Zonas ajenas de lo cotidiano

Libros | A fuego lento

La periferia, sugiere Diana del Ángel en su libro homónimo, es todo aquello cuya existencia parece una anomalía y sin embargo se ha vuelto el único de los mundos posibles.

'Periferia', de Diana del Ángel. (Almadía)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Exacerbar la realidad hasta darle la consistencia de un despropósito o una pesadilla; hacer visibles aquellas zonas donde la única certeza es que nada es lo que parece ser: este es el temperamento estético que exhiben los trece relatos de Periferia (Almadía), la primera incursión de Diana del Ángel en el género narrativo. Y qué primera incursión. Cerramos el libro después de cuatro horas de zozobra y sacudidas y ya no somos los mismos.

La primera sensación es de desconcierto. El relato inicial, “El nombre oculto de lo cotidiano”, no solo es abiertamente documental —un presunto embarazo, unas yerberas que practican abortos— sino aun decimonónico. Pero con un suave golpe de timón ya estamos del otro lado: el terror nacido de la más infame rutina (“Relatividad de los caminos”) o la anticipación especulativa o la parodia futurista de las pretensiones académicas. Diana del Ángel transforma un viaje en microbús en una versión barriobajera del infierno de Sartre y a una escéptica de las bondades del yoga nidra en una paloma, “la más insulsa rata del cielo”.

No hablaría de un elemento fantástico que irrumpe en la realidad sino de un estado de cosas que tiene existencia plena, incluso como posibilidad, pero no queremos o no sabemos reconocer. La periferia, sugiere Diana del Ángel, es todo aquello cuya existencia parece una anomalía y sin embargo se ha vuelto el único de los mundos posibles. Lo que creíamos afuera se ha desplazado hacia el centro y lo que creíamos al menos trascendente se ha vuelto marginal. Esa es la verdad literaria que llega hasta nosotros a través, por ejemplo, de “Fin del décimo tercer baktún”, que parece una pesquisa sobre una de muchas sectas milenaristas que prosperan en Estados Unidos y tuerce el rumbo para arrojarnos a la Ciudad de México y todas sus desaparecidas, o “Desechables”, que convoca a un personaje que espera la segunda venida de Quetzalcóatl y huye a Acapulco solo para encontrarse con una banda de pistoleros buscando quedar bien con el jefe, como si una visión nebulosa fuera lo único que tuviéramos para andar por la vida.

Además, y no es asunto para desdeñar, Diana del Ángel no exhibe eso que los solapistas llaman “prosa poética”. Viene de la poesía pero sabe contar, devolvernos a los días en que las historias nacían junto al fuego.

Periferia

Diana del Ángel | Almadía | México | 2024

AQ

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