Tres veces diputado federal, una ocasión senador y otra más legislador local de Ciudad de México, el ahora líder parlamentario del Partido Verde en el Palacio de San Lázaro, Arturo Escobar, se remonta cuatro décadas atrás y evoca con absoluta nitidez el más feliz recuerdo de su infancia.
Como ariete de la selección mexicana de menores de diez años jugó contra la representación de Estados Unidos y, en una aplastante victoria de 6 goles a 1, él anotó cinco tantos: “La amenaza rubia, más seguro que el cianuro”, cabeceó un diario deportivo.
“Y todavía me queda un mundial con posibilidades de ir; espero que el Tata Martino voltee para acá”, dice sonriente.
Canta las de Luis Miguel, Juan Gabriel, José José, Raphael y José Luis Perales, pero en privado, porque no quiere perder amistades.
Su personaje histórico, Francisco I. Madero, aunque le gustaría ver también en letras de oro, en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados, el nombre del general antijuarista Miguel Miramón, quien murió fusilado al lado de Maximiliano en el Cerro de las Campanas.
¿Qué lo trajo a la política? ¿Ya tenía esta vocación?
Sí, para mí siempre fue un factor, un imán el poder ser servidor público, el poder servir a mi país desde cualquier trinchera y desde que estaba en preparatoria, pasando por la universidad, colaboré, participé, integré organizaciones de carácter estudiantil y posteriormente, en 1998, ya ingresé más activamente a las filas del Partido Verde. En mi caso, yo sí lo veo como un tema de vocación, ser servidor público y dar un buen ejemplo a mi país, a mi familia, a mis hijos.
¿Algún personaje de la política que lo haya inspirado a ejercer esta actividad?
Sin duda, Francisco I. Madero.Creo que el legado que deja el presidente Madero no tiene fecha de caducidad, es un hombre que estaba fuera de su época; veníamos de 30 años del porfiriato y llegó un hombre reformista, unificador, con temple, moderado, generoso. Para mí, es la gran figura política mexicana y, por supuesto, de la historia política.
¿Y dentro de la política activa, algún maestro, algún mentor?
Muchos, pero me quedaría con Francisco Labastida, con quien fui senador, es un caballero de la política; Jesús Murillo Karam, por las enseñanzas que me dio en la valoración, diría yo, de carácter jurídico constitucional; Ricardo García Cervantes, y luego un poco más hacia la izquierda, Marcelo Ebrard.
¿Un político de tiempo completo cuánto puede ocupar para su familia, para sus pasatiempos?
Mis primeros 16 años en la política, de 2000 a 2016, era tiempo completo de lunes a domingo; cuando dejé de ser dirigente de mi partido y me dediqué al área legislativa y menos a la vida partidaria, tengo ya mucha más posibilidad de estar con mis tres hijos.
En mi casa hay mucho deporte, mucho futbol: tres de los cuatro, americanistas, uno le va al Cruz Azul, pero es una relación muy sana, nos encanta ir a los estadios, hacer activación física en la naturaleza, convivir haciendo deporte, viendo una serie, compartiendo un libro, yendo al cine y, por supuesto, viajando.
¿Qué posición juega en el futbol?
¡De 10, por supuesto!, es la que jugué y bromeo con mis hijos que todavía me queda un mundial con posibilidades de ir; espero que el Tata Martino voltee para acá. Es un deporte que me apasiona y se los heredé a mis hijos; los tres son apasionados; dos de ellos juegan, para su edad, a muy buen nivel, y me llena de gusto poder ver cómo van persiguiendo un sueño de llegar a ser futbolistas profesionales.
¿Qué música le gusta?
Me encanta la música de boleros, me encanta escuchar a Luis Miguel, a Juan Gabriel, José José, Raphael, José Luis Perales, soy un tanto romántico.
¿Las canta en privado, las canta en karaoke?
Únicamente en privado. Se me ha emplazado a hacerlo en público y me he negado rotundamente: perdería amistades. Baile, con muy poco ritmo, pero sí le pego.
¿Sus autores favoritos en materia de literatura?
Ahorita estoy muy allegado a Francisco Martín Moreno; siempre he sido un litigante de encontrar la verdad de la historia de México y para mí es un enigma por qué no hemos tenido un héroe conservador, es decir, todos los héroes vienen de la corriente liberal posrevolucionaria.
Y fue la posibilidad de leer la biografía de Miguel Miramón, ¡caray!, este señor era un Napoleón, era un verdadero guerrero, un hombre conocedor de las artes militares; es de los nombres que yo aspiraría que un día pudieran estar en letras de oro en el muro de la cámara.
Francisco Martín Moreno me ha inspirado mucho, porque te escribe novelas con elementos históricos pero, al mismo tiempo, te genera dinámicas y emociones con la misma lectura. Acabo de leer la serie México mutilado.
¿El más feliz recuerdo de su niñez?
En una selección que se hizo de México contra Estados Unidos, de jugadores de diez años y menores, les ganamos 6-1 y yo metí cinco goles. Y salí en un periódico que cabeceó la nota: “La amenaza rubia, más seguro que el cianuro”.