  • Una organización criminal dedicada al robo de combustible, la primera en su tipo en Guanajuato. Creían que retar a un presidente era buena idea. La arrogancia los llevó a su extinción.
Ciudad de México /

Los agentes de la Fiscalía General de la República (FGR) tienen 30 minutos para realizar el cateo. Horas antes recibieron una instrucción que sólo se hace cuando se emprende una misión suicida: para salir vivos hay que ser rápidos y precisos. Tardar más podría alertar a vecinos y pobladores podrían cerrar los caminos para lincharlos. Es el 9 de marzo de 2019. Aquí gobierna el Cártel de Santa Rosa de Lima, el primero en su tipo: una organización criminal dedicada al robo de combustible.

Son las 9 de la noche. Una veintena de uniformados irrumpen en el fraccionamiento Álamo Country Club en Celaya, Guanajuato, una residencial de clase media alta. Unos bloquean la entrada y la salida, mientras otros más avanzan hasta una casa que es señalada por informes de inteligencia como propiedad de la suegra del objetivo, un tipo violentísimo llamado José Antonio Yépez Ortiz, el líder del cártel.

La detención del líder de la organización delictiva era prioridad para la administración de Andrés Manuel López Obrador | Especial

Los hombres con los rostros embozados derriban la puerta, despejan las dos plantas. Luego de asegurarse de que no hay matones bajo las camas comienzan a examinar cada rincón de la propiedad en busca de información que los lleve hasta el enemigo público número uno de México, que amenazó al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador. Voltean colchones, esculcan la cocina.

El primer hallazgo: unos sobres amarillos con dinero. En uno está escrito, sin tapujos, “Halcones Álamo”, que sugiere la nómina de los vigilantes del cártel que viven alrededor del fraccionamiento. Luego, hallan más dinero y armas, drogas y celulares. Lo más importante está todavía por aparecer. El reloj agota los minutos.

Giran las mesas, buscan pasadizos secretos, tiran cuadros. Y en una habitación cerca del baño aparece el segundo hallazgo: fotografías recientes del objetivo con su pareja, sus amigos y su familia. Es una galería de cómplices.

José Antonio Yépez Ortiz, alias 'El Marro', en compañía de su presunta pareja sentimental (Especial)

Pero lo importante viene después. El tercer hallazgo. Un escritorio de madera con tres cajones, de los cuales dos están abiertos y uno, cerrado bajo llave. Bastan tres hachazos para abrirlo y encontrar una libreta con las direcciones de los inmuebles donde se escondería Yépez Ortiz y sus familiares. Y para que no quedara duda, en la primera hoja del cuadernillo está el dibujo de un pesado martillo. Emblema del alias del objetivo.

En sus manos están los secretos del líder del Cártel Santa Rosa de Lima. Reyes del robo de combustible. Un capo expuesto siempre es un capo próximo a caer con todo y su grupo criminal.

Así nació el Cártel de Santa Rosa de Lima

En la Policía Estatal de Chiapas se gestó el origen del Cártel de Santa Rosa de Lima | Toño Aguilar / Cuartoscuro

La enciclopedia del crimen organizado que guarda la Secretaría de la Defensa Nacional está llena de tres tipos de criminales: los famosos en casi todos los husos horarios del mundo; los conocidos en la mayoría de los rincones de México; y los desconocidos que son un pie de página en la historia negra del país. A veces estos últimos, los que parecen irrelevantes, son los que más han torcido a la nación.

En esa categoría de subestimados está David Rogel Figueroa. Un viejo conocido de la XII Región Militar en Irapuato, un guanajuatense nacido en 1980, hijo de un agricultor y de una ama de casa, cuyo sueño adolescente era comprar una casa y, para ello, se enrola en la policía estatal de Chiapas para extorsionar a polleros que llevan migrantes al norte.

Rogel Figueroa es carismático, astuto y aprende rápido los códigos de los policías corruptos en la frontera sur. Extorsiona, roba y reparte los sobornos. Lo que no sabe es cómo pasar de uniformado raso a capo, así que busca entre los polleros quién lo pueda llevar a las grandes ligas de la delincuencia.

