Un libro como una casa

Libros | A fuego lento

Entre el ensayo, la novela y la memoria, Pierre Herrera construye un hogar a partir de los escombros en Ex Yugoslavia.

Portada de 'Ex Yugoslavia', de Pierre Herrera. (Paraíso Perdido)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

La casa familiar ya deshabitada, ya en otras manos, y los significados y murmullos que arroja su pérdida son la materia fundacional de Ex Yugoslavia (Paraíso Perdido), un libro ante el cual es casi una obligación inclinarse. La casa sigue en pie en alguna calle de Morelia y hace las veces de museo de la desintegración, de memorial de escombros, de analogía de un país que se ha empeñado en reducirse a un territorio sin objetos ni seres a la vista.

No se trata entonces de la ex Yugoslavia y su obligada convivencia de odios tribales y religiosos, o tal vez sí, al menos, como escribe Pierre Herrera, en la forma de representación “de la idea de que todo tiende a la separación, de que, en realidad, todos somos perdedores: siempre nos encontramos perdiendo algo, llenándonos de vacíos”. No se trata asimismo de una novela, o tal vez sí. Por momentos narra atendiendo las intuiciones del ensayista, y, por otros, ensaya siguiendo los movimientos contundentes del novelista.

La narración avanza sobre el campo minado de la autobiografía y sus pasos alcanzan el recuerdo de una tarde viajando con el padre de regreso de Manzanillo a 240 kilómetros por hora o el de la madre coleccionando fotografías o el de la hermana menor rompiendo en llanto. Pero no se limita al registro de costumbres. Pierre Herrera encuentra siempre la manera de entretejer esos recuerdos personales con la memoria de algunos hechos que solo al ser nombrados se vuelven significativos (como la crónica del desfile de belleza orquestado el 6 de mayo de 1993 en un sótano de Sarajevo mientras plazas y mercados ardían tras los bombardeos). La vena ensayística elije, en cambio, inusitados caminos: la rivalidad entre Alain Prost y Ayrton Senna, la vocación nómada de los mongoles, Joyce vencido de borracho en una acera en Roma, la naturaleza tóxica del azul de Prusia… Al final, sin embargo, solo escuchamos lo que Juan Gabriel Vásquez llama “el ruido de las cosas al caer”; escuchamos, a través de un afinado sentido de la composición, el estrépito, o el susurro, provocado por esos trozos rotos de vida que nunca llegaremos a pasar en limpio.

Coleccionando fragmentos y restos de naufragios, ensamblando voces que vienen de muchos tiempos y lugares, Pierre Herrera ha compuesto un libro que es también una casa habitable.

Ex Yugoslavia

Pierre Herrera | Paraíso Perdido | México | 2021

AQ

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