El nacimiento como poeta de Anne Sexton, ocurrió a sus 29 años, cuando se encontraba postrada por la depresión tras el parto de su segunda hija y su psiquiatra le aconsejó retomar, con propósitos terapéuticos, una vaga afición adolescente que había relegado: escribir poesía. La encantadora y poco convencional ama de casa tomó en serio esta recomendación, se inscribió a un taller literario, se acercó a algunas de las plumas más eminentes de su época y, en muy poco tiempo, se convirtió en una polémica escritora de éxito que hizo de su mundo interior y sus vivencias diarias el centro de su creación. Sexton fue una de las pioneras de una escritura que puso en la palestra poética un malestar contra la cultura patriarcal que sintonizaba con los movimientos contraculturales y feministas. Con su descarnado tono confesional, Sexton reivindicaba las cotidianidades de género y cuestionaba las jerarquías y roles establecidos en todos los órdenes.
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La biografía de Diane Wood Middlebrook, Anne Sexton, que despertó polémica en el momento de su aparición por utilizar materiales insólitos como las transcripciones de sus terapias, es el retrato desgarrador y a menudo escabroso de una personalidad torturada y torturante y establece niveles inusitados de intimidad con su objeto de estudio.
La biografía recoge las peripecias de una infancia de privilegio económico y descuido emocional y de una adolescencia plagada de fantasías evasivas lo que, aunado a los rígidos estereotipos de género de la época, alienaron a la joven Anne. Por eso, la poesía fue una tabla de salvación para una mujer agobiada por las obligaciones sociales y con una pertinaz pulsión suicida. Así, tras un primer intento de quitarse la vida, esta madre insatisfecha, aparentemente ajena a las ambiciones intelectuales y académicas, se convirtió con voluntad y talento en una de las autoras más emblemáticas de su tiempo.
En medio de su historial de depresiones, su abuso de sustancias y su frenética vida sentimental, Sexton se dio tiempo de cincelar, expresar y solazarse, a veces con escandalosa crudeza, de sus propias llagas y logró crear, a contrarreloj de su enfermedad, una sólida obra basada en su tormento. Su carisma y novedad la convirtieron en un fenómeno pop que vendía millares de ejemplares y congregaba multitudes en sus recitales y su “caso de éxito” llegó a convertirse en el paradigma de la cura poética de las afecciones mentales. Esta narrativa se desplomó cuando, en un enésimo intento de suicidio, Sexton eligió intoxicarse con monóxido de carbono y desapareció a los 45 años. Su obra conserva, al menos, un par de virtudes: por un lado, contribuyó a introducir y popularizar de manera valiente un tono autorreferente y catártico (que ahora es infortunada moda) en ese entonces vedado por prejuicios estéticos y sociales y, por el otro, muchos de sus poemas aún destilan intensidad y originalidad y transmiten de manera turbulenta, casi física, la magnitud y hondura de su herida.
AQ