• Frenan vuelo de ‘Los Chapitos’: ‘El Jando’ sabe del secuestro del ‘Mayo’

  • Reportaje
  • Sin 'El Jando', la división por aire de los hijos del fundador del Cártel de Sinaloa ha perdido a su mejor capitán.
México /

El gabinete de seguridad del gobierno federal tiene en sus manos una de las piezas más importantes para armar el rompecabezas de lo que realmente sucedió el jueves 25 de julio de 2024, cuando Ismael El Mayo Zambada aterrizó supuestamente contra su voluntad en Nuevo México, Estados Unidos: un piloto de apenas 31 años.

La pieza se llama Mauro Alejandro “N”, El Jando. El 8 de febrero fue el objetivo de un operativo coordinado por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) en el norte de Culiacán —el bastión de Los Chapitos— que culminó en su detención, pero también en la muerte de un militar.

A pesar de su fama de inalcanzable, el hombre fue detenido en una celada a sólo unos metros de la casa donde fue detenido Ovidio Guzmán, su jefe y amigo, en el segundo Culiacanazo.

Importancia de El Jando en la organización criminal

Su valor es de tal tamaño, cuenta a MILENIO un militar de alto rango en Sinaloa, que en noviembre de 2023 —cuando se detuvo a El Nini, jefe de escoltas de los hijos de El Chapo Guzmán— se habló de la fractura de un brazo armado.

Ahora los militares en el estado festejan un corte de alas a Los Menores. Sin El Jando, la división por aire de los hijos del fundador del Cártel de Sinaloa ha perdido a su mejor capitán.

La detención de Mauro Alejandro “N” tiene un doble valor: por un lado, es el hombre de confianza de Iván Archivaldo para llevar el poder del grupo criminal por los aires; por otro, es un objetivo largamente anhelado por el secretario Omar García Harfuch, quien con su detención podrá diagnosticar, sin ayuda de la Casa Blanca, cómo empezó el lío criminal más importante del siglo XXI.

Además de recetar los paliativos para frenar una escalada violenta en Sinaloa que lleva más de 800 homicidios, 950 privaciones de la libertad y casi 3 mil vehículos robados por la pugna entre Los Chapitos y La Mayiza.

De acuerdo con fuentes castrenses, El Jando se formó a principios de sus 20 como un aviador del Cártel de Sinaloa  bajo el mando de un violento jefe apodado El 300, quien le enseñó a despegar desde Chiapas hasta las pistas clandestinas de Sinaloa.

El también apodado Jandito, Janito o Jano era un joven que soñaba con conducir vehículos Fórmula 1, pero que tenía más habilidades para hacer carrera criminal en el cielo que en la tierra: volaba bajo, maniobraba con carga pesada y era temerario en aterrizajes complejos.

En el ir y venir por ese trayecto de 2 mil 300 kilómetros acumuló horas de vuelo y demostraciones de lealtad.

¿Cuánta droga traficó El Jando?

Entre 2015 y 2018, El Jando —aseguran— llegó a aterrizar hasta 600 kilos de cocaína y media tonelada de armas. Volaba en el límite del peso que te mata o te corona; te derrapas para morir convertido en burla o te vuelves un ídolo de la narcocultura.

Muchas veces, esas misiones exitosas terminaron en fiestas abundantes de alcohol y drogas que se hicieron famosas en redes sociales, donde su alias comenzó a generar aficionados.

En un entorno donde los pilotos veteranos tardan décadas en dominar las aeronaves de hélice, porque son las mejores para evitar los radares de detección de las Fuerzas Armadas, El Jando se volvió un envalentonado experto en maniobrar las de turbina, que son menos discretas, pero más rápidas y amplias.

Su carta de presentación se volvió la de un súbdito que sabía manejar la tensión, atención y rapidez.

El día que El Jando salvó a Ovidio

Esta última característica agradó tanto a Iván Archivaldo que dio a El Jando la tarea de cuidar a su hermano menor Ovidio, cuya vida despreocupada angustiaba a la familia. El Ratón se movía por Culiacán, Mazatlán y Ciudad de México con pocos escoltas y sin armamento personal.

Alguien tenía que cuidarlo y Ovidio sólo aceptaba gente de su edad que pudiera camuflarse en su círculo social.

