Psicóloga por la UNAM y normalista por la Benemérita Escuela Nacional de Maestros, en algún momento de su vida Layda Sansores (Campeche, 1945) quiso ser monja, pero la política se impuso.
Su padre, Carlos Sansores, fue dirigente del PRI y gobernador de Campeche, mientras ella fue senadora en los periodos 1994-2000 y 2012-2018, diputada en 1991-1994 y 2006-2009, y candidata a gobernadora en 1997 (PRD) y 2003 (Convergencia).
Hoy alcaldesa en Álvaro Obregón, Layda dice ser feliz con su vida. Le encanta bailar salsa, asumirse como la doctora Watson de Sherlock Holmes, además de ser fanática de Pumas. Incluso aprendió a manejar de tal manera el capote ante sus adversarios que ni el ex asambleísta Leonel Luna la pone de malas.
¿Quién es Layda?
Una mujer feliz y libre, desde niña tuve un sentido de justicia y me llevó a pagar la factura a los nueve años, pues era del grupo de excelencia en un colegio de monjas, y cuando la maestra de Educación Física me dijo que le tenía que pegar a mi hermana con una pelota para jugar quemados, le dije que no. La madre superiora me aseguró que me quitarían la banda.
¿La regañaron sus padres?
Mi mamá me comentó que debía pedirle perdón a la madre, pero mi abuela me dio las primeras lecciones de dignidad, pues de ninguna manera lo tenía que hacer; la equivocada era la monja. Mi abuelita era una autoridad; mi mamá se quedó callada y mi papá nunca la contradijo. Regresé a la escuela y les dije que guardaran de recuerdo su banda. Pagué con gusto, fue una enseñanza de ser honesta, justa y libre; es un lujo, cuesta caro, pero hice lo correcto.
¿Qué le gusta leer?
La poesía, la recitaba en la escuela. Empecé con Rabindranath Tagore y Gabriela Mistral. En la adolescencia leí Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, pero con Tagore era obsesiva, aunque también me gustaban los libros que hablaban de esclavos y los de Sir Arthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes.
¿Le gusta la investigación?
Me encanta, en la alcaldía hay un chico a quien llamo Sherlock y yo soy la doctora Watson porque siempre investigamos, hemos atrapado a varios delincuentes y hallado obras escondidas por ahí. He leído a Hermann Hesse, me impacta; El Quijote, de Miguel de Cervantes, no lo capté en la secundaria, pero ahora es como mi Biblia, pues en noches de insomnio, en la página que lo abra, disfruto de sus frases.
¿Está leyendo algo más?
Sí, ¡Al Grito de Guerra! Historia y significado del Himno Nacional, de José Antonio Crespo; leo todo lo que me llega a las manos de Laura Esquivel, Elenita Poniatowska e Isabel Allende, entre otras. No hay libro que deseche.
¿Ve televisión?
¡Nunca!, solo cuando estaba mi legítimo amante, Romeo (Ruiz Armenta, embajador de México en Guatemala), llevamos 30 años de legítimo amasiato. Él veía algunos noticieros y lo acompañaba, pero mientras él los veía, yo chateaba y contestaba a los vecinos.
Ahora, al llegar a casa, contesto el Twitter, termino como a la una de la mañana y salgo muy temprano para ir al gabinete de Seguridad de la alcaldía, y como cuando fui maestra, llego feliz a ver qué reto hay; un abrazo amoroso de la gente me nutre, ya aprendí a esquivar y capotear a los oponentes.
¿Cocina?
No sé ni prender la estufa. Me propuse no hacerlo porque mi mamá era esclava de la cocina.
¿Practica algún deporte?
Soy muy floja, veo de todo, y como el estadio de CU queda cerca de casa, escucho cuando los Pumas anotan gol, pero prendo la televisión para ver la repetición y me dan más ganas de trabajar. También puedo ser juez en gimnasia olímpica, pues acompañé a una hija desde los seis años a sus cuatro horas diarias de clases durante muchos años. Podría decirse que mi deporte es el baile.
¿Le saca brillo al piso?
Sí, hay quien dice que como alcaldesa no puedo bailar, y aunque no sé mucho de pasos, lo hago, me vale lo que digan; me verán bailar salsa y lo hago por ser feliz, siempre traigo la sonrisa, estoy de buen humor desde la mañana hasta que llego a mi casa, ni Leonel Luna me pone de malas.
¿Qué otra música le gusta?
La clásica, me dicen que mi bisabuelo fue pianista de la emperatriz Carlota y uno de mis hermanos canta ópera. Gracias a que descubrimos siete bodegas llenas de bocinas que tenían en la otra administración, en la sede de la alcaldía decidimos ponerlas para que haya música todo el día.
¿Le debe algo la vida?
Tengo todo: familia, trabajo, amigos, me casé con el papá de mis hijos, reencontré a Romeo, y aunque quería ser monja, tan es así que había días que estaba enclaustrada leyendo La vida de Santa Teresita del Niño Jesús, creo que hoy no necesito ir a África de misionera, encontré la mía, hay muchos retos en Álvaro Obregón y eso es lo que me anima a darle más color a mi vida, quiero que todos sean felices y me he propuesto hacer lo que se necesite para lograrlo.