Tomar cerveza y trabajar en pijama: las confesiones de home office

Coronavirus en México

Trabajar en pijama, ver películas o videos y tomar durante el trabajo son algunas cosas que quienes laboran de forma remoto por la pandemia han podido realizar.

Como parte de las medidas ante la pandemia, el home office fue implementado./ MILENIO
Adriana Anguiano, Alberto Evangelista, Nancy Corro, Fernanda López, Luis Madrid y Guadalupe Barbosa
Ciudad de México /

¿Alguna vez pensaste que sería posible echarte una pestañita en tu horario laboral o tomarte una cerveza mientras hablabas con tu jefe? Seguramente no, pero también es casi imposible que hayas pensado que por culpa de una pandemia de coronavirus covid-19 tendrias que encerrarte en casas y modificar tu vidas y rutinas.

El sector laboral también ha sido afectado por el coronavirus y el home office, que en algún momento pareció un sueño para todos los trabajadores, ahora es una realidad que muchos han aprovechado para darse ciertos permisos en sus horas laborales.

Trabajar en casa tiene ciertas ventajas, pero también podría ser una situación de alto riesgo, pues si bien la tecnología nos acerca ¡cuidado! con dejar la cámara o el micrófono encendido, ya que nos puedan meter en aprietos.

Te presentamos las historias de empelados de oficina, Godínez y profesionistas, quienes han sorteado los retos del trabajo a distancia o home office, sin minar su eficacia y productividad.

Para las juntas, solo basta una camisa

Jorge Martínez, de 29 años, es administrador de servicios en América Móvil. Antes de la pandemia le tomaba una hora alistarse para ir a trabajar, pero ahora se despierta tan sólo cinco minutos antes de “conectarse”, tiempo suficiente para lavarse la cara.

“Me conecto a las 09:00 o 09:10. Me despierto cinco minutos antes de mi hora de entrada o con el tiempo suficiente sólo para echarme agua”.

Otros de los secretos de home office de Jorge, es que cuando debe realizar videollamadas con su jefe sólo se pone una “playera decente” y se peina; además de que ve televisión y videos de YouTube mientras trabaja.

“Desayuno mientras trabajo, pero también veo la tele y pongo YouTube. Cuando debo hacer videoconferencia sólo me arreglo de arriba, me visto con una playera decente, como una polo, y me peino. Todo esto no es muy secreto; yo soy muy honesto con mis jefes”, platicó.

Pese a que le gusta hacer home office, porque le permite pasar más tiempo con su familia, ya necesita “salir, cambiar de lugares y ver otras caras”.

En pijama, sin bañarse y con la cara lavada

Desde hace casi dos meses, Sofía dirige un equipo de trabajo desde casa. Los primeros días intentó seguir la misma rutina que tenía antes del covid-19: se levantaba a las 05:00 horas, pero pronto se dio cuenta que podía hacerlo una hora más tarde, ya que no era necesario usar el transporte público para llegar a la oficina; basta caminar unos pasos para instalarse en el escritorio de su cuarto. También notó que si sentía mucho frío en las mañanas podía no bañarse.

“He trabajado en pijama, sin bañarme y con la cara lavada, pero eso no ha afectado mi compromiso con el trabajo”.

Toda la comunicación con sus compañeros la mantiene vía WhatsApp, a veces por teléfono, y aunque también son necesarias las juntas virtuales, ella prefiere seguirlas desde su teléfono, con la cámara apagada porque algunas son después del horario laboral y prefiere aprovechar el tiempo en cosas tan básicas como comer.

“Un día tuve que atender una junta en domingo y estaba cocinando. Mientras freía unas tortillas escuchaba a mi jefa hablar sobre un incidente laboral”.

El home office también le ha permitido establecer una tregua con el maquillaje y los productos para el cabello. “Siempre recojo mi cabello, pero ahora lo dejo suelto y no uso crema para peinar. Me siento libre; mi piel también ha agradecido la desintoxicación del maquillaje diario”.