Omar Treviño Morales, 'El Z-42', fue pieza clave para la expansión de Los Zetas en el sureste de México (Especial)

Su búsqueda lo conduce con Mauricio Guízar Cárdenas, El Amarillo, otro policía corrupto con rango de patrón que supervisa los negocios de Los Zetas entre Tabasco, Chiapas y Guatemala. Guízar Cárdenas tiene tres plazas porque es el hombre de confianza de Omar Treviño Morales, el sanguinario Z-42 que le ha encargado quitarle el sur al Cártel de Sinaloa y para ello necesita un aprendiz.

Rogel Figueroa se convierte en discípulo de Los Zetas. No tiene clave ni mando sobre los sicarios, pero opera con el permiso y los conocimientos que absorbe del Amarillo, quien lo apoda El Güero. Le asigna la tarea de supervisar el trasiego de migrantes y la extracción de gasolina de ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), entre San Cristóbal de las Casas y Comitán de Domínguez, en Chiapas. El Güero cree que sus rezos han dado resultados: el dinero brotará del suelo como gasolina robada.

Pero el sueldo de unos 32 mil pesos mensuales que recibe de Los Zetas le sigue pareciendo poca cosa. Son migajas, calcula, si se compara con lo que ganan los capos del norte. El Güero quiere forjar su propio destino, así que abandona al Amarillo. A principios de 2014 vuelve a su natal Guanajuato, donde ha escuchado de un “Triángulo de las Bermudas” en el polígono guanajuatense, entre León y Los Apaseos, donde desaparece gasolina que es robada de ductos para luego revenderla.

Celaya, Irapuato y Juventino Rosas se vuelven su centro de operaciones por ser los municipios más cercanos a las venas más caudalosas de Pemex.

Las atrocidades que El Güero aprendió de Los Zetas se convierten en su manual de operaciones: coopta a policías, contrata a militares desertores, envía amenazas a políticos, extorsiona a empresarios y calla a balazos a la prensa. Y cuando Rogel Figueroa consigue base social y apoyo institucional, sólo falta elegir un nombre para el grupo criminal. En honor a su familia toma el de la comunidad de Guanajuato, donde creció su madre. Es 2015 y ha nacido el Cártel de Santa Rosa de Lima.

Una fallida alianza con el Cártel Jalisco Nueva Generación

Jose Antonio Yépez Ortiz, 'El Marro', estaba listo para seguir los pasos de David Rogel Figueroa | Especial

El imperio de David Rogel Figueroa no durará ni un año. No entrará a las grandes ligas del crimen ni construirá la casa de sus sueños. En 2016 desaparece. Los generales de la XII Región Militar tachan su nombre de los objetivos prioritarios y lo condenan a la irrelevancia, seguros de que está muerto.

Pero otro ambicioso anhela fama y fortuna. Se llama José Antonio Yépez Ortiz, criado en Santa Rosa de Lima, vecino y contemporáneo del Güero.

Yépez tiene un largo currículum delictivo: a los 22 años robó negocios, casas y vehículos y los revendía sin número de serie hacia Estados Unidos. Luego, vendió drogas y asaltó camiones. Pero pronto subió la apuesta y dirigió su mirada hacia los camiones de Pemex que salían cargados de hidrocarburos de la refinería de Salamanca. Así gana reconocimiento como un violento “huachicolero” que usa a su extensa base social para bloquear carreteras cada vez que ve una pipa del gobierno en la carretera.

La muerte de 'El Güero' poco a poco comenzó a consolidar el liderazgo de 'El Marro' en Guanajuato | Captura de pantalla

Para 2017, cuando ya nadie duda que El Güero ha muerto, José Antonio Yépez Ortiz lo reemplaza como cabeza del Cártel de Santa Rosa de Lima con un alias que le recuerda a sus seguidores lo duro e implacable que puede ser con los desertores: se hace llamar El Marro. Su símbolo es un triángulo del que sobresalen dos gruesos martillos.

Su crecimiento llega a oídos de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), conocido por su ambición de formar el grupo criminal más grande erradicando, incluso, a los veteranos del Cártel de Sinaloa. Así que envía ese mismo año a uno de sus sobrinos para negociar un acuerdo con El Marro: los jaliscienses manejarían el negocio del robo de combustible y los guanajuatenses recibirían una cuota a cambio de permitir la operación en su estado.

