En ‘Relatos del futbol’, los cuentistas escriben sin conocer el juego

Libros | A fuego lento

Que el mejor texto sea de un aficionado al béisbol confirma que imaginar este u otros deportes es sólo cuestión de interrogar a la realidad.

Portada de 'Relatos del futbol'. (Editores Unidos Mexicanos)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Suena a una tremenda obviedad: para escribir una ficción futbolera hay que saber, cuando menos, de futbol. Ese saber primordial está ausente en la mayoría de los narradores —dream team, los llama Enrique Juárez Flores, a cargo de la selección— convocados a Relatos del futbol (Editores Mexicanos Unidos).

La desazón se impone desde las primeras páginas. En “La soledad del guardameta”, Adriana Azucena Rodríguez trae a cuento un escenario aún impensable en la Puerta 6 de la Deportiva: dos porteros suplentes en la banca. Un poco después, en “Dios juega al futbol”, Marco Díaz López arma su historia sobre la certeza de que el credo evangélico y el futbol son incompatibles. Sospecho que nunca ha visto un Grêmio contra Botafogo. Más adelante, en “Crónica de los aficionados”, Rocío Contreras ignora la diferencia elemental entre un partido y un torneo, y entre la alineación de un equipo y una jugada. Pero quizá estas pifias carezcan de importancia. La verdadera desazón se instala cuando comprobamos que la mayoría de los relatos exhibe una escandalosa pobreza estilística.

Y luego están las gracejadas, tan reprochables como un codazo en el rostro. Hablo de “El clásico del Mar Egeo”, de Héctor Carreto, y de “Mundial”, de Bernardo Barrientos Domínguez. El primero reduce la gesta homérica a una tanda de penales entre griegos y troyanos para dirimir al vencedor después de diez años de escaramuzas. El segundo encumbra a un personaje inspirado en Zlatan Ibrahimović, cuya figura mediática sustituye a la Torre Eiffel y, después de un lance suicida, resucita al tercer día.

El único relato a la altura del futbol (“Crack”) es, paradójicamente, obra de un entusiasta aficionado al béisbol: Armando Alanís. No sin amargura, y con la fortuna en su contra, aquella estrella que fue Alberto Onofre mira en el televisor cómo la selección mexicana empata a cero en el partido inaugural de la Copa del Mundo de 1970.

El lector que por curiosidad o despiste llegue a Relatos del futbol debería reconsiderar su propósito de irse al ataque y mejor replegarse en Historias del calcio, un modelo de narración vívida. Desde la crónica periodística, Enric González demuestra que imaginar el futbol es sólo cuestión de interrogar a la realidad.

Relatos del futbol

Enrique Juárez Flores (selección) | Editores Mexicanos Unidos | México | 2021

AQ

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