Trabajar y lavar los trastes al mismo tiempo, un nuevo nivel de home office

Ariadna ha llevado a una fase superior el trabajo en casa al conjugar, al mismo tiempo, sus labores de marketing digital con las tareas del hogar; ha participado en reuniones, no muy relevantes, mientras friega los trastos del desayuno o la comida; “si no, esa torre crece y crece”, afirma.

La mujer de 32 años cuenta las semanas que lleva en home office: 13 y revela que ha mentido con tal de no encender la cámara de su ordenador. “Sí he aplicado la de ‘no prendo la cámara porque el internet está lento’”.

Ariadna, 32 años; especialista en marketing digital (Especial)

Confiesa que extraña a sus amigos de la oficina. “Sigue funcionando bien a distancia; ha sido igual de efectivo el trabajo día a día, por chat o videollamadas, entonces está bastante bien así”.

Sin embargo, lo que de verdad echa de menos es el comedor de su centro de trabajo, que se ubica en una de las zonas más cosmopolitas de la ciudad, sobre todo porque al comer ahí no había trastes que lavar.

“Creo que no lo aprecié lo suficiente cuando todavía estábamos yendo; sobre todo extraño que cuando comes en el comedor no tienes que lavar los trastes”.

Home office + covid-19= pesadilla 

No todo es miel sobre hojuelas en lo que al home office se refiere, sobre todo cuando laboras en el sector salud y das positivo a covid-19.

Debido al contagio de Itzel, de 33 años, tuvo que trasladar sus labores a casa, sin embargo, no la ha pasado tan bien, pues en ocasiones ha estado hasta 12 horas sentada frente a su computadora.

“Es una pesadilla. Como todos estamos haciendo las actividades que tienes de manera cotidiana más lo de la pandemia, no hay un plan de actividades porque todo urge, todo tiene que ser rápido. Si bien se han ido ajustando los tiempos del trabajo sobre covid, el resto de las actividades se deben seguir haciendo y no se cuenta con todo el personal”.

Médicos del ISSSTE escribieron mensajes de apoyo en sus batas. | Twitter @ISSSTE_mx

Las labores de Itzel se han visto dificultadas debido a la propia naturaleza de su trabajo que requiere coordinación entre integrantes de su equipo y concentración de información.

“Extraño la impresora, el escáner, un equipo de trabajo más funcional, me refiero a un equipo de cómputo; todo lo que son insumos lo tienes ahí. ¿A los compañeros? pues ¡meh!, sí más o menos.

“En realidad yo no había dejado de trabajar, estoy aquí porque me enfermé, justo me contagié de covid en el trabajo; estaba yendo y viniendo tres o 4 días a la semana; trabajo en el sector salud y por eso no había tenido descansos en ningún momento, estoy aquí por las circunstancias no porque tenga que hacer home office”.

Sesión de belleza en plena reunión virtual

Karina da clases de bachillerato en línea debido a la pandemia; cada semana envía a sus alumnos las actividades que deberán realizar, pero para preparar el material debe levantarse más temprano que su pareja, ya que ambos comparten computadora, por lo que la rutina de belleza previo al trabajo pasa a segundo plano.

“Prefiero ponerme a trabajar así como me levanto, sin bañarme o cambiarme porque comparto la computadora. Me digo: ‘para qué me cambio, ni quien me vaya a ver’. Quien diga que no trabaja en pijama o que sí hace todo como antes, creo que miente porque uno se da esos permisos”, confiesa la mujer de 32 años entre risas.

Las reuniones virtuales o conversatorios se han hecho más frecuentes ahora, por lo que Karina dedica más tiempo a su trabajo durante estos meses de pandemia. Revela que en una ocasión aprovechó una para ponerse una mascarilla de carbón activado.