El CJNG intentó negociar con 'El Marro' el negocio del huachicol en Guanajuato | Guardia Nacional

Militares de la zona hablan de que esta propuesta de repartirse las ganancias del huachicol fue de 80% para CJNG y 20% para Santa Rosa de Lima. El Marro se siente insultado. Está convencido de que su cártel merece, al menos, el doble.

Al terminar el encuentro, ordena a sus sicarios que sigan al enviado del CJNG. Cuando lo ven vulnerable le disparan a mansalva en una cafetería de Irapuato. Un tiro le destroza el rostro. Así es como el Cártel de Santa Rosa de Lima manda un doble mensaje: no hacemos tratos con nadie y nuestro jefe no teme matar a nadie.

Santa Rosa de Lima se convierte en una empresa familiar

Residencia de José Antonio Yépez Ortiz, "El Marro", exlíder del Cártel de Santa Rosa de Lima, Guanajuato. | Nelly Salas

El Marro opera con gran impunidad en Guanajuato durante 2017 y 2018. En esos dos años alcanza la plenitud del poder criminal: genera miles de millones de pesos con el combustible robado y adquiere al menos 15 propiedades de lujo, algunas con enormes albercas rodeadas de caballerizas. Las habitaciones tienen jacuzzi, las salas de juego están adornadas con cabezas disecadas de animales y la cocina, forrada con mármol.

La pobreza que alguna vez lo asfixió la mantiene a raya con billetazos. Se vuelven legendarias sus fiestas con botellas interminables de Buchanan’s en Celaya. Sus dádivas para las fiestas patronales en Silao y las comilonas en los domingos de béisbol en Juventino Rosas. Pero bajo su falsa generosidad habita un tipo sanguinario que eleva a 53% los homicidios en Guanajuato, entre 2017 y 2018, en su pleito con el CJNG; convierte al estado en el más letal para los policías; ordena desapariciones con sólo la sospecha de una traición, y sus robos a Pemex merman las finanzas de la paraestatal.

El Marro y su círculo cercano

Para evitar traiciones sólo permite que sus familiares más cercanos tengan puestos relevantes en el Cártel de Santa Rosa de Lima. Su mamá, sus hermanos, hermanas, novia, suegra, cuñadas forman parte de su círculo íntimo con tareas que van desde el manejo de nómina hasta el asesinato de rivales. Cada uno recibe un sueldo millonario que reparte entre los vecinos a cambio de silencio y la promesa de incendiar calles si alguien se atreve a tocarlos. Pero su reinado se topa con el cambio de sexenio en 2018.

Andrés Manuel López Obrador arranca su administración el 1 de diciembre de 2018 y anuncia su estrategia de seguridad 27 días después de asumir el cargo. Puede elegir entre el combate al narcomenudeo, la extorsión o la trata de personas, pero el morenista anuncia el Plan Conjunto del Gobierno de México para Combatir el Robo de Hidrocarburos.

La prioridad del nuevo gobierno federal es dar un golpe directo al principal negocio del Cártel de Santa Rosa de Lima. El Marro no se queda con los brazos cruzados.

El cártel deja un regalito a AMLO en Salamanca

En medio de la estrategia de seguridad recién instaurada por AMLO, José Antonio Yépez Ortiz le dejó un mensaje en la puerta cuatro de la refinería de Salamanca | Javier Ríos

El crimen organizado suele repetir que tiene códigos morales. La mayoría son falsos –como no atacar a las familias de sus rivales o asesinar niños ni adultos mayores– pero uno suele ser cierto: al presidente, como a la Virgen de Guadalupe, no se le toca. El Cártel de Santa de Rosa romperá esa regla respetada hasta por los más sanguinarios.

Es el 31 de enero de 2019. Andrés Manuel López Obrador tiene apenas 61 días habitando el Palacio Nacional cuando recibe su primera narcomanta. Es un jueves frío en Salamanca, Guanajuato y el Cártel de Santa Rosa de Lima le deja un recado colgado en un puente vehicular con una majadería insólita. La prensa lo cubre.

“Presidente Andrés Manuel López Obrador, te exijo que ya saques a chingar a su madre a la Marina, Sedena, Gendarmería y Fuerzas Federales [...], si no te voy a empezar a matar junto con gente inocente para que vea que esto no es un juego [...]. Te dejo un regalito en la refinería para que vayas viendo cómo se van a poner las cosas y si no sueltas a mi gente […] y haces caso omiso, va a valer madre. Atente a las consecuencias”.
Dentro del artefacto se localizaron seis explosivos listos para ser detonados.

