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La detención | Por José de la Colina
Hace 60 años, en plena crisis de los misiles entre Cuba y EU, el autor participó en manifestaciones y pegó en las calles propaganda contra el gobierno estadunidense, lo que lo condujo a una experiencia aterradora. -
Santander, Santillana | Por José de la Colina
Hace cincuenta años viajó a Europa como corresponsal de Excélsior, aprovechado la ocasión para visitar Santander, su tierra natal, envuelta en la nostalgia de una prolongada ausencia ocasionada por la Guerra civil española. -
La Vocación y la Vidita Literarias
Escribir para subsistir es una actividad triste, dice el autor de este ensayo; a cambio de un irrisorio botín se posponen irremediablemente los sueños juveniles de convertirse en un escritor de verdad. -
Caballo en silencio | Un relato de José de la Colina
Esta historia forma parte de Infancias. Reunión de cuentos (Ediciones Moledro, 2022), con selección y nota de Alejandro Arras, en la que también participan autores como Adolfo Castañón, Fabio Morábito y Antonio Ramos Revillas. -
Carta de mi padre | Por José de la Colina
Los primeros días en México fueron difíciles para la familia De la Colina Gurría, como lo muestra una misiva sin fecha enviada por su padre al escritor de Libertades imaginarias, quien también recuerda aquellos días. -
Aparición del cáncer | Por José de la Colina
El autor recuerda los días en que le diagnosticaron la enfermedad que había padecido su madre. “¿Qué decir?”, se pregunta, y formula algunos deseos, entre ellos el de escribir un libro. -
Recuerdos de mi padre/ II
En esta segunda parte de la entrevista de José de la Colina con su padre, escrita como un monólogo, Jenaro le habla de su pasión por la lectura y de cómo en su juventud preparó un atentado contra el rey Alfonso XIII. -
Recuerdos de mi padre/ I
En 1972, el autor de Libertades imaginarias le hizo una larga entrevista a su padre sobre su familia, su vida, su trabajo y las circunstancias que lo llevaron al anarcosindicalismo. -
Sueño | Por José de la Colina
El narrador sobrevuela la ciudad a bordo de un planeador, animado por su padre que le grita: “¡Sube, sube, pero sube!”, mientras él, un niño del exilio español reconoce calles y personas y piensa en su lejano país. -
Del exilio como de un país | Por José de la Colina
El día que murió Franco fue, para los exiliados, un día triste. Se intuía que era el fin del exilio, es decir de una condición heroica y romántica, de una especie de mártir aristocracia, pero ahora el noble exilio se volvía anécdota, historia pasada.