¿Alguien dijo banalidad?

Cerca de la página 50 de Cocketeo (Libros del Marqués), el narrador, Rodrigo Ciantoro —que rememora sus años juveniles y el descubrimiento y disfrute de su condición homosexual durante las sesiones de terapia psicológica—, compite con un desconocido por mencionar el mayor número posible de series de televisión. Unas páginas después, asistimos a otra justa de banalidades. Esta vez Rodrigo exhibe sus mayores atributos discursivos al hacer la apología de las instalaciones de un gimnasio. Vaya manera de acabar con la buena voluntad del lector.

Dave Brennan no tiene mucho que decir. Sus intereses avanzan en dos direcciones que terminan fundiéndose: la descripción de los acostones con parejas ocasionales, sementales por internet, espontáneos, distribuidores de VIH…, y la incapacidad del protagonista para conocer el verdadero amor. Todo en un tono muy “ewww”, muy “no mames, wey”, mientras al fondo suena una canción de Rosalía o de REM, no importa, porque de lo que se trata en verdad es de mostrarse como un DJ y no, es obvio, como escritor.

Muy en la superficie, Brennan intenta promocionar la idea de que su historia puede leerse como un salvavidas contra la depresión (al final incluso ofrece algunos contactos para obtener ayuda). Rodrigo castiga su cuerpo con heridas en brazos y torso, huye de cualquier compromiso sentimental y, por supuesto, consume drogas y alcohol hasta el embrutecimiento. Nada, sin embargo, conduce al despeñadero. Las experiencias presuntamente abismales no son más que temporadas en un lujoso resort del purgatorio.

Cocketeo es uno de esos productos escritos para acompañar el esparcimiento de un grupo de cómplices de la orgía interminable. Se mueve entre lo confesional y la celebración culposa de los excesos, y llamados lastimeros a salvar el planeta. Por eso no debería sorprender que dedique sus últimas páginas a recetar unas cuantas máximas edificantes: “Lo que estás buscando, lo que te hace falta, es justo hacer MÁS por el mundo, reducir tu huella de carbono”; “Los absolutos te hacen sentir como una mala persona”.

Y yo que creía haber descendido muy bajo tras la lectura de ciertas novedades editoriales y ahora confirmo que siempre hay otra por ahí que resulta más deplorable.

AQ