El boxeo es una forma de vida para César Alfredo Juárez Martínez (Ciudad de México, 1991). El ambiente hostil donde nació —rodeado de delincuencia—, lo llevó a saber defenderse. Aunque primero practicó karate, menciona que el box le dio la oportunidad de ser alguien en la historia. Asimismo, nacer en situación vulnerable lo motivó para aspirar a tener grandes cosas como una casa, educación y autos.
Entre sus logros destacan el ser tres veces campeón nacional olímpico, en dos ocasiones contendiente al título mundial, campeón internacional de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), así como campeón del Cinturón de Oro en 2010.
Fuera del ring, es un abogado con maestría en Ciencias Penales, carrera que decidió desde la secundaria al tener un gusto por la Constitución. “Me sabía todos los artículos, al menos del 1 al 28, antes garantías individuales”, comenta César Alfredo.
Además de ser un defensor del medio ambiente, es un ávido lector. Refiere que no tiene televisión porque le da preferencia a los libros y a estudiar inglés, habilidad que desarrolló cuando se fue a Las Vegas para firmar un contrato con un promotor de boxeo.
Un dato curioso de tu infancia…
Nací el 20 de agosto de 1991, en sí fue el 28, pero lo manejo el 20 porque se equivocaron en el Registro Civil. Hablar de mi infancia remueve en mí muchos sentimientos, porque bien dicen que todo boxeador viene de una cuna humilde… Y pues no se equivocan, en mi caso no fue diferente.
Yo nací en una familia donde mis papás no tenían mucho dinero. Yo recuerdo que cuando era pequeño, los primeros 5 años de mi vida los viví con mi mamá en una casita de cartón. Cuando llovía se nos metía el agua y se nos encharcaba adentro, se nos hacía lodo cuando ni siquiera teníamos piso, era pura tierra. Yo creo que todos esos recuerdos que tengo de mi infancia son los que me han impulsado a echarle muchas ganas a este deporte, a la vida, para salir adelante”.
¿Por qué decidiste estudiar Derecho?
Recuerdo que en la secundaria yo era muy bueno para la Constitución política, me sabía de memoria todos los artículos, al menos del 1 al 28, que anteriormente eran las garantías individuales. Mi papá me ponía a leer mucho la Constitución, me preguntaba de qué trata el artículo 1o, el 3o… Yo tenía que estudiarle porque era un lío que no me los supiera pues mi papá se enfurecía conmigo.
Cuando entro a la secundaria y la maestra de Cívica y Ética se da cuenta que me sabía los artículos, me felicitó y comentó que aquí teníamos un futuro abogado, magnífico abogado. Mi papá quería que yo fuera doctor, pero no me llamó la atención cuando fui creciendo.
¿Alguien influyó para que fueras boxeador profesional?
Fue mi papá quien me metió a entrenar, nací en un ambiente muy hostil, había mucha delincuencia, gente literal de barrio. Era una obligación que tú supieras defenderte, si no te agarraban de bajada, de barquito.
Entonces mi papá me dijo: “te voy a meter al karate”, pero en el karate no aprendí nada. Me cambió de disciplina y me metió al boxeo cuando tenía ocho años de edad. Comencé a boxear, me
llevaron a pelear, mostré valor en la primera pelea, pero me ganaron y seguí entrenando. Al medio año me volvieron a sacar a pelear y gané mi primera pelea, luego cada ocho días peleaba y peleaba y todas las ganaba.
¿El deporte es una solución a los problemas sociales?
El deporte, y no solo el boxeo, da la oportunidad de ser alguien en la vida. En esta vida nadie está exento de alcanzar el éxito, siempre y cuando se lo proponga.
¿Te gustaría ser un ídolo?
Sí y creo que voy por muy buen camino. En el ámbito del boxeo mucha gente me conoce. He peleado con lo mejor del mundo: Nonito Donaire, Juan Carlos Zurdito Sánchez, Albert Pagara e Isaac Dogboe.
Tres palabras que te definan.
La principal: corazón, toda la gente me conoce como Corazón Juárez, porque lo dejo todo arriba del ring. La segunda es disciplina y la tercera, guerrero.
¿Quién te puso así?
Mi papá. Él empezó a llamarme corazón y mis compañeros del gimnasio también me decían así, pero yo me enojaba porque lo hacían de burla. Pero, cuando entré al Centro Nacional de Alto Rendimiento, las niñas me empezaron a decir Corazón Juárez y pues ya no me desagradó la idea.
¿Qué está leyendo?
Estoy leyendo El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder, un libro que habla sobre la creación del mundo.