—Qué, ¿no le gustan mis poemas? —preguntó Iván con curiosidad.
—No, nada, en absoluto.
—¿Los ha leído?
—¡No he leído nada de usted! —exclamó nervioso el desconocido.
—Entonces, ¿por qué lo dice?
—¡Es lógico! —respondió— ¡Como si no conociera a los demás! Claro, puede ser algo milagroso. Bueno, estoy dispuesto a creerle. Dígame, ¿sus versos son buenos?
—¡Son monstruosos! —respondió Iván con decisión y franqueza.
—No escriba más —le suplicó el visitante.
—¡Lo prometo y lo juro! —dijo muy solemne Iván.
Releo El maestro y Margarita, porque algo en este libro me llamó de nuevo. Sé que no se debe invocar al diablo, tan suelto en estas épocas, pero se puede invocar a este gran libro en el que el diablo, personificado en el mago Voland y su banda de demonios deformes —Fagot el del pantalón a rayas y los lentes rotos, el enorme gato negro Popota que fuma, paga el boleto del tranvía y se arrellana en los sillones, la bruja pelirroja y la que mata con la mirada, Azazelo el sicario del colmillo saliente— se apoderan del Moscú de los años treinta para abrir ahí las puertas del infierno.
Con su dilema filosófico y religioso entre el bien y el mal, inserto en una modernidad urbana, burocrática y pesadillesca, esta novela inspirada en el Fausto de Goethe me ha gustado siempre: es enorme, es profunda, es trágica y a la vez divertidísima. En ella la Fausta Margarita pacta con Voland que la convierte en bruja. Margarita vuela por toda la ciudad y busca su redención en el amor al Maestro, el escritor de una novela sobre Poncio Pilatos censurada, al que los críticos acusan de “pilatismo”. La novela sobre Pilatos se teje con las historias de Voland y los escritores y la del maestro y Margarita. Ambos tratan de negociar con Voland una extraña redención.
Releo El maestro y Margarita porque la época en que vivimos la llama de nuevo. Hay escritores consentidos, faltan aún los censurados o los que van a parar al sanatorio psiquiátrico porque vieron al diablo, pero no es difícil ver el deseo de que eso ocurra. Y están también las ganas de abrir las puertas del infierno.
Bulgakov con su temperamento satírico y cómico —un ejemplo genial de su sátira brutal es la breve Corazón de perro— tuvo una relación tormentosa con Stalin, que no lo mandó asesinar e incluso dejaba que le escribiera cartas, pues le tenía una extraña debilidad, pero sus escritos siempre fueron censurados. Le dio trabajo en un teatro en el que no podía montar sus propias obras. Bulgakov escribió El maestro y Margarita en 1928, la destruyó en 1930 al darse cuenta de que no la podría publicar, y la reescribió de memoria después. La novela se publicó hasta 1966, muchos años después de su muerte.
AQ