Un viaje a la naturaleza en la Reserva de la Biósfera de Tehuacán, Puebla

EDICIÓN FIN DE SEMANA

Este lugar es Patrimonio Mixto de la Humanidad, y además de la diversidad biológica, tiene cuerpos de agua cristalina de 50 u 80 metros de ancho.

Un viaje a la naturaleza en Reserva de la Biósfera de Tehuacán, Puebla | EsImagen
Apolonia Amayo
Puebla /

Recorrer caminos angostos y sinuosos, acantilados, pasar por barrancas, escuchar el canto de las aves y estar rodeados de bosques de cactáceas forman parte de los escenarios que hay en la travesía de 151 kilómetros que fueron diseñados para quienes gustan del turismo de naturaleza y que hoy se pueden disfrutar en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán.

Ramón Montero, guía federal y responsable de integrar esta ruta turística, que es la única en el centro de México y en el estado de Puebla, la primera hecha por un mexicano, dijo que le llevó dos años desarrollar esta travesía.

Es similar a la de Santiago de Compostela en España, y hay otras más en Argentina y Estados Unidos, entre otras, que duran cuatro, cinco u ocho días.

En el caso de esta nueva opción, durará siete días, y en este tiempo recorrerán 151 kilómetros que atraviesan nueve municipios y 16 comunidades.

Explicó que los asistentes disfrutarán de la naturaleza que hay en este desierto que es único en el planeta. Está considerado como un bosque y, a diferencia de los que hay en el norte del país, como Zacatecas, Sonora y Chihuahua, donde también hay cactáceas, en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán hay un bosque de cactáceas. Hay lugares donde la vegetación es tan densa que no ha llegado el hombre; hay espacios donde hay hasta 16 cactus por metro cuadrado y difícilmente puede entrar un mamífero, solo una serpiente o un ave.

Diseño de la ruta

Para tener esta ruta, un grupo de personas trabajaron durante dos años y caminaron casi 800 kilómetros para definir los senderos y caminos rurales a los que puede llegar una camioneta en caso de alguna emergencia.

La travesía

Ramón Montero, mencionó que este trayecto busca mostrarle al mundo que los desiertos tienen vida. La imagen típica de un mexicano al pie de un cactus, con su sarape y una víbora de cascabel enrollada, y el cráneo de una res muerta, no representa a la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán.

Este lugar es Patrimonio Mixto de la Humanidad, y además de la diversidad biológica, tiene cuerpos de agua cristalina de 50 u 80 metros de ancho.

Añadió que es por eso que recorrerlo implica un procedimiento que incluye un día de campamento para recepción y capacitación de las personas. Se les instruye sobre cómo utilizar el equipo, la forma de amarrar los zapatos, cargar el equipo, tomar los descansos y el lenguaje de señas y de comunicación, porque no deben generar ruido por respeto al espacio.

Durante este tiempo, las personas transitarán a pie alrededor de 80 kilómetros; el resto lo harán a bordo de bicicleta, caballo y también diseñaron una pequeña embarcación para cruzar los ríos El Grande, Juquila y un ramal del río Cacaloapan. Además, conocerán las tradiciones y cultura de los habitantes de las etnias Popoloca, Mixteco, Ixcateco y Náhuatl.

Explicó que esta es una travesía en la que no se deben tocar las plantas para no dejar rastro. Su estancia debe ser “sin dejar huella”, uno de los conceptos internacionales del ecoturismo. Por eso, llevan equipos especiales para hacer sus necesidades fisiológicas y herramientas para dejar los espacios donde pernocten como si no hubiesen estado. No utilizan recursos naturales para hacer fogatas; lo hacen con alcohol sólido. No dejan basura, e incluso si comen algún fruto que no es de esa zona, no dejan las semillas porque eso perturba el sistema.

“Tenemos reglas que, cuando hagamos los campamentos, tanto los visitantes como el equipo que los guía, deben hablar en voz baja, no escuchar música; lo único que pueden llevar es su cámara fotográfica o celular para tomar fotografías, esto para no impactar en las aves y en todo lo que hay alrededor”, dijo Montero.

Esta travesía muestra lo que hay en México. Tiene gente que conserva toda esta riqueza, que es sabia en el cuidado de la naturaleza, de donde se alimenta, se cura y disfruta, comentó Ramón Montero.

AAC

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