Destino que desvalija
Resultado de una estancia de 20 días como voluntaria en un albergue que proporciona atención a migrantes en Oaxaca, A (tajos) migrantes (UANL, 2020) de Camila Krauss es una crónica poetizada que pone a la vista del lector —como bien lo dice Daniel Saldaña Paris en la cuarta de forros— una mirada sensible y valiente de una situación extrema: la experiencia de los migrantes, el viaje sin mapa hacia el destino; entonces desde la compasión y la duda Camila presenta una bitácora desde donde la poesía cumple su función de testigo para llegar al corazón de las cosas y aclarar por qué una persona, una familia, una comunidad y un país, quieren e intentan (muchas primeras veces) llegar al otro lado.
Siempre con el deseo de mejorar: familias se desunen
Desandar: La verdad, la verdad. Desunir.
(Página 45)
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Sed y amenaza
No debe de sorprendernos para nada el uso de la poesía para hacer denuncias; Krauss ya lo había hecho en el libro En las púas de un teclado publicado en 2018, a sabiendas de que el lenguaje es una de las primeras víctimas ante la violencia social y las problemáticas de Estado, entonces imagino a la autora atendiendo a los centroamericanos y leyéndoles poesía para mitigar el cansancio, el sueño, para darles esperanza, motivarles la fe usando a la poesía como un atajo en el largo camino que se vislumbra. Camila inicia el éxodo y escribe en la bitácora, escribe y los acompaña mientras ve como siguen su camino hacia el norte.
Un leñador, un monje , un peregrino… todos se atribuyen la
muerte…
Hechos criminales y juegos del lenguaje: Dilucidar “algo que no es verdadero
Ni falso”: Migrar.
(pág.80)
Nítido el instante
Gaspar Orozco, autor del prólogo, lo considera un libro de viaje, en el que la poesía toma nota, la nota como poesía porque visto de alguna forma —remata—, el planeta mismo es una nota en la hoja del universo, ese planeta es un muro y entonces tienes que trepar o escarbar.
Reflexiono ante esto más allá de que el tema no pueda separarse de las cifras ni de las estadísticas, ni de palabras inevitables que son en sí, una metáfora, insisto, sin duda un verdadero éxodo, donde palabras como incertidumbre o bestia o expulsión se nos aparecen, el gran exilio de esas personas que son pero que nunca están.
Symborska los define (a los migrantes), en su poema cierta gente, en el cual dice que son: Cierta gente huyendo de cierta gente en cierto país bajo el sol y bajo ciertas nubes, y esa definición “indefinida”, que le recuerda al mundo que alguien en el mundo no puede evitar el paseo inmoral rumbo al sueño americano, es tocado desde un punto que no se debe de olvidar y que se olvidará una vez si es que llegan a donde se dirigen ¿el fin de una pesadilla?, ¿el comienzo de otra? El punto es el lenguaje, el idioma, la lengua que será una desadaptación ante la nueva vida que se vislumbra.
¿Dónde hallar el nudo de los sucesos?
Camila ha tomado nota de lo que lee , mira y escucha, ha tomado conciencia, pero ese acto le remuerde la conciencia, ahora tiene más hermanas y más hermanos , todos están en camino, desea tiempos menos desalmados mientras repasa el significado de la palabra extranjero, que leyó en un libro de Herta Müller:
“Un concepto genérico para cada individuo que ha venido a este país desde algún otro lugar. Cada uno tiene una historia propia dentro de la misma y mil veces repetida persecución o pobreza de su país de origen. Habiendo abandonado el propio país, la biografía es la propiedad más segura que tienen… también la más frágil. En esa condición de individuos llegados de fuera buscan sustituir lo que su país no les ha dado nunca o les ha robado hace mucho”.
(Página 107)
¿Un libro de denuncia? ¿Por qué no? Ya que se lucha desde la escritura, la voz poética visibiliza todo, esa realidad tan ancha como el país y tan larga como la bestia en la que se montan aquellos que están a nada de la nada y no dejan de caminar, el atajo de los migrantes es el más largo de los caminos.
AQ