La situación económica no impidió que Austreberto Martínez Galván cumpliera el sueño de sus hijos. Ante la imposibilidad de comprar un carrito ahora se dedica a hacer autobuses a escala que pueden ser manejados por niños.
Los autobuses los maquila en el patio de su casa, en el municipio de Almoloya de Juárez, Estado de México, son artesanales y totalmente funcionales; cuentan con luces e incluso sonido para que los más pequeños sientan que conducen un vehículo de verdad.
“Son para que los niños los manejen y tengan una experiencia como si fuera un autobús real. Muchos quisieran tener un carro. No había visto hasta que nosotros empezamos hacer ese tipo de trabajo y gracias a Dios aquí está”.
Los camiones son prácticamente réplicas de los de tamaño real y hay varios tipos desde turismo, urbanos, de viaje largo e incluso de equipos de fútbol, ya que para él no hay límites.
Los vehículos están fabricados principalmente con lámina galvanizada, fibra de vidrio, pintura y serigrafía para las letras y una parte de las cromáticas. Esta última acción se la pide a uno de sus amigos.
El resultado es un vehículo de 80 centímetros a un metro de alto y hasta 1.5 metros de largo, mientras que el peso va de 50 a 80 kilos de acuerdo a los materiales y acabados con los que cuente, por lo general cuentan con dos plazas, para que un niño maneje y otro disfrute el viaje como acompañante en la parte trasera.
Cabe señalar que incluso hay un trabajo de electricidad, ya que los camiones encienden y apagan luces, tienen direccionales e incluso reproducen música a través de pantallas y bocinas. Son alimentados por baterías eléctricas y operan con pedales para que la experiencia sea lo más real posible.
Lo sorprendente del caso de Austreberto Martínez es que la necesidad lo orilló a crear este oficio, porque antes no sabía cómo trabajar metales, cortarlos, soldarlos o realizar el diseño.
“Significa mucho porque es un proyecto que realmente empezó de la nada… hacemos todo a mano, yo no sabía soldar, darle el ángulo correcto para la herrería, porque debe ser de medidas exactas, ángulos para los ejes, la forma de los carros; entonces fue un proceso muy difícil, pero seguimos con esto y esperamos que esto siga dando vida y siga llevando alegría a los niños, que es lo que más importa”.
Un accidente, el origen
Austreberto lleva ya casi dos años fabricando estos vehículos, ya que desde la pandemia de covid-19 iniciaron el proyecto; sin embargo, el camino no ha sido fácil.
Trabaja como chofer de un taxi colectivo en Almoloya de Juárez, una práctica irregular de acuerdo con la Secretaría de Movilidad del Estado de México (Semov), pero tolerada en el Valle de Toluca porque garantiza el desplazamiento de los ciudadanos.
Una noche fue embestido por un vehículo y sufrió lesiones en cadera y columna, lo que provocó que la movilidad de este hombre de 37 años se viera afectada según el esfuerzo que realiza. En una ocasión, uno de sus hijos le pidió a Los Reyes Magos un carrito, pero la crisis económica no se lo permitió, por lo que decidió hacer uno y así fue como comenzó este proyecto.
“Los Reyes Magos no lo pudieron traer a raíz del accidente que tuve, una camioneta me pegó en el taxi que traía, quedé mal y a raíz de eso se me ocurrió hacerle uno para que se subiera. Al principio fue de pedales, ya después se me ocurrió hacerlo eléctrico”.
El arquetipo, el número cero, fue creado con materiales y desperdicios domésticos. Hoy lo conserva con cariño en su casa porque es el punto de partida de su idea.
“El primer carro que se hizo fue de material reciclado, trae partes de televisión, tiene partes de una lámina de acrílico, de estéreos, de un diablito y partes de herrería, eso fue con lo que inició el primero, ya después cuando empezamos a ver que le empezó a dar gusto a la gente una persona nos pidió uno y fue como que se me ocurre hacerlos de herrería”.
MMCF