Un cuento de 16 de septiembre | Por Ana García Bergua

Husos y costumbres | Nuestras columnistas

Los espectros del pasado, presente y futuro pueden aparecer incluso en la fiestas patrias.

" Escrújido lo pensó un momento y se volvió a sentar frente a la televisión: Fido mío, te veré en el inframundo". (Generada con DALL E)
Ana García Bergua
Ciudad de México /

Para empezar, Fido había muerto.

Era una noche oscura, fría y muy escandalosa de 16 de septiembre. El aire estaba cargado de pólvora y pozole, pero Escrújido Fernández se negaba a unirse al jolgorio general. Ya sus vecinos habían ido a ofrecerle tostadas de nopalitos y le habían dicho que le tocaba llevar la horchata. Pero Escrújido había decidido recluirse a ver una oscura serie sueca en Netflix, entregado a la soledad y la amargura.

De repente, un viento entró por la ventana de la habitación; ¡cómo!, se preguntó, si cerré todo para no oír los cuetes, los trompetazos del mariachi, los tamborazos del tzompantli en el zócalo, ese horror. Apenas se levantó a cerrarla, se quedó paralizado: el fantasma de Fido, su perrito adorado, le movía la cola. He venido a advertirte, ladró el animal de una manera misteriosa que Escrújido pudo entender, he sido castigado por taparme las orejitas y encerrarme en el clóset durante las fiestas patrias. Pero es que no podías soportar ese ruido infernal, perrito mío. Yo sé, yo sé, pero allá en el inframundo no lo entienden, me dicen perro extranjerizante; mira, me amarraron a la cola una cadena de trompetillas, calaveras y bigotes de mentiras para arrastrarlas por toda la eternidad. Cambia la actitud, querido amo, gracias por mis croquetas, los paseos, la cobijita y…

El fantasma de Fido se desvaneció. Escrújido quedó a oscuras, horrorizado por la suerte de su perrito amado. Entonces otro fantasma tocó la puerta, tan fuerte que casi la tira: venía disfrazado de López Velarde. Soy el fantasma de los 16 de septiembre pasados, le dijo, suave patria tu superficie es el maíz y esas cosas. ¡Sí!, se lamentó Escrújido, a mí me gustaban mucho el carrusel, los elotes, los hot cakes de cajeta y hasta aguantaba el discurso de la delegada para ver los fuegos artificiales. Pero un día prohibieron los elotes porque la gente se los tiraba a matar, luego enrejaron la plaza y nos cateaban buscando armas, la gente se confundía con el Halloween y mi perrito adorado…

Un relámpago cimbró la habitación y apareció otro fantasma: soy el 16 de septiembre de hoy, Escrújido. Por apartarte tu plato de pozole, Titino el niño del cuatro se quedó si su refill y extrañan la horchata… ¡No!, gritó Escrújido. El fantasma del 16 de septiembre futuro hizo su entrada triunfal por el boiler: ya no verás los sacrificios patrios desde la pirámide ni los drones brillantes entrarán a tu casa para que oigas el discurso del gran líder con fondo de la Bikina, te quedarás solo. Escrújido lo pensó un momento y se volvió a sentar frente a la televisión: Fido mío, te veré en el inframundo. Después de todo, Titino tiene sobrepeso.

AQ

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