La chef Guadalupe Lozano Garfias, propietaria del restaurante “La Chiquita Poblana”, preparará chalupas en la cocina de su negocio, uno de los más antiguos de la entidad con 124 años, con el fin de ayudarse a mantenerlo. Ella presume que este plato es creación de su bisabuela Francisca Hernández y abuela Rosario Parra Hernández.
Además de rendir un homenaje a sus antecesoras y a este platillo emblemático de la gastronomía poblana, la iniciativa apoyará a los artesanos del Barrio de la Luz toda vez que cubrirá los pedidos que le realicen durante el próximo fin de semana en ollas fabricadas en barro.
“Estamos en la lona porque tenemos cerrado desde hace siete semanas el negocio y estamos cumpliendo con el pago de impuestos, gastos corrientes, pago de nómina (…) Estamos empezando la incorporación de la activación, planeando con los lineamientos que te piden a nivel federal, que aportes al IMSS y la certificación para nuestros colaboradores”.
Informó que este jueves el personal puso en marcha el proceso de higiene del local, el cual se encuentra en el Paseo de San Francisco; además, inició la capacitación al personal sobre la aplicación de un plan de contingencia.
En cuanto a su vendimia, contó que la idea surgió a partir de que sus clientes habituales le empezaron a solicitar platillos.“Muchos me expresaron nostalgia por no poder consumirlos, así que lo consideramos y nació la idea, pero mantendremos todos los protocolos y cumpliendo con lo que nos permiten, que es la entrega a domicilio y, obvio, no habrá servicio en el restaurante”.
Apuntó que la dinámica para la venta es la previa confirmación del pedido vía telefónica, o a través de las redes sociales de su restaurante.
Con alegría informó que hasta la mañana del jueves sumaba 25 pedidos, quienes contabilizaban más de 50 cazuelas, lo que representa un 70 por ciento de los platos que estima vender por día, que sería de 75. “Pero podríamos cubrir hasta 90, pero no más”.
Respecto a la sinergia con los alfareros, Guadalupe Lozano mencionó que la consideró porque es una costumbre de su negocio servir este platillo en cazuelas de barro, además de que tiene la impresión de que es “un sector al cual nadie lo escucha por ser tan pequeño y el cual no ha levantado la voz”.
La chef añadió que otro de los motivos que les orilló a tomar esta decisión fue el considerar que es un platillo muy difícil de manejar, “además de que el barro permite que lleguen calientes”.
“Necesitan salir adelante y en ese caso, hay que considerar que son toda la familia la que está involucrada y que es un arte de muchas generaciones por lo que tenemos que contribuir a que perdure”.
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