Me asumo como devorador de libros... y de frijoles de la olla: Alejandro González Yáñez

Entrevista

El senador del PT es coleccionista de tenis, degustador de jugos naturales y aficionado a los deportes; sin embargo, su mayor placer es bañarse, “una terapia que no solo me permite asearme, sino reflexionar y precisar mi agenda del día”.

También le gusta promover la lectura. (Especial)
Angélica Mercado
Ciudad de México /

Activista en la década de la Guerra Sucia en los años 70, Gonzalo, como se le conocía desde entonces, dice ser el hombre más feliz desde el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

Alejandro González Yáñez (Ciudad de México, 1956) —su nombre real— disfruta de su colección de tenis, conformada por más de treinta pares elaborados, algunos, con tecnología de la NASA: “Sientes que flotas”.

También se describe como uno de los mayores lectores de México, consume más de dos libros a la semana, y no oculta su gusto por la “comida sana”, tanto que en la oficina del Partido el Trabajo (PT), en vez de sumarse al reto tupper ware —que lanzó el morenista Martí Batres, luego de que se eliminara el servicio de alimentos para esta legislatura—, mandó comprar un refrigerador, una licuadora con distintos vasos y fruteros para preparar batidos, zumos y jugos frescos.

¿Cuál es su principal afición?

Quizá sea uno de los principales lectores del país, ¡devoro dos libros y medio a la semana! Hablo de ejemplares de más de 200 páginas, y si es uno de 500, pues nada más uno. La lectura es una pasión, me emociona, aprendo, me ubico en el contexto histórico en el que vivo; también me gusta promoverla.

Se llama Alejandro, pero le gusta que le digan Gonzalo, ¿por qué?

Mi nombre jurídico es Alejandro González Yáñez y mi nombre social es Gonzalo Yáñez. La razón es porque, cuando iniciamos la lucha popular, había mucha persecución del gobierno, prácticamente vivíamos en la dictadura política que no aceptaba la lucha de la oposición; entonces teníamos que tomar algunas medidas, entre ellas, cuidarnos del espionaje del gobierno, por lo que yo decidí cambiarme el nombre. En ese entonces, en la lucha popular, se me conocía como Gonzalo.

Al paso de los años, al apodo le agregué mi apellido, para aparecer en la vida política pública y en los procesos comiciales, en la que logré una diputación local en Durango.

Me agrada que me digan Gonzalo, porque es el nombre con el que he vivido prácticamente la mayor parte de mi vida política y social.

¿Ahorita qué está leyendo?

Pemex RIP, de la periodista Ana Lilia Pérez, disfruto al máximo la lectura.

¿Qué más le gusta, además de la lectura?

Hago actividades físicas, me ejercito, también me encanta ver los deportes por televisión, el futbol, el americano, el basquetbol, el box, disfruto mucho la actividad deportiva profesional y la comida mexicana.

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A este legislador de casi 1.90 metros y fornido, además de los jugos naturales le encantan las tortillas, pero dice que no todas, solo las que son de maíz hechas a mano, ya sea amarillas o verdes, así como los frijoles negros de olla.

Y revela un aspecto íntimo:

“¡Me encanta bañarme!, eso es muy extraño. Mi esposa me da mucha carrilla, porque me dice: ¿A qué hora sales del baño, ya llevas mucho tiempo? Le digo: Amor, es que no es baño, es una terapia. Para mí entrar a bañarme en la regadera me permite asearme, masajearme, pensar, reflexionar, precisar mi agenda... salgo bastante completo a mis actividades cotidianas y lo que mayormente disfruto en la vida es servir a mi semejantes.

¿Y por qué dice que ahora es el hombre más feliz?

Pues soy un hombre muy feliz, demasiado, hasta me chiveo, porque luego veo a compañeros en estado de tristeza, atrapados por la desolación, alicaídos. Yo estoy profundamente realizado.

¿Es feliz por el triunfo de Andrés Manuel?

¡Imagínate!, recuerdo el domingo del fraude de 2006 y cómo ahora la victoria fue tan contundente que ya no le pudieron hacer otro. Esos dos momentos los tengo como fotografías en mi memoria.

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De acuerdo con Gonzalo, el triunfo de López Obrador le provocó pasar de la felicidad a la locura, porque toda su vida estuvo luchando por la conquista del gobierno, del poder político, por lo que esa noche del 1 de julio del año pasado prácticamente no pudo dormir.

“Me la pasé gritando, agradeciéndole a la gente en redes sociales, no tenía ni sed ni tenía hambre, habíamos preparado un mezcal para celebrar por si ganaba, pero ni el mezcal nos pudimos tomar porque la borrachera, en esta ocasión, fue espiritual.

Y sí, se le ve muy feliz... ese mezcal espera ser destapado.

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