I
Aunque en los diccionarios la palabra portazo se define como la acción de cerrar una puerta de manera violenta, en México lo entendemos al revés: abrirla a como dé lugar, del modo que sea, cueste lo que cueste.
Hace 35 años ya se hablaba de portazos cuando cientos de jóvenes entraban a la fuerza a un lugar, tal como sucedió en el show que dio Rod Stewart en el estadio Corregidora de Querétaro, el 9 de abril de 1989.
En aquel tiempo no existían las redes sociales, pero el ya fallecido Óscar Cadena registró los acontecimientos para el programa de televisión Cámara infraganti, de Televisa. Años antes, el periodista de los tirantes había tenido mucho éxito en la empresa estatal Imevisión con su Ciudadano infraganti, en el que pescaba a personas tirando basura en la calle o cometiendo otras infracciones.
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II
El 8 de abril de 1989, un día antes del mencionado concierto, Óscar Cadena platicó con muchachos que viajaron a Querétaro desde el entonces Distrito Federal. Algunos de ellos llevaban boletos, otros tenían la intención de comprarlos pero se toparon con una reventa despiadada, y algunos más de plano se trasladaron con la idea de entrar gratis (“somos banda”).
Aunque era muy buen reportero, Óscar Cadena se escucha paternalista al pedirle a los chavos: “Hay que seguir las reglas del juego”, “No hay que pasarse de listos”. Los entrevistados declaran con orgullo su procedencia chilanga: “De La Quebrada, carnal”, “De Azcapotzalco”, “De Neza”.
Hay diálogos surrealistas del reportero con los jóvenes. Uno de ellos dice que es huichol, no trae boleto pero sí mariguana. Cadena le dice: “No puedes traer esto”. El joven responde: “De acuerdo a tu costumbre occidental, no. La mayoría no sabe a qué viene, tú mismo no sabes a qué vienes. Yo busco una realidad, también soy un ser humano como ustedes”. La policía se lo lleva.
En contraste, aparece la actriz Nailea Norvind muy joven, muy rubia, quien asiste como espectadora y anhela “que demostremos que hemos cambiado, que no es verdad que tenemos falta de civismo”. Otra güera, esta anónima, luce un pequeño tatuaje en el hombro que se hizo en Estados Unidos y comenta con voz muy fresa: “desgraciadamente estamos en México, aquí te ven esto y dicen ‘¡aguas!’, no te lo permiten. Te lo ve la policía y te dicen ‘eres drogadicta’ y te empieza a revisar, ¡horrible, horrible!”.
Fue un milagro que el concierto no se suspendiera porque no solo hubo portazo para entrar al estadio con todo y gases lacrimógenos, también mucha gente se brincó de las tribunas a la cancha, sin importar que hubiera unos cuantos vigilantes con perros tratando de impedirlo.
El concierto del 9 de abril de 1989 es el más recordado, pero en realidad Rod Stewart ya se había presentado dos días antes en el Estadio Universitario de Monterrey sin mayores contratiempos, y ofreció un segundo show en Querétaro (10 de abril) y uno más en Guadalajara (12 de abril).
Una semana después, Televisa transmitió un programa especial de esa visita del cantante británico a México, producido por los muy jóvenes Emilio Azcárraga Jean y Miguel Alemán Magnani, quienes también fueron los promotores de los conciertos.
III
A partir de los años noventa, los shows masivos en México cada vez son más frecuentes y mejor organizados, aunque el fantasma del portazo nunca desaparece. Hace apenas tres semanas, el sábado 24 de febrero de 2024, hubo portazo en el Autódromo Hermanos Rodríguez para ingresar al Electric Daisy Carnival (EDC). Afortunadamente, sin mayores consecuencias.
IV
En marzo de 2024, un portazo en Palacio Nacional se transmite en vivo a través de las redes sociales y en medios de comunicación profesionales que están en el lugar de los hechos.
Cuando te das cuenta, ya estás viendo en la televisión a un grupo de personas que utilizan una camioneta de la Comisión Federal de Electricidad para abrir una puerta de Palacio, en la calle de Moneda. El reportero comenta que se trata de familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
Llevan varios días acampando en el Zócalo capitalino porque no ven avances sustanciales en la investigación. Sin duda, tienen suficientes motivos para el hartazgo luego de un viacrucis que ha durado casi una década. Tristemente, la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, en Iguala, aún no termina para ellos.
No quieren ver un concierto de pop rock ni de música electrónica. Quieren justicia.
AQ