La épica del libro de Irene Vallejo

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La autora de El infinito en un junco narra la historia multidimensional del libro: entre otras cosas, sus soportes materiales, sus funciones sociales y espirituales.

A lo largo de la historia, los libros han tenido distintas funciones. (Foto: Roman Kraft)
Armando González Torres
Ciudad de México /

La invención del libro es un hecho relativamente reciente en la historia de la especie humana que, sin embargo, cambia radicalmente su rumbo: con el libro es posible potenciar la memoria, acumular experiencias y conocimientos y prolongar la conversación más allá de las rondas de las generaciones. Así, los libros cumplen múltiples funciones: son mecanismos para atesorar, mejorar y transmitir saberes; para demostrar poderes; para ganar prestigio e influencia y, por supuesto, para regalar placeres, consuelos y libertades a su lector. Por los demás, los libros pueden realizar funciones antagónicas: por ejemplo, ser un instrumento de conservación que permite fijar la palabra de autoridad, así como crear dogmas y cánones o, al revés, ser un artefacto subversivo que cuestiona el estado de cosas vigente e inspira disidencias.

En el ya célebre El infinito en un junco, Irene Vallejo hace una crónica, entre la épica y la historia de la vida cotidiana, del surgimiento y asentamiento de este artefacto de socialización y conocimiento, que es el libro. Aunque el título remite al mundo antiguo, la autora traza una serie de coordenadas geográficas e históricas que permiten ampliar la visión y narrar, con una prosa en la que cada frase es esmeradamente cincelada, razonada y sustentada, muy distintas maneras de concebir el libro y la lectura a través del tiempo.

Los primeros pasos del libro implican una combinación de avances técnicos (los soportes del papiro y el pergamino y el formato del código), sueños de grandeza (la aspiración de Alejandro a un imperio, una sociedad y una biblioteca planetaria), luchas por el poder (el afán de los Ptolomeos por la supremacía política y cultural) e intereses comerciales (el boicot de papiro que populariza el uso del pergamino). Vallejo aborda esas eras aurorales del libro con erudición, equilibrio analítico y audaces analogías que vinculan lo arcaico con lo actual.

Se trata de una historia multidimensional del surgimiento del libro: sus soportes materiales, sus apoyos políticos, sus funciones sociales y espirituales, sus mitologías, sus personajes pintorescos y sus mártires y sus villanos. Se habla del milagro de los libros, pero también de su fragilidad ante los estragos del tiempo y la naturaleza o ante los periódicos intentos de censura, manipulación o exterminio.

La historia del libro, por otra parte, no escapa a las tercas inercias de muchas sociedades y, sin discursos victimistas, la autora detalla la marginación de las mujeres y los pobres en el acceso a este prodigioso invento. En este ensayo el libro no sólo es un objeto, sino una suerte de personaje narrativo que sufre las más diversas vicisitudes, pero que también encuentra héroes providenciales y anónimos para preservarlo. Se emprende, entonces, una crónica de las tribulaciones, pero también un elogio de la fortaleza del libro y la lectura, que en las circunstancias más adversas siguen siendo un instrumento de humanización y liberación.

AQ

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