La muerte de la estudiante Aideé Mendoza fue ocasionada por una bala calibre nueve milímetros de uso exclusivo de las fuerzas armadas, posiblemente disparada desde afuera del CCH Oriente, de acuerdo con líneas de investigación de la Procuraduría General de Justicia de Ciudad de México.
Luego de los exámenes periciales a la ojiva hallada en el cuerpo de la joven, el Ministerio Público analiza enviar un desglose de la carpeta de investigación a la Fiscalía General de la República.
Funcionarios de la procuraduría capitalina dijeron que una de las hipótesis es que el disparo se realizó a una distancia de al menos 300 metros, es decir, no solo desde afuera del salón de clases, sino del plantel.
La indagatoria por el homicidio es competencia de la procuraduría local, mientras que a la FGR corresponderá el tema del arma por la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
Peritos determinaron que el proyectil que ingresó por la parte baja de la axila, atravesó el tórax y se alojó en el abdomen de Aideé es de uso reservado del Ejército, Marina y Fuerza Aérea.
Asimismo, realizaron diligencias para determinar la distancia y trayectoria de la bala que terminó con la vida de la universitaria.
Autoridades indicaron que los testimonios de los 10 alumnos que estaban con ella tomando un curso de actualización de matemáticas coinciden en que se escuchó un sonido tenue, similar al “descorche” de una botella y a distancia.
A un costado del CCH se localiza una base de la Secretaría de Marina-Armada de México.
Los dictámenes confirmaron que no hay ninguna ventana rota en el aula y tampoco hallaron algún otro indicio balístico que haya perforado algún muro o mueble en el lugar.
La tarde del pasado martes, la procuradora Ernestina Godoy dijo que ninguno de los 10 alumnos resultó positivo en la prueba de rodizonato de sodio, con lo que empezó a descartarse que entre ellos estuviera la persona que disparó.
Sin embargo, por la mañana había dicho que el crimen apuntaba a un conflicto interno.
MÁS ILÍCITOS
En los últimos tres años la delincuencia va en aumento en el CCH Oriente y sus alrededores, en los límites entre las alcaldías Iztapalapa, Iztacalco y el Estado de México, y la tendencia no parece revertirse.
De acuerdo con cifras de la procuraduría capitalina, en las inmediaciones del plantel se registraron en 2017, 158 crímenes, mientras que en 2018 sumaron 235, es decir, un aumento de 48 por ciento, en su mayoría robos.
En el primer trimestre de este año ya van 55 delitos, uno de ellos por abuso sexual dentro de la escuela.
Los principales delitos cometidos el año pasado fueron robos a pasajero de transporte público con violencia, a transeúnte, a negocio y de celular con violencia.
En el primer trimestre de 2019 se contabilizan robos a negocio, transeúnte, de objetos, amenazas y atraco a pasajero de transporte público con violencia.
Si se revisan las cifras desde 2016, se contabilizan 605 delitos en los alrededores del CCH Oriente. La mayoría de los crímenes han ocurrido en la alcaldía Iztapalapa y el resto en Iztacalco.
Para los estudiantes la muerte de Aideé, la estudiante de sexto semestre que murió de un balazo dentro de un salón, es el síntoma más preocupante de la situación que se vive en el CCH.
Ayer, aunque no hubo clases, en el plantel el grupo de teatro se reunió para ensayar tres presentaciones que tienen pendientes.
Mientras la abuela de una alumna los cuidaba, los jóvenes contaron sus preocupaciones ante el incremento de la violencia, ya que para ellos la escuela ya no es un lugar seguro.
“Por el tráfico que se hace cerca de la escuela, un día me tuve que bajar del camión dos calles antes. Venía caminando y un sujeto me dijo que le diera mi teléfono; cuando me lo quitó me dijo ‘te metes a esta calle y te echas a correr’”, contó la estudiante Mitzi Lara.
Situaciones así son cotidianas para los jóvenes. Ellos ya toman precauciones extraordinarias para evitar ser víctimas de la delincuencia, como Jonathan Ramírez, cuyos padres ya están pensando en cambiarlo de escuela
SEPELIO
En su natal Huatlatlauca, municipio de Puebla, familiares y amigos velaron el cuerpo de la estudiante.
Los restos de Aideé Mendoza, de 18 años, se encontraban en su domicilio ubicado en la junta auxiliar Tepexquixtla, donde se realizó una ceremonia religiosa en la que estuvieron presentes cerca de 90 personas.
De acuerdo con sus familiares, el cuerpo de la joven fue sepultado después de pasar por varios puntos de la junta auxiliar, entre ellos dos iglesias.
Según las investigaciones, Aideé estaba en su salón en una clase de matemáticas cuando se escuchó una detonación cerca de las 15 horas del pasado lunes.
Posteriormente la joven se desvaneció, por lo que fue llevada a un hospital, donde más tarde murió debido a una herida de bala en el costado derecho.
Con información de: Andrés Sánchez/Puebla.