“Creen que porque estás en casa no tienes nada que hacer y pueden disponer de tu tiempo. La otra vez que tuve una junta y unos dos o tres prendieron su cámara y estaban bien arreglados y yo con una mascarilla de carbón activado y dije: ‘ojalá no me hagan prender la cámara o me pidan que hable’ porque aparente estaba con la boca toda entumida por la mascarilla”.

Extraño la oficina porque podía desestresarme haciendo bromas

Alejandra Sousa es productora audiovisual en una agencia de publicidad en el Estado de México y por el momento su habitación es su nueva oficina, situación que le ha permitido utilizar parte de su jornada laboral para tomar algunos cursos en línea y seguirse especializando, además, cuando la carga de trabajo es mínima “me permite estar en pijama casi todo el día”.

Durante el aislamiento, casi todos podemos recordar algún video en redes sobre situaciones vergonzosas en una videollamada, y a ella le pasó algo similar cuando trataba de comerse un dulce en una junta.

“Estaba comiéndome un dulce y cada vez que los veía distraídos me agachaba y comía; una compañera me vio y nos empezamos a reír en plena junta y por esa razón mi jefe se percató de lo que estaba haciendo”, recordó.

A dos meses y medio de trabajar desde casa, Ale extraña a sus compañeros de oficina, principalmente a sus amigos, ya que con ellos “podíamos desestresarnos haciendo bromas y estar en las producciones”.

El home office cambió su perspectiva respecto a que no todo el tiempo se tiene que estar de manera presencial; sin embargo, reconoce que hay cosas que no pude hacer desde su casa, pero “volvería repetir esta experiencia”.

Del aislamiento deseado a la emergencia sanitaria

Mariana Padilla Pedroza es discipline manager en BBVA; ella inició el aislamiento ocho días antes de decretarse la Jornada de Sana Distancia en México, por indicaciones de su empresa.

En estos más de 70 días de encierro le ha tocado escuchar un sinfín de veces el pregón inconfundible de: “se compran, colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras…”, que tal vez para los capitalinos ya es parte del ambiente sonoro, pero en reuniones con colaboradores del extranjero pueden provocar silencios incómodos, en los que no sabes si explicar algo o reír.

El espacio desde el que Mariana desarrolla su nueva rutina de trabajo. @marianpedroza

​​Pero para ella una de las mejores experiencias de este encierro obligado por el virus surgido en Wuhan, China, ha sido convivir con sus colaboradores y sus familias, quienes están siempre presentes en reuniones y llamadas a la distancia.

“Algo que me ha dejado la cuarentena es que me ha permitido empatizar con las familias del equipo y saber que mi trabajo trasciende; esto te deja ver que el que ella y yo construyamos cosas chidas también trae cosas para su familia”, cuenta.

“Trabajo con muchas compañeras que tienen hijos y en las llamadas tiendo a tener mi cámara encendida todo el tiempo, pero muchas de ellas no y yo entiendo que a lo mejor están cargando a su bebé o dándole de comer y es su privacidad, yo lo entiendo, pero tuvimos una sesión donde una educadora dio clases para ellos y yo me conecté y fue muy bonito verles las caras a los niños y saber que ellos ya conocían también por mi voz”, comparte Mariana.

Antes de la pandemia Mariana ya tenía entre sus prestaciones laborales un día de trabajo remoto, que era una oportunidad para enfocarse en las tareas que demandan concentración total; así que el día de home office era esperado y planificado en su rutina semanal, pero ahora la emergencia sanitaria ha alterado eso hábitos que implicaban incluso cierto gozo.

Mariana echa mano de todos sus hobbies para sobrellevar el encierro. Tapete de yoga, aromaterapia, pintura digital o en lienzos y un Nintendo en el escritorio son los antídotos para distraerse y mantenerse en equilibrio durante la contingencia.

Freelancers, los ninjas del home office

Aunque no lo parezca, a los freelance también les ha afectado la pandemia en su rutina diaria, sin embargo, no es nada a lo que no puedan adaptarse fácil y rápidamente.

