Aunque el nombre y rostro de Joaquín Guzmán Loera se ha convertido en un emblema del narcotráfico en México, detrás de la popularidad que alcanzó El Chapo se encuentran un sinfín de líderes criminales que, junto a él, impulsaron su lucrativo negocio de tráfico de drogas en el país.
Muchos de ellos han muerto tratando de evitar su detención o en enfrentamientos con grupos rivales, no obstante, otros han enfrentado las consecuencias de sus actos entre rejas, llegando incluso a convertirse en colaboradores de la justicia estadunidense, tal y como pasó con Óscar Orlando Nava Valencia.
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Mejor conocido como El Lobo, el oriundo de Michoacán fue identificado como uno de los líderes del Cártel del Milenio, una organización delictiva que formó parte de La Federación, la alianza que encabezó el Cártel de Sinaloa para coordinar sus operaciones de trasiego de narcóticos en México, Centro y Sudamérica a finales de la década de los noventa e inicios de los 2000’s.
Toneladas de drogas eran traficadas por la frontera en aquella época gracias a la coordinación que los líderes criminales sostenían en distintas “plazas” y, por supuesto, a la meticulosa red de corrupción que tejieron con funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno.
‘El Lobo’ Valencia y el Cártel del Milenio
De acuerdo con documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Óscar Nava Valencia dio sus primeros pasos de su carrera delictiva a inicios de los años noventa al controlar la siembra y cosecha de enervantes en municipios ubicados en los límites de Jalisco y Michoacán.
Durante décadas, Michoacán se ha consolidado como una plaza valiosa para grupos de la delincuencia organizada gracias a su ubicación estratégica al contar con un puerto situado en el municipio de Lázaro Cárdenas, el cual es una de las principales entradas desde el Océano Pacífico al resto del país y una salida para exportar a Asia y América del Norte.
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Información del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) plasmada en un artículo que forma parte de su Programa de Política de Drogas apunta también a la zona del país como una de las más fértiles para la producción de amapola.
Dichas características resultaron suficientes para que el Cártel del Milenio -conocido también como el Cártel Valencia- se asentara en territorio michoacano y, de este modo, comenzaron a controlar el negocio bajo el mando de Armando Valencia Cornelio y su primo Luis Valencia Valencia, quienes produjeron y traficaron marihuana para antiguos contactos en Estados Unidos.
La organización de los primos Valencia apostó por mantener un bajo perfil, lo que poco a poco le permitió a El Lobo estructurar una amplia red de distribución de droga hacia el país de las barras y las estrellas. Todo cambiaría pronto.
Socios en negocios y aliados en la guerra
El 18 de enero de 2001 Joaquín El Chapo Guzmán consolidó su primera gran fuga al -supuestamente- haber salido escondido en un carrito de lavandería del penal federal de Puente Grande en Jalisco.
Una vez fugitivo, el cofundador del Cártel de Sinaloa estaba decidido a construir su imperio criminal al controlar las principales rutas de tráfico de drogas en México pero no contaba con que no sería el único con esa idea.
Ese mismo año, en el noreste del país, Osiel Cárdenas Guillén -ex líder del Cártel del Golfo- había planeado expandir su poderío más allá de Tamaulipas y para ello contaba con un violento brazo armado conformado por ex militares de élite que, además, eran los encargados de garantizar su propia seguridad: Los Zetas.
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"Los Zetas llegaron a Michoacán siguiendo las órdenes de Osiel Cárdenas para controlar todas las operaciones ilegales en el estado. El Cártel del Milenio se defendió tratando de proteger su plaza, pero la superioridad militar de Los Zetas venció la resistencia de los Valencia", se relata en el artículo Fragmentación y cooperación: la evolución del crimen organizado en México publicado por el CIDE.
Asediados por el grupo delictivo de la última letra, los líderes del Cártel del Milenio necesitaban con urgencia un impulso para poder seguir controlando su plaza y el Cártel de Sinaloa lo sabía.