Así que, en enero de 2023, durante el primer Culiacanazo, El Jando estaba custodiando la espalda de su protegido cuando las fuerzas armadas los sorprendieron. De inmediato, ejecutó las órdenes de Iván Archivaldo como si se tratara de un despegue: coordinó un ataque simultáneo contra las autoridades hasta obligarlas a devolver al prisionero de guerra.

El temple en aquel jueves negro, y su dominio en tierra y aire, le generó tanto respeto entre Los Chapitos que años después se le encomendó la tarea más compleja en la historia de ese brazo armado: convertirse en un codirector del secuestro de El Mayo Zambada para entregarlo a las autoridades estadunidenses.

Muchas mentes y manos diseñaron el plan en tierra, pero la etapa más relevante, la salida por aire hacia la frontera de Estados Unidos, fue obra de El Jando, cuentan en Sinaloa. Para lograrlo, conoció a detalle cada punto de la negociación entre Los Chapitos y la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA.

“No hay claridad todavía si El Jando fue el piloto que llevó a El Mayo a Estados Unidos. O si fue el que diseñó el plan de vuelo para un piloto estadunidense. Lo único que sí está claro es que fue un componente clave en esta historia y que sabe los secretos que el gobierno mexicano ha querido conocer desde el año pasado y que no suelta Estados Unidos”, asegura la fuente.

La encomienda triunfante de entregar a El Mayo a las autoridades estadunidenses dio a El Jando una nueva dimensión en la estructura criminal de Los Chapitos. Pasó de pieza importante a indispensable.

Cuando se desató el fuego en Sinaloa, y sus jefes lo ascendieron de aviador y guardaespaldas de la familia a “señor de la guerra”, se volvió en caudillo con poder suficiente para soltar bombas desde el aire.

El Jando, detrás de la entrega de El Mayo

Una de las acciones más violentas de El Jando ocurrió a partir del 28 de octubre del año pasado, en Santiago Papasquiaro, Durango, cuando sus habitantes se preparaban para celebrar a San Judas Tadeo y del cielo no cayeron bendiciones, sino bombas.

Al menos, seis explosivos descendieron de una avioneta supuestamente maniobrada por El Jando y tres estallaron en el centro de la comunidad, mientras que otras tres detonaron en las zonas más alejadas, provocando la muerte de, al menos, tres personas que el gobierno estatal no reconoce, pero que los pobladores lloran en funerales silenciosos.

El Jando continuó el bombardeo por tres días más castigando a los pobladores de Santiago Papasquiaro, pero también a los de Tamazula y zonas aledañas. La razón: esa región ha sido históricamente un refugio de El Mayo Zambada, sus hijos y sus cómplices.

Si el aviador preferido de Los Chapitos no exterminaba a La Mayiza, al menos mataría a las familias campesinas que han guardado el secreto de las ubicaciones del capo local.

El Jando se puso en la peor situación posible: piloto de drogas, guardaespaldas de Ovidio, involucrado de primera mano en el secuestro de El Mayo y luego en tirador de bombas, ¿cómo no quería que el gobierno fuera por él?”, cuestiona la fuente y suelta una risa irónica. “Lo extraño hubiera sido que le dieran más días en el aire”.

El 8 de febrero fue el aterrizaje forzoso de El Jando. Lo detuvieron en la misma zona en la que la madre de Iván Archivaldo, María Alejandrina Salazar Hernández​​, aún conserva una casona.

Ni sus armas largas, chalecos tácticos o tropa le ayudaron a escapar. El piloto que salvó a Ovidio del Culiacanazo no tuvo quien le impidiera desplomarse hasta una celda de máxima seguridad.

Las imágenes de su arresto circularon en redes sociales como muestra de su falsa fortaleza: El Jando, el que se pensaba intocable, llegó a la Base Aérea Militar 10 de la Fuerza Aérea Mexicana esposado por la espalda y con una sudadera negra estampada con un osito de peluche.

En el oso se leían las iniciales de quienes lo dejaron solo: JGL o Joaquín Guzmán Loera, el padre de Los Chapitos.

Su detención a manos del gabinete de seguridad anuncia tiempos convulsos para Los Chapitos. El hombre que sabe los secretos del 25 de julio está en manos de las autoridades, una pieza más para el rompecabezas. El crimen organizado de Sinaloa tendrá que enfrentar ahora tiempo de turbulencias.

RM

  • Óscar Balderas
  • Oscar Balderas es reportero en seguridad pública y crimen organizado. Escribe de cárteles, drogas, prisiones y justicia. Coapeño de nacimiento, pero benitojuarense por adopción.

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