Son muchas situaciones las que hacen sonreír al arzobispo de Tulancingo, Hidalgo, Domingo Díaz Martínez (1948); una de ellas son las demostraciones de aprecio de los feligreses, la comida y recordar el buen rockero que fue hace más de 50 años.
Tras su vestimenta formal y apegado a las reglas que marca la Iglesia católica, el arzobispo hace una pausa en su andar, siempre deprisa, para revelar un poco de su vida personal, sus gustos y el entusiasmo que tiene al cumplir 71 años de vida, de los cuales lleva más de 40 ejerciendo en el sacerdocio, pues desde muy joven supo cuál sería su vocación.
¿Cuál ha sido el festejo de cumpleaños que más recuerda?
Todos los cumpleaños son especiales y el 4 de agosto cumplí 71 años; para mí cada cumpleaños es un escalón y hay que seguir subiendo, porque los bienes mejores están más arriba y lo hago con cariño y amor al Señor. Siempre que cumplo años lo hago con gusto, con alegría.
¿Cómo festejó en esta ocasión su cumpleaños?
Preparé algo en casa.
¿Tiene Domingo Díaz algún pasatiempo favorito?
Lo que más me gusta a mí es estar con la gente, porque toda es distinta, sus miradas, sus ojos son diferentes y encuentras siempre algo distinto en las personas que te rodean, porque es la creatividad que Dios le pone a cada uno de sus hijos.
“Casi todos los días ofrezco celebraciones en las que puedo estar en contacto con la gente, y siempre intento deslumbrarme con las creaciones que Dios me pone en el camino”.
Y más allá de convivir con la gente, ¿qué hace en el momento que tiene con usted mismo?
Todas las mañanas le dedico un momento de oración al señor; estoy con él durante una hora u hora y media o el tiempo que tenga, porque son los momentos claves y personales para mí.
¿Cuál es su comida favorita con la que gusta consentirse?
(Risas) Toda la comida me gusta, no tengo predilección por algún platillo o bebidas, porque todo me gusta. Como carne, como de todo y si no hay carne, pues entonces como lo que haya, aunque sí me mido, ya que si como mucho un día ya le mido en la otra ración, pero no digo nada, como todo lo que me dan.
¿Sabe cocinar?
Pues yo diría que me gusta cocinar, aunque la verdad no sé mucho, pero me defiendo haciendo unos huevitos de cierta manera, unas quesadillas, carne asada o ensaladas, porque me gusta hacerlas, me quedan muy bien y además cuido mucho mi alimentación.
¿Le gusta el cine?
Sí, aunque no me considero cinéfilo, porque tengo muchísimos años que no veo una película, la última que fui a ver es La vida es bella, una excelente película, pero la verdad lo que más me gusta es el teatro. Me gusta mucho El diluvio que viene y muchas más, y cuando me entero de que vendrá una obra de teatro a México, intento ir siempre.
¿Cuál es su música favorita?
Me gusta toda la música: la mexicana, la instrumental, la clásica, la romántica, aunque últimamente no he escuchado ni conozco de los cantantes nuevos, pero me gusta Marco Antonio Muñiz.
¿Le gusta el rock?
¡Pero por supuesto que me gusta el rock, el mexicano, yo tocaba rock! Yo tocaba la guitarra para interpretar canciones de rock de Enrique Guzmán, de César Costa, los Teen Tops y aunque no bailaba, sí tocaba el rock; llevo dentro el corazón de rockero.
“He de confesar que a veces escucho algunas de estas canciones, ya no tan seguido, pero sí, como “El rock de la cárcel” o “El rock del angelito”; en fin, el rock me gusta mucho”.
¿Quién le enseñó a tocar la guitarra?
Ahí en el seminario, viendo a los demás que sabían tocar. La música y el goce del alma, a través de ésta, no está peleado con la religión.
Y así, entre aplausos de los asistentes a la homilía, el arzobispo se retiró para continuar con su agenda y seguir con su vida, de la cual reafirma no tener miedo a la muerte, “porque este es un peldaño más para estar más cerca de un bien mejor”.