Toco el violín porque no solo de política vive el hombre: Karen Quiroga Anguiano

Entrevista

Amante del rock, la música electrónica y el teatro, la perredista recuerda que de niña se disfrazaba de princesa y ahora espera tocar uno de los ‘Conciertos de Brandeburgo’, de Bach.

“Procuro viajar una vez al año y me gusta ir a conciertos”. (Ariana Pérez)
Karina Palacios
Ciudad de México /

Extrovertida, hogareña y comprometida, así se define Karen Quiroga Anguiano (Ciudad de México, 1980), quien forma parte de la Dirección Nacional Extraordinaria (DNE) del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Su historia con este organismo político comenzó a los 17 años, cuando contendió por primera vez por la dirigencia nacional.

Asegura que “no solo de política vive el hombre”, por lo que combina sus actividades profesionales con bikram y violín.

Es amante del rock y la música electrónica, dice que no desaprovecha ninguna oportunidad que se le presenta para asistir a los conciertos de sus grupos favoritos, actividad que comparte con su hijo adolescente.

¿Qué haces en tu tiempo libre?

Voy al cine y al teatro, sobre todo los domingos a las funciones de la una de la tarde; me gusta mucho el ballet y ojalá se abra la temporada en Bellas Artes. Me gustan mucho los museos y la arquitectura, he visitado algunos museos en otros países, ese fue uno de los retos que me puse desde que salí de casa, yo procuro viajar una vez al año. Creo que hace falta apoyar la pintura aquí en México porque no vienen las mejores exposiciones.

¿Practicas algún deporte?

Practico dos horas de bikram, un tipo de yoga muy innovador; eso me ayuda a tener un buen nivel de descanso y muchísima elasticidad.

¿Qué música escuchas?

Me gusta muchísimo el rock y la música electrónica; mi grupo favorito es Depeche Mode, incluso cuando estaba en campaña me di una escapada y fui a verlos. Antes iba a estos festivales de dos o tres días, como el EDC, en su momento el Electric Planet, ahora ya nada más voy un día.

¿Cómo surgió tu gusto por el violín?

Siempre me ha gustado el grado de habilidad, la sensibilidad que se requiere; la pasión comenzó antes de la primera vez que fui diputada. Contraté a un maestro porque el nivel de estrés estaba a todo lo que daba, pues coordinaba campañas y decidí buscar una actividad que me ayudara a mantenerme en mi centro para concentrarme y hacer una buena estrategia. El día en el que me decidí aprender a tocar el violín iba caminando por Eje Central, vi un anuncio en un poste y no dudé en marcarle al profesor.

¿Por qué el violín?

Te ayuda a avanzar, en mi caso pienso que fue políticamente porque si tú eliges ser un político amargado pues vas andar haciendo puras amarguras; gran parte de lo que haces es el reflejo de lo que quieres ser. Estaba sacando de puro oído el tema de Game of Thrones, aunque creo que me hace falta mucha habilidad porque para tocar el violín se requiere rapidez en los dedos y precisión, además de una posición especial. Mi aspiración es tocar uno de los Conciertos de Brandeburgo, de Bach, trae un violín rapidísimo, ahorita solo toco algunas piezas de música clásica, pero fáciles.

¿Por qué decidiste independizarte tan joven?

Fue durante la crisis del 94, la situación económica era muy limitada, hubo un gran padecimiento de las familias mexicanas y los más jóvenes debimos trabajar y estudiar al mismo tiempo. Yo decidí trabajar en la política porque me invitaron, acababa de entrar al CCH y comencé con labores comunitarias: poniendo banquetas, electrificación, líneas telefónicas, pavimentación, agua drenaje y esos servicios, en la Sierra de Santa Catarina.

¿Ahí surgió tu amor por la política?

Empecé a meterme en la vida política del partido, cuando tenía 17 años fue la primera vez que competí en una elección por la dirigencia nacional del partido, en ese entonces el avance para los que entramos chavos estaba muy bien, había formación de cuadros; el día de hoy les cuesta mucho trabajo entrar y tener partido, pese a que están de moda.

¿Fue difícil?

Cuando empecé no ganando dinero. Me acuerdo que a veces me daban 200 pesos para los pasajes, pero cuando estás chavo ni comes y aguantas la vida de faquir, en ocasiones mis compañeros me invitaban a comer y eran buenas personas conmigo, eso hacía las cosas más fáciles. Esa etapa me dio la oportunidad de saber qué hacer con mi vida y ahora sé que lo que hago me hace feliz, además aprendes que no solo de política vive el hombre… y es cuando empiezas a tocar el violín y practicar yoga y escribir libros y a hacer otras cosas.

¿Cómo recuerdas tu niñez?

Mis abuelos paternos fueron muy consentidores. Mi abuelita me hacía disfraces de todo: del Día de Muertos, de princesas; tenía un montón de vestidos largos para ir a pasear. Mi etapa de niña fue muy disfrutable, feliz, mis abuelos y una tía eran muy besucones. Mi papá no me dejaba tomar café, entonces mi abuelita me guardaba un poco y me lo daba a escondidas.

¿Qué te gusta leer?

Novela, novela histórica y libros de investigación; me gusta Fiódor Dostoyevski, de él solo me falta leer Pobres gentes y Los demonios, y a José Saramago, para mí su mejor libro es Caín. También me gusta Cumbres borrascosas, de Emily Brontë.

¿Qué estás leyendo?

Ellas. Cerebro, corazón y psicología de la mujer, de Daniel López Rosetti.

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