A lo largo de su existencia, la organización delictiva fundada por Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada se ha caracterizado por establecer negociaciones y vínculos con capos de otras organizaciones delictivas basadas en la fraternidad e, incluso, en uniones familiares.
Aquella confianza y “palabra” existió entre los líderes del Cártel de Milenio e Ignacio Coronel, un poderoso jefe del Cártel de Sinaloa que no solo se encontraba por debajo de El Chapo y El Mayo sino que también fue uno de los incursores en la producción y tráfico de metanfetaminas en México.
Gracias a dicha alianza, Los Valencia se convirtieron en colaboradores cercanos de Nacho Coronel. Los hermanos Óscar y Juan Nava Valencia eran los encargados de la planeación y el traslado de cargamentos de cocaína desde países de Centro y Sudamérica a través de embarques que tenían como punto de destino el puerto de Manzanillo, Colima.
La Sedena confirmó que El Lobo mantenía como principal centro de operaciones el estado de Jalisco y Colima, sin embargo, logró recuperar parte del control de Michoacán y se extendió a la capital mexicana.
La ruptura de la Federación y la venganza de los Beltrán Leyva
Con autoridades federales, estatales y municipales recibiendo millonarios sobornos por parte de La Federación, el negocio prosperó y las millonarias ganancias manchadas de sangre y violencia poco a poco se acumulaban en los bolsillos de los líderes criminales.
No obstante, las traiciones y los malos entendidos también se hicieron presentes dentro de la poderosa alianza que dominó el tráfico de drogas. En enero de 2008, personal del Ejército Mexicano detuvo en Culiacán, Sinaloa a Alfredo Beltrán Leyva, alias El Mochomo.
Aquel fuerte golpe para la organización delictiva fue considerada por Arturo Beltrán Leyva -El Barbas- como una traición directa por parte de El Chapo Guzmán, lo que generó tensiones entre los líderes criminales y culminó con la ruptura de su poderosa alianza.
Una sangrienta guerra se desató en México pues el líder de la organización Beltrán Leyva dio la orden de acabar con todo aquel que trabajara para el Cártel de Sinaloa. Para repeler sus ataques, El Mayo Zambada dio la orden de asesinar o detener a todo socio o trabajador de El Barbas.
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El Cártel del Milenio quedó en medio del conflicto, sin embargo, tomaron partido a favor de Joaquín El Chapo Guzmán y sus aliados, decisión que desató la furia de Arturo Beltrán Leyva por lo que buscó los medios para deshacerse de Óscar Nava Valencia, quien había asumido el liderazgo de la organización tras la detención de su tío -Armando Valencia Cornelio- efectuada en agosto de 2003 en Guadalajara.
El 9 octubre de 2009, en distintos puntos del estado de Morelos aparecieron mantas con amenazas de muerte dirigidas a El Lobo, los cuales habrían sido firmados por integrantes de la organización Beltrán Leyva según da cuenta un comunicado de la Sedena.
No obstante, antes de que el destino de Óscar Nava Valencia cayera en manos de Arturo Beltrán Leyva y sus hombres, el ex líder del Cártel del Milenio fue detenido en Guadalajara por elementos del Ejército Mexicano a finales de ese mismo mes luego de que recibieron información a través de una denuncia ciudadana.
Nava Valencia permaneció recluido en México hasta 2011, cuando fue extraditado a Estados Unidos, en donde se convirtió en un testigo cooperante de la fiscalía para obtener beneficios carcelarios.
Es así como el aullido de El Lobo ha resonado en juicios de gran relevancia como lo fue el de el ex Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, o el de su ex socio Gerardo González Valencia integrante de Los Cuinis -brazo financiero del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG)-.
Por su cooperación con autoridades estadunidenses, ahora Óscar Nava Valencia busca una reducción de condena que, en caso de ser aprobada, le permitiría salir de prisión en abril de 2024.
ATJ