Desde hace dos años, Alejandro trabaja de manera independiente como un mil usos de la comunicación: “desde la producción audiovisual, hasta la redacción, la investigación, streamig, y pues a varias cosas que tengan que ver con la comunicación; a todo le atoro”.

"Generalmente no manejo horarios laborales, normalmente en mi vida cotidiana hago cosas en la casa y si tengo que salir a trabajar, salgo, y cuando regreso hago otras cosas de la casa, y ahora con la pandemia lo que he tenido que hacer es modificar mis horarios un poco; trabajo a lo mejor un par de horas, y después hago una actividad de la casa y luego retomo otra tarea del trabajo, y así, voy campechaneando".

El uso correcto del cubrebocas, es cubriendo nariz y boca. (Octavio Hoyos)

Aunque por la naturaleza del trabajo independiente, Alejandro pasa mucho tiempo en casa, la pandemia también modificó ciertas rutinas, pero sin nada que lamentar verdaderamente.

“¿Echar de menos de la oficina?, tiene como tres años que no trabajo en una y no echo de menos nada de trabajar ahí, a lo mejor los horarios o cierta estructura, pero lo que sí extraño de mi trabajo es ir a hacer llamados, salir a trabajar; ir al Centro dos semanas cada mes”.

Cuando el trabajo te tiene atrapada 

Yessica Hernández, de 28 años, es redactora de un periódico en línea. Lleva casi dos meses y medio trabajando desde casa por el aislamiento.

A pesar de que sus jefes no están cerca de ella no ha tenido tiempo para hacer alguna otra actividad que no sea la de su trabajo. Asegura que está al límite siempre, aunque con el mismo salario.

Me la paso sentada frente a la laptop. No tengo hora de comida, por eso desayuno y como mientras trabajo. Quizá lo más atrevido, es que a veces no me cambio la pijama”, reveló.

En el Metro de la CdMx es obligatorio el uso de cubrebocas, aunado a la toma de tempertura al ingreso. (Juan Carlos Bautista)

Entre sus vivencias más divertidas durante su jornada laboral y el confinamiento está la vez que en su colonia se fue la luz. Primero se tensó y comenzó a sacar fotos para demostrar que en realidad se había ido y se las mandó a sus jefes.

Durante media hora pudo descansar sus manos y espalda; cuando escuchó que habían llegado los de la luz, bajó con ellos –con cubrebocas y careta– y aunque rápidamente arreglaron el problema eléctrico ella seguía conversando, pues hace mucho no lo hacía con alguien diferente.

Para Yessica regresar a la oficina no es opción; es una idea que no le gusta, pues casi todos son hostiles.

La importancia de los horarios y la convivencia

Si algo preparó a Gabriela para la actual pandemia fue que la empresa para la que antes laboraba estaba en el extranjero, por lo que trabajó en casa por casi dos años, así que verse obligada al trabajo remoto no fue un proceso complicado, sin embargo, destacó la importancia de mantener horarios en pos de la eficacia y la salud emocional.

“Trato de respetar mis horarios, la verdad creo que tenemos que tener hábitos de trabajar con los horarios, pero acabando éste trato de hacer algo que me distraiga porque en este momento evidentemente no podemos hacerlo afuera, entonces trato de hacer ejercicio en mi casa, trato de aprender; ahorita la licenciatura que estoy haciendo es en línea entonces estoy leyendo y eso me ha ayudado”.

Gabriela, community manager (Especial)

Gabriela, quien realiza actividades de community manager, dice que tener un horario establecido ayuda a no poner excusas para no conectarse a una videollamada o para hacer alguna tarea extra. Pero resalta la importancia de la convivencia en la oficina.

Soy una persona que le gusta estar ahí platicando como diría mi mamá, chacoteando. Echo de menos a la gente; que de pronto haya un convivencia y que haya un chistorete; que el cumpleaños, eso es lo que extraño de la oficina”.

AE

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