Víctor Flores, egresado de Biotecnología del Tecnológico de Monterrey, logró crear un bioplástico inteligente hecho a base de almidones de papa y otros vegetales, cuya degradación no requiere de condiciones de composta para degradarse; además, su biomaterial contiene microorganismos que se activan al entrar en contacto con residuos orgánicos, lo que permite acelerar la degradación de desechos al llegar al basurero.
Junto con su compañera Paula Gómez, de la licenciatura en Creación y Desarrollo de Empresas, buscan consolidar convenios con los industriales del plástico para la fabricación de bolsas de este nuevo material.
“Un plástico biocompostable necesita un tratamiento especial, que prácticamente es una composta o una forma de tratar los residuos sólidos orgánicos; la desventaja es que en Ciudad de México no más de 10 por ciento se tratan, por lo tanto un plástico biocompostable terminaría siendo solo basura.“Ante esta situación, lo que hicimos fue fusionar dos tecnologías: la del bioplástico y la del tratamiento de basura, creando un producto que pueda detectar los residuos orgánicos y degradarlos, de esta forma atacamos dos frentes: reducimos la producción de plásticos y al mismo tiempo ayudamos a la degradación de residuos que producimos en casa”, explicó Víctor Flores en entrevista con MILENIO.
Detalló que ese material contiene organismos inactivos, considerados inofensivos para el contacto del humano, por lo que las bolsas hechas con ese material “pueden estar en tu alacena sin problema, pero al momento de entrar en contacto con el basurero, los residuos orgánicos se activan y empiezan a trabajar y degradan los residuos”, indicó.
Comentaron que esta es una opción ante la entrada en vigor la nueva ley de residuos sólidos que prohíben la comercialización y distribución de bolsas de plástico de un solo uso en la capital, pero excluyen bolsas compostables que aún no se fabrican en México y para lo cual requieren un plan de manejo de la Secretaría de Medio Ambiente. _
RLO