Para combatir la delincuencia en la Ciudad de México, la Unidad Canina de la Policía Bancaria e Industrial (PBI) ha capacitado a 12 binomios, cuyas especialidades van desde la detección de drogas y explosivos, hasta la guardia y protección en calles de la capital.
Esta unidad está conformada por tres hembras y nueve machos, quienes llegaron a la PBI con una edad promedio de ocho meses a un año para comenzar su adiestramiento. Los canes realizan varias pruebas de socialización para observar su temperamento y la reacción cuando corre tras una pelota, la cual es utilizada como atractor para poder entrenarlos, ya que así asocian esta actividad como un juego y no como un trabajo.
Durante su proceso de entrenamiento forman un vínculo con su entrenador, ya que este pasa todo el tiempo con el perrito para que se acostumbre para cuando comience con sus funciones en la policía.
“El vínculo se crea con el entrenamiento, cada elemento tiene un perro asignado y lo saca a caminar, lo baña, lo cepilla, lo cuida pues y así es como se crea el vínculo del binomio. Tardan más o menos entre dos o tres semanas, hasta un mes ya para que empiece a agarrar el atractor el perro, para que empiece a agarrar el aroma, y más o menos en dos o tres meses ya está listo para salir a trabajar en un 80 por ciento”, explicó a MILENIO Samuel Baltazar, jefe de la Unidad Canina de la PBI.
Las nueve machos y tres hembras de nombres —Diablo, Kranos, Tango, Bastos, Polvo, Killer, Rino, Héctor, Drocko, Tecla, Target, y Molly—, son desplegados en diversos puntos estratégicos en los que los efectivos de la PBI ofrecen servicio de protección y vigilancia, así como búsqueda de a explosivo, de sustancias prohibidas y de personas en estructuras colapsadas.
En el rubro de localización de drogas destacan Molly y Polvo, dos de los perritos más experimentados, quienes ya han ayudado en la detención de un par de narcomenudistas en el CETRAM de Tacubaya.
“Tenemos tres perros de enervantes, tres de explosivos y los demás son de guardia y protección pero esa más que nada presencia para disuadir. Los de enervantes, Polvo y Molly, en el CETRAM de Tacubaya es donde han detectado y fue como pudimos decomisar droga a narcomenudistas”.
En el caso de Molly, siendo uno de los caninos más experimentados en la unidad, actualmente recibe capacitación para formarse en la búsqueda y localización de personas en estructuras colapsadas. Otros de los más experimentados son Héctor y Tango, el primero especializado en la detección de artefactos explosivos, y el segundo es un veterano que en los próximos meses se jubilará.
“Tenemos uno que es muy bueno en la búsqueda de explosivos que se llama Héctor, y Tango es un poco más tranquilo a la hora de buscar, pero es muy seguro, es in perro ya grande y es de los que se va jubilar próximamente”.
Los canes de la Policía Bancaria e Industrial ejercen un servicio de ocho años, aunque hay casos que llegan a nueve, y posteriormente se jubilan para tener una vida en casa, que en la mayoría de los casos es la de su compañero de binomio.
“La edad de trabajo para que se retiren es de ocho años, nueve si el perro aguanta un poco más, posiblemente aguanten más. Bueno, los perros también son policías, son nuestros compañeros de trabajo y entonces los jubilamos a los ocho años para que ellos puedan probar otro tipo de vida. Una vez que se da de baja al perro, que ya no es policía, se lo lleva el compañero que lo atiende, su binomio se lo lleva. Se podría decir que el que lo cuida, se lo lleva”.
Samuel Baltazar lleva poco más de 20 años en la Unidad Canina de la PBI donde ha trabajado con al menos seis perros y destaca que ellos deben recibir el mismo trato que su entrenador al ser sus compañeros de servicio.
“Aquí nosotros nos hacemos a la idea de que nuestros perros, nuestros binomios son compañeros de trabajo, tienen que tener el mismo cuidado para con nosotros como para ellos. Son nuestros compañeros de trabajo, con ellos tenemos que salir a trabajar a la calle y con ellos tenemos que regresar, así debe de ser”.
dmr