Preguntas y silencios

Café Madrid

'Memoria del silencio' es una antología con las mejores entrevistas del presentador español Jesús Quintero, quien buscaba obtener no respuestas para una entrevista, sino a la vida misma.

El periodista español Jesús Quintero. (Foto: Europa Press)
Víctor Núñez Jaime
Ciudad de México /

Jesús Quintero alternaba preguntas aparentemente simples con prolongados silencios y sus entrevistados —quizá por horror vacui, quizá por sentirse escuchados por primera vez— contaban y reflexionaban como nunca antes lo habían hecho. En sus programas de radio y televisión, este hombre de mirada penetrante y voz oronda citaba a políticos, deportistas, escritores y personajes de la prensa rosa, pero también a vagabundos, enfermos mentales y presos. Con su estilo calmado afianzó la “mayéutica periodística” profunda en un país donde abundan los gritos y la superficialidad.

Quintero, que era conocido como “El loco de la colina” (porque así se llamó su programa más exitoso y porque su personalidad “rara” y su trabajo contrastaba con el de la mayoría del mundillo audiovisual español) se murió a los 82 años, en octubre de 2022, alejado de los reflectores y olvidado por la industria local. Poco más de un año después, la editorial Temas de Hoy ha publicado, a manera de homenaje, una antología con sus mejores entrevistas. Se titula Memoria del silencio y en ella las preguntas certeras y los silencios alargados (representados aquí con puntos suspensivos) van en busca del tuétano del entrevistado. “Estuvo de verdad zumbado, aunque decía que el loco pierde todo menos la razón”, escribe el veterano columnista Raúl del Pozo en el prólogo del libro.

Siempre con un fular en el cuello, entre la pausa y el compás (y la representación teatral) el periodista hacía gala de su arte y gracia andaluza: “¿Usted es poeta? ¿Y no le da vergüenza?”, le dijo a Vicente Núñez. A Lola Flores le preguntó si sabía que, con todo lo que pensaba, ella iba cincuenta años por delante. A Vargas Llosa le lanzó: “¿Quién escribe mejor? ¿Usted o Gabo?”. Y a Chavela Vargas le espetó: “¿Qué demonios buscó durante tanto tiempo en el fondo de una botella?”. Al subcomandante Marcos: “¿Qué sentido tiene ser hoy revolucionario?”

“A Jesús Quintero no le bastaba con preguntar al invitado lo que quería saber de él. Jesús Quintero preguntaba lo que él quería saber de la vida para ver qué opinaba el invitado, para ver si alguien le daba al fin la respuesta”, subraya Rosa Ponce, editora de esta colección de entrevistas. El credo del afamado locutor parecía sencillo: “las preguntas más inesperadas nacen del psicoanálisis; las trascendentes de Aristóteles y los griegos, y las sorprendentes de los niños”.

A finales de los años 80, Rafi Escobedo, acusado de asesinar a sus suegros, los marqueses de Urquijo, le mandó una carta: “quiero hablar en tu programa y, si cinco días después no me conceden lo que me corresponde, me suicido”. Quintero obtuvo los permisos correspondientes y fue al penal con sus cámaras. El reo contó el maltrato que recibía por parte de los funcionarios de la prisión pero, al parecer, nada cambió porque en el plazo fijado Escobedo fue hallado ahorcado en su celda. El impacto fue brutal. “Estarás contento de que se haya matado Rafi”, le decían por la calle.

Portada de 'Memoria del silencio'. (Cortesía: temas de hoy)

Pero esa no fue la única crítica que le hicieron al “loco” preguntón. Su afición a encumbrar a “vagabundos graciosos” (“como Buñuel hizo con sus desarrapados viridianescos”) le costó un juicio moral de buena parte del público, porque muchos creían que sólo invitaba a esos personajes a la tele para reírse de ellos. Luego, quizá para resarcirse, se enfocó de manera desenfrenada en la serie “Cuerda de presos”, con la que recorrió 35 cárceles de España y realizó 150 entrevistas a ladrones, asesinos, corruptos, traficantes… para indagar en lo más oscuro y luminoso de la condición humana, “hasta encontrar oro en el pozo”, a base de preguntas y silencios.

Después de haber leído y disfrutado esta variopinta y aleccionadora antología, fui a YouTube en busca de varios videos de sus más célebres conversaciones. Ahí está él —bohemio y atormentado, barroco y predicador laico— creando en cada diálogo una burbuja de intimidad para “robarles el alma a los entrevistados” (Rudyard Kipling dixit). No lo he dicho antes, pero Quintero no era poeta ni filósofo y, sin embargo, en sus programas soltaba cosas como esta: “No gastes demasiadas energías en cosas que no te van a hacer más feliz ni más sabio. Da la vida gratis, si te apetece, pero no aceptes sobornos. No te rindas mientras te quede un cartucho de vida. Y, sobre todo, no salgas de noche porque te pueden dar consejos”.

AQ

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