En clavada en el corazón de Atlacomulco, Estado de México, se erige la modesta Capilla del Señor del Huerto, una especie de Gran Elector -hasta Elector Divino- que le hace el milagro a los políticos para ganar elecciones.
Cuenta la leyenda que en el siglo pasado, por 1968, estaba por definirse la elección de candidato a gobernador mexiquense; uno que tenía posibilidades, pero no era el favorito del Grupo Atlacomulco, por no ser oriundo del municipio era el profesor Carlos Hank González.
Por aquellos días ingresó a la capilla con adornos de color dorado y que apenas tiene dos vitrales. El profesor se arrodilló ante la imagen divina y le pidió misericordia y que intercediera por él para ganar el cargo.
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Junto al priista había un campesino que rezaba un poco más fuerte, pues había perdido su cosecha y animales a causa de unos malandros. Hank González no lograba concentrarse por el ruego hasta que se acercó al campesino y le preguntó: “¿Qué le había pasado?”, “¿Por qué milagro viene?”
Tras escuchar la tragedia le volvió a cuestionar: “¿Y cuánto vale lo que le quitaron y lo que perdió?”, “mil pesos”, le respondió. Por lo que sacó la cifra de dinero, se lo entregó y le pidió irse para que “no me distraiga al santito que tengo una petición importante”.
El resto es historia. Hank González se hizo de la nominación priista y de la gubernatura en el Estado de México.
El rector del santuario del Señor del Huerto, Jorge Alberto Becerril, da fe de lo popular que es entre los políticos su santo y reconoce que hasta en lo divino dejan ver su ADN de embaucadores, pues una vez que les hacen el milagrito, no regresan a agradecer.
“Los políticos vienen a pedir protección y ayuda, como cualquier otra persona, que hace su oración, su manda, pero eso sí pocas veces, en pocas circunstancias, regresan a agradecer”, dijo.
El padre defiende a su santo y resalta más milagros en cura de enfermedades, principalmente, que lo ha hecho muy popular en la zona norte del Estado de México.
Recuerda la ex dirigente del PRI en Atlacomulco, Itzel González, que cuando el ex presidente, Enrique Peña Nieto, fue intervenido para extraerle un nódulo en la tiroides en julio de 2013, eran constantes sus visitas al Señor del Huerto.
Es por ello que durante su mandato no dejaba pasar mucho tiempo para ir y rezarle al santo de su infancia, al que veía todos los domingos por el fervor de su familia.
“Cuándo se le complicaba alguna situación, venía al municipio, a la iglesia, y todos sabíamos que estaba aquí porque estaban cerradas las calles del rededor de la iglesia y con mucha seguridad del EMP, para cuidar al ex presidente EPN”, detalló.
A unos días de una elección que se percibe difícil para el PRI y que solo un milagro podría darle el triunfo a Alejandra del Moral, el señor del Huerto tendrá su prueba divina.
Por ello, Itzel González se encargó de entregar una imagen y otros souvenirs de la parroquía a su abanderada que visitó el municipio en su primera semana de campaña para que la ayudara con los resultados de los comicios del 4 de junio.
“Esperemos que nuestra candidata regrese, ya se lo hemos comentado para que venga y cumpla con la tradición de Atlacomulco. Esta es tierra de gobernadores y no le va a fallar el Señor del Huerto para que lleguemos a ese gran triunfo”, imploró.
La fiesta del Señor del Huerto es la tercera semana de septiembre, que este año coincide con la toma de protesta de la futura gobernadora del Estado de México.
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Leyenda del Señor del Huerto
A mediados del Siglo XVII, una anciana de Atlacomulco era poseedora de un pequeño huerto que cuidaba con esmero y cariño, en el que resguardaba una bella imagen de Jesús a la que veneraba con profunda devoción, colocando a sus pies flores que ella misma cultivaba y le dedicaba algunas oraciones.
La mujer se caracterizaba por ser sumamente bondadosa y caritativa, pues gustaba de recoger los frutos de su cosecha y compartirlos con los vecinos de la comunidad. Pasado un tiempo, los pobladores se percataron de la ausencia de la mujer y nadie sabía dar razón de ella, por lo que decidieron ir a buscarla a su casa, llevándose una triste y conmovedora sorpresa: la solitaria mujer había muerto de rodillas a los pies del Cristo y a pesar de llevar varios días sin vida, su cuerpo no presentaba signos de descomposición y en el huerto se percibía un suave y delicado aroma.
Después de darle cristiana sepultura a la mujer, una familia fue la encargada de custodiar la sagrada imagen del Cristo, al que los pobladores comenzaron a llamar El Señor del Huerto en honor a aquel lugar donde fue venerado fervorosamente por una santa mujer.
Con información de El color de la fe.
aag