Es una de las piezas clave de la cuarta transformación. El más temido, quizá. Su labor es clara y se la toma muy en serio: no permitir la corrupción.
Santiago Nieto Castillo (Querétaro, 1973), titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), es apasionado de la pintura. Quien entra a su oficina, recibe una explicación detallada de las obras que la rodean, como si se tratara de un guía de museos: una réplica del Guernica, de Picasso, por aquí y otra de Lágrimas de sangre, de Guayasamín, por allá.
Cuenta con orgullo cómo es que sus riñas con el último gobierno priista lo llevaron a la cuarta transformación y asegura que, aunque así parezca, no está aquí para venganzas políticas.
¿Cómo te conviertes en uno de los hombres de confianza del Presidente?
Mis primeros enfrentamientos con Peña Nieto comienzan cuando el Senado me designa como magistrado electoral regional y presidente de la sala Toluca, donde le anulé una elección en Morelia.
Luego me nombran fiscal electoral y ahí nuevamente me peleo con él; me tocan las elecciones de Chiapas, las empresas del Partido Verde, los tuits de los famosos en favor del Partido Verde, operación zafiro 2016, las elecciones del Estado de México 2017 y el inicio de Odebrecht hasta que me corren.
Me veo en algún momento sin trabajo, con siete denuncias administrativas en contra, con la contraloría revisando toda mi administración, la visitaduría encima, separado, sin ningún tipo de apoyo político, con un matrimonio fracturado, viviendo en un departamento prestado y lo que uno tiene que hacer es reinventarse. Usé esos meses para tener mi defensa legal.
Marcelo Ebrard me invita a tomar un café, le explico el tema del blindaje electoral, cómo lo hacíamos en Fepade; los problemas que veía en programas sociales y él es el que me invita a reunirme con el hoy Presidente en Tlaquepaque; llego a Guadalajara, pero aún no empezaba el mitin, sin haber hablado con él, ya estaba yo en el templete y Marcelo Ebrard mandó un tuit de que me incorporaba a la campaña.
¿Cómo fue tu primer encuentro con AMLO?
Me llamaron dos cosas poderosamente la atención, su memoria y sus referencias históricas, el entendimiento absoluto de la historia del país. Incluso me repitió de manera casi textual el cierre de mi artículo publicado 10 días antes en la prensa, en donde criticaba el spot de Mexicanos Primero en el que parodiaban a los candidatos con niños. Me invitó al consejo asesor electoral de Morena y me mandaban a estados por mi expertise electoral.
Después de la transición, me indican que me ponga a trabajar en el tema de la reforma a la ley orgánica de la Fiscalía General de la República.
¿Por qué te elige como titular de la UIF?
Me mandan un mensaje que tengo que estar a las 12 en el edifico de Chihuahua, me entrevisto con el Presidente y me pregunta que si tengo algún inconveniente de convertirme en la UIF. Era un día interesante porque era el del último Informe de Peña Nieto, lo que lo hizo un día simbólico también.
Yo había investigado Odebrecht y el delito de financiamiento en las campañas es equiparable al delito de lavado de dinero, y es el mismo modus operandi; bajo esa tónica, lo que me dijo es que quería honestidad, un poco la idea de ser valiente y entrarle a los temas.
¿Qué tiene preparada la UIF para 2020?
Después del robo de hidrocarburo, la trata y tráfico de personas y migrantes, el combate a la corrupción desde el documental El populismo en Latinoamérica, Lozoya, Rosario Robles, Medina Mora y Romero Deschamps, así como las empresas fachada y factureras, viene el combate al narcotráfico, que va a ayudar contra el tráfico de especies, órganos y secuestro. Estoy ensayando metodologías desde el sistema financiero.
¿Qué te apasiona?
La pintura, sobre todo los impresionistas; el hiperrealismo me parece extraordinario, todas esas expresiones de Francia y la época postrevolucionaria. La literatura me gusta mucho, mis libros favoritos son Cien años de soledad y Los Miserables.
También me gusta dar clases, las universidades han sido el lugar en el que me he refugiado después del enfrentamiento con la clase política y a donde quiero regresar después de este proceso de acompañamiento con López Obrador.
La satisfacción del deber cumplido me hace feliz, el generar casos que funcionen y me permitan mover prácticas anquilosadas, y me frustra que las cosas no avancen a la velocidad que quisiera, que haya gente que todavía piense que puede librar el estado de derecho y, sobre todo, que haya gente que siga pensando que las cosas no han cambiado.
Hay quienes dicen que estás aquí por venganzas.
El Presidente me dijo alguna vez que necesitábamos olvidarnos de las venganzas y pensar en justicia, y pienso que, si al Presidente lo persiguieron por lo menos de 2004 a 2018 y fue capaz de perdonarlos, de darle vuelta a la página, a mí, que la persecución duró un año, sería mezquino no darle vuelta a la página.
También te diría que no he perseguido a nadie que no se lo mereciera y siempre me ha molestado la gente gandalla. Entonces, no. Venganzas personales, no.