Durante la pandemia del covid-19, más de un millón de pequeñas y medianas empresas cerraron sus puertas por falta de recursos económicos, materiales y humanos; sin embargo, la zapatería Rhoncus decidió aventurarse y subir sus cortinas pues “la apuesta era mucha para dejarse vencer”.
Por más de siete años, los maestros zapateros Arely, Benjamín, Enrique y Marco pensaron en crear una empresa que preservara las tradiciones mexicanas con zapatos de caballero elaborados a mano con la técnica del Opanka. Con su trabajo como consultores en Desarrollo Organizacional, lograron juntar 120 mil pesos para equipar un local en la alcaldía Venustiano Carranza de Ciudad de México.
Con una prensa de corte, sus ahorros y un tanto de creatividad en el diseño de zapatos de lujo, comenzaron la tarea. Cuando tenían por lo menos diez diseños entre botines de vestir, zapatos brogue, mocasines, derbi y zapatos tipo náuticos, decidieron crear su empresa en octubre de 2019, para empezar a atender al público en marzo de 2020.
“El proyecto se fue cayendo poco a poco porque nadie compraba productos de lujo. Cuando inauguramos no teníamos una idea concreta de lo que significaba una pandemia para la industria productora”, contó a MILENIO, Arely Flores.
Como estrategia ante las escasas ventas, decidieron tomar las redes sociales como aliadas y abrieron su cuenta en Instagram. De esta manera y en alianza con sastrerías, sus ventas comenzaron a aumentar.
“La apuesta era mucha para dejarse vencer, vendíamos de uno a tres zapatos al mes, no era ni un poco de lo que esperábamos. Nos había costado mucho trabajo: el concepto, las manos que participaban, la inversión y nuestro trabajo, no podíamos dejarnos caer”, afirmó Benjamín Zanabia.
Al continuar con el proyecto, se enfrentaron a otro problema derivado de la pandemia: la escasez y elevación de precios de productos primarios como el cuero y las suelas. “Se cerraron las fronteras, entonces los productos escasearon y eso encareció casi todo; hubo productos que subieron de precio hasta en un 80 por ciento. Si una suela nos costaba cien pesos el kilo antes de la pandemia, ahora nos cuesta de 200 a 300 pesos”, explicó Zanabia.
Aún con las dificultades, la zapatería se mantuvo y espera que con la reapertura gradual puedan subir sus ventas y cumplir con su meta de vender cinco pares por semana, pues “nos daría una estabilidad muy grande; entonces sabríamos que todo valió la pena”.
“Sabíamos que quien resistiera la pandemia y quien llegara al final iba a sobresalir, entonces dijimos: a seguir trabajando”, concluyó Arely Flores.
FS