Calificado como “un país asolado por la violencia y el crimen”, México es la cuarta nación más afectada por la delincuencia organizada y la que cuenta con mayor presencia de mercados ilegales con actividades como el tráfico de drogas, de armas, de personas, y hasta de recursos naturales.
La Iniciativa Global contra Crimen Organizado Transnacional (Global Organized Crime Index) en su informe 2021, ubicó a México apenas después de República Democrática del Congo, Colombia y Myanmar en una lista de 193 países pertenecientes a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Los motivos, según el informe, el repunte del comercio ilegal tras los primeros meses de la pandemia de covid-19; el número de personas afectadas por la delincuencia; la escala y el alcance de los mercados delictivos; los niveles de resiliencia del Estado ante las amenazas criminales; la ubicación geográfica, y los vínculos con los grupos criminales.
América es el único continente donde la mayoría de los mercados dominantes son las drogas, siendo el tráfico de cocaína el que más proliferó, con un promedio continental de 7.41, más alto de cualquier continente (a mayor promedio, mayor criminalidad).
El informe destaca la recuperación de la producción de cocaína en América Latina, así como de las drogas sintéticas, luego de un descenso ante la propagación del virus SARS-CoV-2. Y aunque es Colombia la nación que ha sido identificada como el mercado de cocaína más generalizado del mundo con 9.5 puntos, México (9.0), Guatemala (8.5) y Haití (8.0), serían los principales lugares de tránsito para la droga.
El tráfico de armas se convierte en otro mercado en el que México ha repuntado, al igual que Colombia, y Nigeria, con 8.0 puntos porcentuales, apenas después de República del Congo (9), Irak (9) o Afganistán (8.5).
Según el estudio, “México tiene un mercado de armas bien consolidado y sirve como un conducto importante para el flujo hacia y desde los Estados Unidos y América Central, lo que ha tenido un impacto devastador en los niveles de violencia armada y armamento criminal”.
Altas posiciones en tráfico de personas y delitos ambientales
El país también ha sido golpeado por el tráfico (7.5) y contrabando de personas (8.5), rubros en el que México fue descrito como “un mercado de tránsito y destino para las víctimas”, incluidos los migrantes venezolanos, y los niños víctimas de explotación sexual y trabajo forzoso. Mientras que el promedio mundial es de 4.8 puntos.
Otro de los mercados que también llaman la atención, está en los delitos ambientales, y a pesar de que es América del Sur donde se aloja este delito, como el tráfico de oro en Venezuela, Surinam y Perú; la deforestación y el tráfico de especies en Brasil; México también registró tráfico de vida silvestre.
“El país también alberga varios mercados de delitos ambientales, incluida la industria de la madera, el tráfico de vida silvestre y el contrabando de combustible”, se destaca.
En términos de actores criminales, América tuvo el promedio más alto del mundo, lo que muestra la influencia del crimen organizado trasnacional, sin embargo –se menciona- “dichas actividades delictivas son facilitadas por actores integrados por el Estado, así como por organizaciones delictivas extranjeras, especialmente de Colombia y México”.
En el documento también se menciona la geografía natural como un factor “determinante de la criminalidad”, pues “los estados costeros tienen el puntaje promedio de criminalidad más alto y una de las posibles explicaciones más obvias es el acceso al comercio y la infraestructura marítima internacional”.
Los países con mayores índices, tienden a clasificarse en dos categorías: los que experimentan conflictos y fragilidad como Afganistán, Irak, Mozambique, Siria o Ucrania, por nombrar solo algunos, o los que son más estables como Albania, Brasil, México y Rusia, pero en donde “sus valores democráticos y la defensa del Estado de Derecho se han visto comprometidos, lo que reduce su capacidad para abordar eficazmente la delincuencia organizada”.
Para abatir el problema, la organización financiada por la Unión Europea y Estados Unidos, que dirige Mark Shaw, sugiere “una respuesta multifacética”, en colaboración con "actores no estatales", con el libre funcionamiento de medios de comunicación, activistas, líderes sociales y ONG; sin embargo, tan sólo en este rubro, México se ubicó como el país más peligroso del mundo para los periodistas, con un aumento de los asesinatos en 2020.
DMZ