El “regalito” es un explosivo casero con clavos, rondanas y cristales rotos colocado en el asiento trasero de una camioneta abandonada afuera de la refinería Antonio M. Amor en Salamanca. Seis agentes policiales acuden al reporte del vehículo mal estacionado esa misma mañana. Abren la puerta. Inspeccionan el interior. Hallan un milagro: un cable suelto en el detonador que impide que todos mueran al instante.

El autor intelectual de la amenaza es El Marro, quien quiere que la estrategia contra el huachicol pase por cualquier estado, excepto Guanajuato. Dos días antes, el 29 de enero, cerca de las 2 de la tarde, integrantes de la Secretaría de la Marina detectaron una pipa de doble remolque que succionaba combustible de una estación clandestina en la comunidad de San Salvador Torrecillas en Villagrán.

Torrecillas está a sólo 3.7 kilómetros de Santa Rosa de Lima, el bastión del capo. Y la corta distancia no podía ser casualidad. Los marinos supieron que cientos de vecinos habían sido convocados al día siguiente para que el cártel les regalara el combustible robado a cambio de entregar su lealtad incondicional, les exigirán bloquear las calles con vehículos robados cada vez que se hiciera un operativo en su contra.

La Sedena informó que el artefacto sí contenía material explosivo.

Al día siguiente, la Secretaría de la Marina arruinó sus planes y decomisaron 14 camiones, 11 pipas, ocho vehículos y detuvieron a cuatro huachicoleros. El Marro explotó y ordenó amenazar al presidente en una bravata inédita.

Los dirigentes nacionales de Morena, PRI, PAN, PRD y el resto de los partidos políticos se posicionan en la Cámara de Diputados para respaldar al mandatario y pedir un incremento en la seguridad de López Obrador. “Está todo bajo control”, minimiza el presidente en Palacio Nacional. Pero El Marro apenas empieza con sus desafíos.

El operativo “Golpe de Timón”

El operativo Golpe de Timón inició en marzo de 2019 (Reuters)

La arrogancia del Marro provoca que el gobierno panista de Diego Sinhue Rodríguez se una al gobierno federal morenista y entre policías estatales y elementos de la Marina lanzan el operativo “Golpe de Timón”, el 3 de marzo de 2019. Y para que no hubiera dudas de quién era el objetivo prioritario se inaugura justo en Santa Rosa de Lima.

El Marro responde otra narcomanta en la víspera de una visita presidencial a Guanajuato en mayo de 2019: “AMLO no eres bienvenido [en] GTO. Si necesitas ayuda márcale al Marro”, se lee en una lona colgada de un puente en el kilómetro ocho del libramiento sur de Celaya. El desafío tensa la estrategia federal contra el huachicol.

El operativo acelera la persecución. Hay dos prioridades: los familiares del Marro y sus finanzas. Primero cae la cuñada del líder, Angélica N.; luego, dos primos hermanos. Dos meses después, la Unidad de Inteligencia Financiera le congela 35 millones de pesos.

Salen libres 7 involucrados con “El Marro”

El gobierno muestra músculo: arrestan a familiares de los mejores amigos del Marro que operan como testaferros. Incautan sus casas al ritmo de una por mes. Eliminan las cuentas bancarias que alimentan los negocios fachada del cártel. Y cuando las Fuerzas Armadas se dan cuenta de que cada vez que se acercan a su objetivo, una turba bloquea las calles con vehículos incendiados, inicia una apresurada recuperación de autos robados para que no puedan frustrar los operativos.

A inicios de 2020, Marro ya tiene menos de la mitad de su fortuna, según Alfonso Durazo, entonces titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, y sus aliados lo dejan solo. Sin dinero no puede pagar a nadie que lo proteja.

