Fui ‘nerd’... pero siempre en escuelas públicas: César Camacho Quiroz

Entrevista | Lado B

Alejado por ahora de los reflectores de la política, el ex gobernador mexiquense abrazó el ciclismo como deporte, pero admite que no gana ninguna competencia en la que participa.

“Desde niño quise ser licenciado: tuve claro que quería conocer los asuntos de gobierno”. (Araceli López)
Elia Castillo
Ciudad de México /

Adicto a los tacos y al pozole, César Camacho Quiroz es doctor en derecho por la UNAM y ha sido gobernador del Estado de México, presidente nacional del PRI y legislador federal. A punto de cumplir 61 años (el próximo 14 de febrero), se considera profesional de la política y confiesa que en su niñez fue nerd.

Originario de San Miguel Totocuitlapilco, Metepec, el priista —momentáneamente alejado de la política— encabeza por ahora el Colegio Mexiquense y presume con orgullo que estudió siempre en escuelas públicas, desde el kínder hasta el doctorado.

Camacho Quiroz está casado, tiene tres hijos, es aficionado al futbol y seguidor del Club Toluca; sin embargo, su incursión en el deporte comenzó hasta los 37 años. Actualmente es ciclista, y si bien no gana ninguna competencia, al menos las termina.

¿De niño qué quería ser?

Muy pronto supe que quería ser —así decía— licenciado. Tuve claro que quería conocer los asuntos del gobierno, no lo fraseaba entonces como hoy puedo hacerlo, pero siempre tenía una opinión respecto a lo que estaba pasando a mi alrededor. Fui dirigente estudiantil en la prepa, luego fui consejero alumno en la Facultad de Derecho. En el lenguaje de hoy, digamos que fui un niño nerd, estudioso. Mi mamá era maestra y estaba muy al pendiente de mí. A mí me gustó siempre la escuela, yo sí quería ir.

Pasatiempos de niño...

Me gustaba mucho ir al futbol, me llevaba mi papá, le vamos al Toluca desde siempre, fui al estadio cuando se coronó en sus primeros años, en el tiempo de Nacho Trelles como entrenador y de Florentino López, Amaury Epaminondas, Vicente Pereda, Albino Morales... En fin, desde esa época, y luego con el entrenador Ricardo de León. Me gusta mucho el futbol, ahora le gusta mucho a mis hijos.

¿Cuál anécdota recuerda?

No hay alguna especial que recuerde. Me gustan mucho los helados, por ejemplo, entonces cuando acompañaba a mi mamá al doctor a Metepec, como si fuera un pago, yo pedía que me compraran mi helado. No me gustan tanto los dulces, pero los helados me gustan mucho, hasta la fecha me puedo comer un litro.

¿Qué le gusta comer?

Soy tragón de tacos profesional. Me encantan los tacos, de todo: al pastor, sudados, de carnitas... En Metepec hay unos que se llaman “de Doña Paz”, que son los más celebres; no tienen anuncio, el lugar es un poco sombrío y se tardan en atenderlo hasta una hora. Soy de gustos muy sencillos, pero soy tragón... yo como porque me encanta comer, aunque luego me quejo de que deberían hacer daño a la salud el brócoli, los chayotes, el queso panela y no las cosas más sabrosas.

¿Le gusta cocinar?

No, nada, no sé, se me quema el agua; ese es quizá uno de los defectos de tener cinco hermanas. La que ha contribuido a educarme ahora es mi hija. Es terrible, porque me dice: “Hazlo tú, no se te cae el brazo si lo haces, levántate tú”. Honradamente no estoy habituado pero suelo hacerlo porque no quiero ser reprendido por ella.

¿Cuántos hijos tiene?

Tres. El mayor tiene 30, esta hija de la que hablo va a cumplir 26 y el menor tiene 22.

¿Le gusta la música?

Me gusta mucho. También canto. Estudié música tres años; sé tocar la guitarra, pero más por lo que aprendí con los cuates y de algún par de profesores que por la escuela. En una reunión de amigos me aviento un palomazo y si hay un trío, también. Me gustan las baladas, la música ranchera.

¿Le gusta bailar?

No sé bailar, bailo lo elemental, pero cantar sí, ahí sí me ánimo.

¿Practica algún deporte?

A partir de 1995 hice deporte. Primero desaforadamente: corrí, corrí y corrí, hice muchas cosas y me he estabilizado, ahora soy ciclista fundamentalmente, no participo para ganar ninguna competencia, pero me gusta terminarlas; me siento bien, me ha hecho a la salud.

¿Qué está leyendo?

Acabo de leer una recopilación de escritos de Arturo Pérez-Reverte que se llama Perros e hijos de perra, que me pareció interesantísimo porque es una reivindicación de los perros. Es como una reiteración de que en quienes no cree Pérez-Reverte, porque ha tenido casos que le han permitido llegar a esa conclusión, es en los seres humanos. También estoy leyendo La evolución del paradigma constitucional del Estado mexicano, un libro de José Martínez Pichardo. Tengo en las manos también un opúsculo de Eduardo Matos, Nonagenario cuidam dicata, sobre el trabajo de Miguel León-Portilla.

¿Le gusta el cine, cuál fue la última película que vio?

Me gusta, pero he estado viendo más series que películas. Vi una que se filmó en Escocia, Outlander; vi hace poco The Crown, he ido menos al cine.

¿Qué es mejor: la academia o la política?

La política, sin duda. La academia me resulta aleccionadora porque me retroalimenta, pero mi vocación es la política.

¿Espera regresar pronto?

La política es mi actividad primordial, muchos de mis mejores amigos están ahí. Es un espacio natural donde me siento cómodo y seguro, y aunque sea inmodesto decirlo, me he preparado. Es un poco exagerado afirmarlo, pero soy un profesional de la política.

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