Guadalupe Chavira de la Rosa (Ciudad de México, 1968) fue la primera jefa delegacional electa de Milpa Alta y no designada por el jefe de Gobierno, facultad que tuvo hasta antes de 2000.
Socióloga por la UNAM, a los 10 años le tocó ver cómo quemaron viva a una persona en el bosque de Milpa Alta, y ahí comprendió que “a un pueblo no se le puede engañar, no se le puede fallar, no se le puede mentir y tampoco puedes ir en contra de sus intereses”.
Hija de docentes, refiere que “la política es una forma de transformar para hacer cambios, no para servirse, y que la democracia no es cuestión de militar en un partido, sino una actitud de vida”. Actualmente es diputada local por Morena en el Congreso de la Ciudad de México.
¿Cómo fue su infancia?
Cuando tenía 10 años estaba el Movimiento por la Defensa de los Montes de Milpa Alta. Hubo un pleito con el entonces regente de la ciudad, Carlos Hank González, y querían hacer una fábrica para alimentar, a partir del bosque, a Loreto y Peña Pobre, que era la fábrica de papel y la explotación de madera. La gente se organizó, iba con mis hermanos y primos a hacer los plantones para ver que no subiera nadie al bosque a intentar saquear los bienes de la comunidad.
Me tocó estar a unos tres metros de donde quemaron a un líder, quien era el que negociaba la venta del bosque y pues fue ahí una de las cosas que me impactaron en la infancia. Con una cubeta le echaron gasolina al cuerpo y le prendieron un cerillo. Me impactó muchísimo y es parte de lo que siempre tengo en la memoria, y cuando me tocó ser jefa delegacional, pues ya sé que a un pueblo no se le puede engañar, no se le puede fallar y no se le puede mentir y tampoco puedes ir en contra de sus intereses.
¿Dónde empieza su inquietud por la política?
Cuando una de mis hermanas participaba con Rosario Ibarra para la candidatura a la Presidencia de la República y ella me invitaba a ir a las reuniones. Aunque también un poco el espíritu de mi papá, que fue parte del movimiento magisterial de Othón Salazar.
¿Quién fue su mentor político?
Porfirio Muñoz Ledo es mi mentor político. Con él empezamos a hacer el movimiento cuando todavía la corriente democratizadora no se gestaba. Yo no había militado en ningún partido y empecé a participar más activamente en la corriente democratizadora. Con Muñoz Ledo uno entiende temas de política; él siempre echaba discursos que te creías, porque te decía: ‘ustedes son parte de esta gran transformación nacional’. Nosotros, jóvenes apasionados, creíamos que estábamos en esa etapa concretizadora.
¿Cuándo ve que toda su lucha vale la pena?
Una primera etapa fue con la formación del PRD, yo fui en ese entonces delegada cuando se fue gestando la construcción del partido en todo el país, y cuando empezamos a tener presencia y ganamos terreno.
Una segunda, cuando ganamos la ciudad por primera vez con Cuauhtémoc Cárdenas en 1997 y la tercera etapa, cuando se ganó la elección interna para la jefatura delegacional de Milpa Alta.
En este último hecho, Rosario Robles impugna mi victoria interna; pero me reuní con Andrés Manuel López Obrador y me dijo: “hasta con un voto se gana en la democracia, y tú ya ganaste, comienza tu campaña”. También me dedicó una mañana para decirme cómo se administra el dinero, aún guardo la hoja en donde me explicó.
Si no se hubiera dedicado a la política, ¿qué sería?
Médico, pero creo que es una carrera de disciplina. Mis familiares son médicos. Mi hija quiere estudiar medicina.
¿Cuáles son sus hobbies?
Me gusta leer sobre historia, caminar, cocinar, el cine, la música y series para distraerme.
¿Qué platillo es su especialidad?
Me sale la comida típica de mi pueblo, hacer un buen mole, un mole de olla, una pasta o un postre.
¿Cuál es su platillo favorito?
Los nopales y el mole. También los tamalitos de frijol y de alberjón. ¡Ya se me antojaron!
¿Cuál fue la última serie que vio?
Marsella, con Gérard Depardieu.
¿Música y artista favorito?
Entre lo que me gusta de música es el sax, flamenco y la bohemia. Hace mucho tiempo cantaba y llegué a tener gusto por el canto. Me gusta, Raphael y de joven Enrique Iglesias.
¿Tiene algún libro favorito?
Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.