Maltratos y El Tío Johnny: la sombra del abuso infantil

El Día del Niño suele ser relacionado con juegos, pasteles y felicidad; sin embargo, muchos menores de edad en el estado y el país son víctimas de múltiples delitos

Foto: Archivo
Héctor Benavides
Ciudad de México /

Cada día vemos aumentar el número de niños (as) que en vez de jugar en el parque cercano a su barrio, andan en la calle vendiendo de todo”

Sandra Arenal.

Ojalá al leer este texto encuentre usted razones mayores para defender a la infancia de Nuevo León. Así empieza el libro No hay tiempo para jugar, de la maestra Sandra Arenal, a quien entrevistamos con motivo del Día del Niño, en abril de 1991.

¿De qué trata su libro, maestra Arenal?

Son 48 historias de niños y niñas que trabajan día a día. La mayoríaen las calles del área metropolitana de Monterrey, explotados por gente sin escrúpulos y expuestos a los peores riesgos en su integridad física y moral. 

¿Tiene ejemplos?

Martín y Noé, de 9 y 14 años, “payasitos de crucero”, quienes si no cumplían con las cuotas que les exigía su padrastro, no cenaban y se quedaban a dormir afuera. Y así, casos como el de Elisa, de 14 años, recluida en el Consejo Tutelar acusada de robo en la casa donde trabajaba como sirvienta y Pepe de 11 años, también en el Tutelar, recibiendo tratamiento por su adicción a las drogas.

¿De qué edades son los niños y las niñas retratados en el libro?

De 8 años los más pequeños y de 15 años los mayorcitos.

¿Cuántos hombres y cuántas mujeres?

De los 48 que vienen en el libro, 28 son niños y 20 son niñas. Hay casos dolorosos como el de Chayito (nombre ficticio), de 12 años, víctima de una violación tumultuaria. 

¿Y la Ley del Trabajo?

Como si no existiera. Toño, de 14 años, trabajaba en una bloquera  cargando bultos de mayor peso que él; se quebró una pierna, lo despidieron sin recibir atención. 

Sería años después, en junio del año 2006, en una entrevista con Lydia Cacho cuando recordamos a la maestra Sandra Arenal, también activista social. En esa ocasión, Lydia denunció los abusos a menores de edad cometidos por Jean Succar Kuri, alias El Tío Johnny.

Recuerdo haberle preguntado a cuántos menores pudo afectar la red de pornografía donde estaba involucrado El Tío Johnny, a lo quecontestó: “18 mil personas”.

“¿A él cuántos se le atribuyen?”, reviré.

“Los que han estudiado su caso –contestó Lydia Cacho – calculan alrededor de 200, entre niñas y niños”.

En su libro de 2015, En busca de Kayla, Lydia Cacho detalla los riesgos a los que están expuestos niños y niñas en el ciberespacio.

Cuánto falta hacen personas como Sandra Arenal y Lydia Cacho en estos años difíciles, en particular a los hijos (as) y nietos (as) de las nuevas generaciones.

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