José Guillén dejó Colombia para buscar una mejor calidad de vida en México, sin embargo la pandemia de coronavirus cambió sus planes. Sin casa, amigos, familiares ni seguridad médica, vive en completa incertidumbre en medio de la crisis sanitaria.
Hace más de seis meses ingresó al país al igual que 100 mil migrantes que anualmente entran por Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Quintana Roo, mayormente provenientes de países como Guatemala, Colombia, Venezuela, Argentina y Cuba, de acuerdo a datos de la Organización Internacional para la Migración (OIM).
Algunos sólo están de paso ya que buscan llegar a hacia Estados Unidos, otros piden la visa humanitaria para trabajar que, es el objetivo de José, quien antes del covid-19 colaboró como técnico en comunicaciones, pero al llegar la contingencia perdió su trabajo y se quedó en la calle, actualmente vive en un albergue en Metepec.
Aunque no se ha enfermado se enfrenta a riesgos como la inseguridad, la xenofobia y el hacinamiento, en este sentido la OIM determinó que 77 por ciento de los migrantes sufren trastornos emocionales como estrés y ansiedad por esta situación.
“Junto al temor de enfermarte afrontas mucha estigmatización, pero me he cuidado y trato de estar tranquilo porque si te dejas influenciar te llenas de miedo”.
Qué pasará si se contagia, quién lo contratará, cuánto durará esta realidad, son temas que cruzan por su mente, pero a pesar de todo espera seguir con sus planes.
“Algunos venimos a hacer las cosas bien, a buscar una vida mejor, así que seguiré echándole ganas, pero en caso de que esto se extienda tendré que volver a mi tierra”.
Albergue "Hermanos en el camino"
Guillen es uno de los 54 migrantes del albergue, a cargo de Armando Vilchis, quien dijo que desde el inicio del aislamiento sanitario los trámites de visa humanitaria se han parado y la solidaridad disminuye.
En 2018, dijo, recibió a 2 mil 200 personas y en 2019 aproximadamente 2 mil que conseguían su documento para laborar en 12 días, pero este año pasan los meses y ninguno puede continuar.
Mientras tanto entre pequeños dormitorios acondicionados con sábanas, piezas de coches y objetos personales, ven televisión, cocinan y se turnan las labores domésticas, pero a pesar de la organización Vilchis reconoció que cada vez es más difícil mantenerse entre el abandono gubernamental y la discriminación generalizada.
MMCF