La caída del criminal más buscado

'El Marro' fue detenido en 2020 tras un operativo en el municipio de Juventino Rosas (Reuters / Archivo)
Una semana después del operativo en el fraccionamiento Álamo Country Club, las direcciones en las libretas secretas llevan a los militares hasta el papá del Marro, una detención lo sacude. Tres meses después asestan otro duro golpe a su familia: arrestan a su madre, su hermana y su prima, sus operadoras financieras. Fiel a la tradición patriarcal, los hombres del grupo criminal gastaban las balas y las mujeres administraban el dinero.

Marro, descolocado, saca un video en redes sociales: se despoja de su faceta de criminal altivo y se muestra llorando por sus familiares detenidos. La tarde del 26 de junio de 2020, México mira a un capo por YouTube que no puede contener el llanto mientras habla con su tropa. A ratos luce como un hombre abatido; en otros, como un criminal dispuesto a todo. “Sí quisiera que me echaran la mano un poco más para arrearle con estos pinches putos [gobierno] porque esas son mamadas. Como quiera, entre cabrones no pasa nada, pero esas son pinches mamadas: meterse con las mujeres”, gimotea.
Entre lágrimas, 'El Marro’ aseguró en un video publicado en YouTube que apoyaría a su familia y lanzó amenazas a las autoridades | Captura de pantalla
Sus amenazas y su comportamiento errático alertan al gobierno federal. Es el tipo de criminal más peligroso: el que no tiene algo que perder. Así que el Ejército se apresura para aprehenderlo. Después de cinco operativos fallidos en los que la población de Juventino Rosas obstruye caminos, arroja ponchallantas y apedrea a los militares, el sexto es un éxito.

La madrugada del 2 de agosto de 2020, fuerzas federales y estatales vuelan un dron sobre un rancho en Santa Rosa de Lima, una de sus últimas propiedades. Con una cámara de calor ubican a un grupo de hombres armados que rodean al Marro, quien duerme en una recámara con una pistola 9 milímetros bajo el colchón, de acuerdo con el reporte policial.

A las 4 de la mañana, los escoltas despiertan a su líder. Los alerta el sonido del dron, pero ya es muy tarde. Los agentes de seguridad irrumpen y aunque los pistoleros tiran a matar, quedan desarmados y en el suelo. En la habitación principal, aún descalzo y despeinado, El Marro queda esposado. Los militares descubren a una mujer secuestrada en las caballerizas. Otro cargo más que pelear en tribunales. El líder huachicolero había cumplido 40 años diez días antes.

“¿Cómo se llama su mamá?”, le pregunta un agente federal en un video grabado minutos después de su captura. “María Eva Ortiz Reyes”, responde. “¿Y su papá?”, sigue el interrogatorio. “Rodolfo Yépez”, contesta. “¿Cómo te dicen?”. “‘Marro’”, dice.

La prensa internacional hace eco de su detención. La mayoría destaca que se trata del arresto más importante en la administración de López Obrador.

El Cártel Santa Rosa de Lima no es el mismo desde entonces. Los familiares del Marro desatan una pelea interna por el liderazgo. Tras meses de caos, la tropa elige a su hermano, El Rudy, como su líder, sólo para verlo esposado dos años después en un escondite en el lejano Tecate, Baja California.

Desde entonces, los liderazgos han tenido una breve duración. Desde El Monedas, hijo del Marro, hasta Don Pedro, no han podido detener la sangría de afiliados. Unos buscaron refugio en el CJNG, otros en Sinaloa y unos más en las familias que aún sobreviven como huachicoleras independientes, según un informe elaborado en 2023 por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Así luce 'El Marro' en prisión | MILENIO

Hoy lo que queda del Cártel Santa Rosa de Lima está liderado por Karem Lizbeth Yépez Ortiz, alias La Señora, hermana del fundador del grupo criminal, pero el gobierno estatal la considera líder de brazos armados dispersos que van perdiendo terreno.

El Marro envejece con una sentencia de 60 años por secuestro y delincuencia organizada que inició en la prisión de máxima seguridad en el Altiplano y que podría terminar sin que vuelva a ser un hombre libre.

En la antología del crimen organizado en México queda registrado cuánto duró la organización delictiva de Santa Rosa de Lima en la categoría de cártel: apenas siete años.

GSC/ATJ

  • Óscar Balderas
  • Oscar Balderas es reportero en seguridad pública y crimen organizado. Escribe de cárteles, drogas, prisiones y justicia. Coapeño de nacimiento, pero benitojuarense por adopción.

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