Estoy cada vez más convencido de que el primer mandamiento del oficio narrativo es la búsqueda y la consecución de un tono: una voz o modulación o temperamento que proviene de una fuerza interior que tiene mucho, como vislumbró Norman Mailer, de espectral. Frente al cliché, a los berridos de la turba, hay que blandir la potencia individual. Eso es justamente lo que encuentro en La reinita pop no ha muerto (Literatura Random House): un tono endiabladamente soberano.
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Con urgente desparpajo y sobrecogedora insolencia, Lupe (y también M. C. Akaótome, rapera acusada de plagiar a, vaya-vaya, Eminem), la narradora de La reinita pop no ha muerto, narra su viacrucis amoroso por Houston y Monterrey (Cabrito City, Machacado Ville, suerte de vientre materno del que sale expulsada para volver una y otra vez). No puede cerrar la herida abierta por el desdén de Inés Rivadeneira, a quien “quería abrirle los ojos pero sobre todo quería abrirle las piernas”. Así que vuelve sobre sus pasos, o sobre sus numerosos traspiés, para entregarnos su vida y la historia de sus guerras sin cuartel, tantas como las que libraba Monterrey en los años en que sus calles reproducían a toda hora las risas de las hienas.
El desamor resulta aún más insoportable porque el sexo brilló siempre por su ausencia. Y para rematar, Lupe no tiene siquiera el registro de un arrimón o un beso. Todo se le ha ido en el deseo sublimado a través de una cena en un bar, un roce en el elevador o una mirada chapucera durante una fiesta. “Me quedé”, confiesa, “como se quedan los amores clandestinos: este amor nunca ocurrió. Esta historia jamás pasó. Fue el árbol que cayó, que nadie oyó pero cayó”.
La reinita pop no ha muerto es la noveleta de un estado de ánimo. Sabe a insatisfacción —y no solo por el corazón y el cuerpo rotos sino por las sombrías expectativas laborales, por la calumnia convertida en industria mediática y por las muecas familiares de reproche— y a derrota. Y “no es otra historia sobre lesbianas infieles bipolares”. O tal vez sí, pero contada no en los márgenes sino desde las entrañas mismas de una conciencia enérgica y versátil que tiene la ironía suficiente para vapulear a sus contrincantes y, por supuesto, a ella misma.
La reinita pop no ha muerto
Criseida Santos Guevara | Literatura Random House | México | 2022
AQ