La crisis de suministro de agua en la alcaldía de Iztapalapa no impidió que un grupo de sujetos lanzaban globos y cubetadas de agua a choferes y pasajeros del transporte público capitalino.
Un individuo se encargaba de hacer la parada. Cuando el microbús se detenía, salían de su escondite, una capilla religiosa, sus amigos, seis hombre y una mujer, lanzaban globos y cubetadas con agua, para después esconderse en un callejón, incluso, en una casa cercana.
Los sujetos, muchos de ellos entrados en años, repitieron varias veces la acción, a pesar de que el Gobierno de CdMx exhortó a los ciudadanos a cuidar el agua. Eran encubiertos por familiares y vecinos.
La disposición fue ignorada, a pesar de que llegó una patrulla e inspeccionó la zona, vio a los sujetos, pero fueron encubiertos por familiares y vecinos.
Pero en Iztapalapa la tradición se impuso. Familias completas se cooperaron para el “chesco” —25 pesos por mil litros— y llenaron las piscinas inflables.
Con 88 años, Josefina Medina Castro, fue lanzada a una piscina. Ella rió y dijo: “No podemos pagar un balneario, pero sí divertirnos; el agua no se desperdicia, porque la echamos a las plantas del parque”.